El perro Molina
Dirección y guión: José
Celestino Campusano
Argentina/2014
Campusano mantiene una coherencia absoluta
con su Cine Bruto, expresivo nombre de su productora. En su anteúltimo film El
Perro Molina, en Competencia Internacional (ya terminó otro y empezó
uno más, es imparable y prolífico), vuelve a sus ambientes lumpen, ahora más
allá de los suburbios, con sus personajes brutales pero dignos: hampones,
prostitutas, policías, patrones y ladrones, en una historia policial, o un thriller suburbano con mucho de western
clásico.
Sólo Raúl Perrone ha sabido filmar el Gran
Buenos Aires y el sub-suburbano con el ojo conocedor, la cercanía y la empatía
con que lo filma Campusano. Sus personajes tienen códigos de honor propios, que
cumplen con rigor, aunque en ellos se les vaya la vida. Su héroe es el Perro
Molina, quien acaba de salir de la cárcel y quiere realizar unos últimos
trabajos que le permitan retirarse. Como acostumbra el director, va bordando
los distintos hilos de la trama minuciosamente, con historias paralelas que se
imbrican unas con otras mediante personajes de catálogo. El Perro debe vérselas
con gente nueva, con otros parámetros que no dejan lugar para el honor, y lo
que empieza como una venganza de pueblo deviene una saga mucho más compleja en
un cruce de venganzas, despechos, robos, amor y honor. Y traiciones, claro. De
todo lo cual es fácil deducir que una vez más, el mensaje moralista sobrevuela
en toda la historia, o también, yace por debajo.
Como es habitual, la película de Campusano
tiene personajes muy logrados, y él sostiene que los toma –como a las
historias- de la realidad. El Perro Molina está interpretado por Daniel
Quaranta, un actor con mayor solvencia que la habitual en los actores de su
cine, casi todos con escasa o nula experiencia profesional. Su personaje es un
héroe clásico solitario, que ve complicar su destino entre pagar por su
libertad o ser fiel a un amigo leal. También es correcta la actuación de Florencia
Bobadilla como la mujer que se harta de los maltratos de su marido policía
corrupto, y lo castiga prostituyéndose. Y el Calavera, el proxeneta, demuestra
que en el cine de Campusano los duros también lloran de amor. Pero el personaje
más sorprendente es el muchacho psicópata, mano de obra sucia de la policía, que
vive en el basural, un ser feroz, desbordado y carente de todo principio moral,
interpretado por un amigo de su hijo. Es cierto que esos actores aportan
autenticidad y realismo a sus películas, pero si contara con actores que dijeran
sus líneas con mayor naturalidad, y no repitiéndolas en recitado, sus films
cobrarían mayor valor aún. Con una puesta más cuidada, imagen más limpia y
mejores recursos técnicos que en pel´ñiculas anteriores, es un placer ver otra representación de esos ámbitos
de la marginalidad urbana y social reivindicados de la mano de José Celestino
Campusano.
Josefina Sartora
(Nota publicada durante el Festival de Mar del Plata, donde no obtuvo ningún premio)
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