24 de enero de 2015

Un clásico americano

Francotirador (American Sniper)
Dirección: Clint Eastwood
Guión: Jason Hall, basado en el libro de Chris Kyle
Estados Unidos/2014


A los 85 años, y todavía filmando una película por año, Clint Eastwood no cesa de dar lecciones de lo que considera patriotismo (norte)americano. El protagonista de su última película es un héroe de la guerra de Irak, apodado Leyenda, y su heroísmo consiste en haber matado como francotirador a 160 árabes en su propio territorio, es decir, subido a alguna terraza desde donde disparaba contra todo aquel que considerara peligroso para los operativos que lleva a cabo la ocupación de Estados Unidos en esos países árabes. El film comienza durante una de esas intervenciones, cuando Chris Kyle no duda en matar a un chico de unos 9 años que porta una granada o bomba en su mano. Una vez muerto el niño, la mujer que va a su lado se apodera de esa bomba, por lo que también cae bajo los certeros disparos del francotirador. Esas son sus dos primeras muertes legendarias, y así seguirá hasta el número 160. El problema es que Kyle devendrá adicto a la guerra y a la muerte, como aquel siniestro protagonista de The Hurt Locker, la película de Katheryn Bigelow, se alejará progresivamente de su mujer e hijos y vivirá perseguido por sus obsesiones, su frustración por no haber salvado más compatriotas, y sus fantasmas.

El personaje es real, y la película está basada en su autobiografía. Después de aquella siniestra primera escena, el film regresa a la niñez de Kyle en Texas, informa de cómo fue formado por un padre exigente, que le enseñó a ser un cuidador de ovejas frente a los lobos, de cómo desarrolló su precisa puntería, que le valiera posteriormente su fama, y su voluntad por ingresar en una tropa de élite con el objetivo de defender a su patria. Kyle siempre siente que está cuidando las ovejas, jamás se siente lobo. Alguna crítica ve en el tratamiento que Eastwood hace de su historia una revisión del mito del héroe, con sus fortalezas y debilidades, pero sin embargo nunca lo vemos dudar en la batalla, o mejor dicho, en su puesto oculto. Es en su hogar donde parece fuera de su ambiente, disconforme y frustrado, donde cualquier motivo desata su reacción colérica. Al parecer, su satisfacción reside sólo en la guerra. Sólo apelando a nuestra muy buena voluntad, podríamos pensar en los estragos que la guerra inflige a sus héroes.


En ningún momento hay en Francotirador una revisión de esa y las otras guerras que Estados Unidos sostiene actualmente. Como contraparte al heroísmo de Kyle y sus compañeros, el pueblo iraquí está mostrado como compuesto sólo por fanáticos salvajes, y nunca como un pueblo que reacciona, invadido a punta de fusil y misil.

Como es de esperar, la mano de Eastwood para las acciones de guerra es aquí tan diestra como lo ha sido para el western, el film noir o el melodrama: provienen de lo mejor del cine clásico, recuerdan el cine de John Ford, la figura de John Wayne. Pero no queremos revisar la filmografía del director. Basta destacar la batalla final, en medio de una tormenta de arena. O la escena de Kyle reviviendo la guerra frente a un televisor apagado.

Todo en Francotirador sirve para difundir su mensaje republicano, esquemático y momificado, sin matices ni sutileza alguna, en momentos en que su partido está en alza, y no se priva de mostrar la bandera de Estados Unidos en cuanta ocasión se presente, incluso en momentos de alta intensidad emocional. Bradley Cooper desarrolla una espléndida performance como ese héroe desgraciado, y ha tenido una nueva nominación al Oscar por su papel, así como el film mismo. Los demás personajes no llegan a tener relevancia o carácter, ni siquiera status de personaje, excepto su esposa (Sienna Miller), quien vive el drama de acompañar a semejante veterano de guerra.  Todo sea ad maiorem gloriam Americae.


Josefina Sartora

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