6 de marzo de 2015

Ficunam 2015 – 3a nota

Es éste un festival muy amable, como  para cubrir sin agitación, con un número de películas razonable (unas 150), valiosas en su mayoría, sin títulos de relleno, sin largas colas, con muchas funciones en el Centro Cultural de la Ciudad Universitaria, de manera que tanto los estudiantes como quienes venimos a cubrir el fenómeno podemos movernos en un espacio acotado, mientras que en el resto de esta enorme ciudad hay funciones en diversas salas, para que los amantes del cine de la ciudad puedan acudir sin trasladarse hasta la zona periférica.
Durante el mismo, tuve la oportunidad de conocer la Cineteca de México, un extraordinario complejo que alberga en sus varios edificios el depósito del acervo cinematográfico, biblioteca, 10 salas de cine internas y una al aire libre, programadas por nuestro colega y amigo Nelson Carro, habitué del Bafici. El pasado fin de semana tuvo 15.000 espectadores. Ver semejante emprendimiento me dio vergüenza por nuestras propias carencias: ojalá Fernando Peña pueda llevar a cabo su proyecto de formar una Cinemateca Argentina y que el Estado y las instituciones privadas colaboren para ejecutarlo.

Competencia


Muy de acuerdo con los premios (ver aparte): Jauja era lo mejor de la Competencia, una vuelta de espiral superior al resto, y el premio a la mejor dirección a Jessica Hausner por Amour fou pone en evidencia el criterio del Jurado, que selecciona una película nada concesiva, muy literaria, una historia de pleno romanticismo, aunque su tratamiento sea postmoderno, austero y formalista, con una puesta en escena rigurosa y una fotografía pictórica, sugestiva. No apto para todo público.

La Competencia Internacional no incluyó películas chinas ni japonesas ni coreanas, pero sí una proveniente de Singapur: Piel de serpiente, de Daniel Hui, constituye un singular ensayo histórico y cultural. Este documental con vetas de ciencia ficción evoca la historia de Singapur y sus mitos fundacionales. El director dijo al presentar la película que presenta la historia de su país, poco conocida por el resto del mundo, pero de lo que quiere es hablar de la Historia. A través de un narrador improbablemente situado en el año 2066, remite –fragmentariamente- a las invasiones británica y japonesa (incluso la china, no política sino cultural), y al multiculturalismo resultante, y echa una mirada crítica al capitalismo actual. Otra de las curiosidades de esta competencia Internacional, cuyos criterios de selección no se parecen a los de ninguna otra que yo haya visto.

Estaba en Competencia No todo es vigilia, de Hermes Paralluelo, presentada en Mar del Plata. Compitió con una película del mismo orden, aunque no tan lograda: Ella regresa el jueves, opera prima del director brasileño André Novais Oliveira. Film que circula entre el documental y la ficción, con una puesta en escena muy planificada, retrata una familia de clase media (la propia) que atraviesa diversas crisis: de pareja entre los padres, de trabajo en los hijos. Un film digno, pero que no posee el vuelo lírico ni la elaborada construcción de su (tal vez) inspirador.

Sección Manifiesto Contemporáneo


Pude ver en la sección del panorama de importantes directores contemporáneos el último documental de Frederick Weiseman, National Gallery, en la línea de sus últimos documentales institucionales, sobre la maravillosa galería de arte de Londres. Como en La danse, sobre El ballet de la Opera de Paris, o en el menos logrado Crazy Horse, sobre el renombrado night club, Weiseman disecciona los diversos aspectos que tienen lugar en el museo: la organización de exposiciones, las discusiones de sus equipos sobre la imagen pública o el presupuesto, las visitas guiadas, los cuadros, el público, la restauración. Todo sin salir de la National Gallery, o a lo sumo asomándose a la plaza adjunta, Trafalgar Square, para observar cómo se cuelga una enorme pancarta en su frente. Weiseman no pretende un documental didáctico: va mostrando un aspecto tras otro durante tres horas sin intención de un orden pedagógico, sin comentarios, dejando que cada elemento hable por sí mismo, y lo ejecuta de manera tan admirable que una podría seguir viendo esos detalles durante otras tres. Los grandes maestros tienen su momento especial: son fascinantes las explicaciones de las especialistas frente a una tela de Rubens, de Turner o de Leonardo, o del restaurador mostrando el pentimento Rembrandt en uno de sus cuadros, revelado por los rayos X, o del curador estudiando la iluminación sobre un tríptico medieval. Se respira profesionalismo, cada uno sabe lo que hace, y Weiseman también.


La última realización de Claire Denis Aquí está la secuencia (Voilà l´enchaînement) es un corto teatral de 30 minutos con texto de Christine Angot. Filmado en primeros planos cerrados de sus 2 personajes, con fondo gris, trata del deterioro de una relación de pareja, las discusiones, la separación. Mediante diálogos y monólogos respectivos, ella (Norah Krief muy estereotipada como villana, casi una caricatura) insiste en sus reclamos al marido negro (Axel Descas, un habitué en el cine de Denis), quien no acepta el sometimiento que ella espera de él. Obra de cámara sobre el desencanto del amor, la crueldad, el racismo.

Panorama mexicano


En cuanto al cine mexicano, el panorama de este año no se presentó muy estimulante, algunas buenas nuevas películas no se han podido proyectar aquí, pues están prometidas a otros festivales, y de lo visto, elegimos –sin fanatismos- Los ausentes, de Nicolás Pereda, un director cuya obra sigo, de un minimalismo a ultranza. Film muy al gusto de los festivales, acompaña a un personaje en su vida cotidiana, en sus mínimos gestos, mediante largos planos y casi sin diálogos en todo el film. Un viejo que habita una choza junto al mar, con riesgo de perderla. La imagen es de una belleza visual propia de Pereda: hombre, animales, naturaleza, océano, son mostrados con fuerza impactante. El tema de la repetición está presente, con otro personaje que llega, tal vez desde el pasado, y para repetir sus gestos, en una duplicación sin explicaciones, que abre interrogantes sobre identidad, realidad y fantasía, presente y pasado.

Marea, de Amaury Vergara Z., es un corto contemplativo, típico de festival. Ya resulta un déjà vu este film cuya cámara sigue a un personaje masculino solitario y silencioso en los movimientos de su cotidianeidad, sin uso el diálogo. Un muchacho que vive junto al mar, donde bucea, pesca, recoge cocos, espía a los turistas, encuentra su objeto de deseo. Eros y tánatos serán unidos fatal y misteriosamente.

Retrospectivas

Claroscuros con Sergei Loznitsa. Atrás, de anteojos, Ali Khamraev
Párrafo aparte (en realidad merecen un libro) requieren las retrospectivas muy valiosas de Sergei Loznitsa y Ali Khamraev, ambos provenientes de lo que fue la Unión Soviética. Pocos directores pueden parecer tan opuestos. La sobriedad, la adustez del ucraniano Loznitsa es bien conocida para quienes frecuentamos las sucesivas ediciones del Doc Buenos Aires. En cambio fue una revelación la exuberancia, la versatilidad del uzbeko Khamraev. Personaje extrovertido, eufórico, vital a su edad (78 años), es un director que ha cultivado diversos géneros, todos tratados con una personalidad y toque originales.
Pude ver dos películas suyas: El guardaespaldas (1979) es un western en las montañas pero también una road movie, en la que un grupo de hombres deben trasladar a un sultán prisionero con su hija, por orden del ejército soviético. Otro bando tratará de arrebatárselos, en una lucha por el poder, que desencadena distintas batallas. El film se desarrolla como un western clásico, con escenas espectaculares en las montañas, con un tratamiento del espacio que recuerda a Anthony Mann, y un trabajo con los cuerpos y los animales de una belleza rústica asombrosa. Al final, el héroe se va solo por el fondo del paisaje, como Clint Eastwood. Un film grandilocuente y excesivo como su autor.
Todos sus films ponen en evidencia la identidad cultural de su pueblo, con detalles significativos. Te recuerdo (1985) es autobiográfico: una mujer pide a su hijo que viaje a donde murió su padre durante la guerra para buscar tierra de su tumba y echarla en la propia, cuando ella muera. Eso motiva el viaje, con un regreso en tren que deviene alucinatorio, un viaje onírico y al pasado filmado magistralmente, pleno de ideas y escenas sugerentes.

La última película que vi en el festival fue una de las mejores: Asentamiento (2001), de Sergei Loznitsa. En blanco y negro y sin diálogos ni música, presenta en planos generales fijos escenas de la vida campestre, en una comunidad de aldeanos, al parecer. Todo su trabajo agrícola es realizado de manera muy primitiva, manual, hasta que progresivamente nos vamos dando cuenta de que se trata de personas con características diferentes. Loznitsa realiza de manera personalísima el documental de observación, con una sutileza única en la progresiva entrega de información. Como cierre, unos primeros planos absolutamente geniales de sus personajes exhalan humanidad, más allá de sus limitaciones. Recurro al lugar común: un broche de oro para el Ficunam.


Josefina Sartora

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