Sueño de invierno (Kis Uykusu)
Dirección: Nuri Bilge
Ceylan
Guión: Ebru Ceylan, Nuri
Bilge Ceylan, basada en el cuento de
Anton Chejov
Turquía/2014
El turco Nuri Bilge Ceylan
ha impreso un giro en su cine con Sueño de invierno. Su último film no
trata sólo dramas masculinos, si bien su protagonista casi exclusivo es un
varón, Aydin (Haluk Bilginer) actor retirado, al frente –es un decir- de un
hotel familiar en los parajes deslumbrantes, únicos, de la Capadocia. Pero tras
su historia está la de su mujer (Melisa Sozen), más joven, quien se resiste a
una existencia sin motivaciones ni inquietudes, y decide llevar su propia vida,
en una búsqueda de independencia. Ella no es la única mujer: allí está también
su cuñada, quien se debate amargamente acerca de su reciente decisión de dar
por terminado un matrimonio.
Pero los conflictos
básicos siguen siendo masculinos. En sus 190 minutos, la figura del
protagonista –un digno ejemplar del paternalismo patriarcal- constituye el
referente para hablar de la situación cultural, la social, las diferencias de
clase, las diferencias religiosas. Suerte de personaje chejoviano menor, Aydin
posa como un intelectual de la clase alta provinciana, bastante
occidentalizado, dedicado a escribir una gran historia del teatro turco, y deja
la tarea de (mal)tratar a sus inquilinos o clientes en manos de su asistente.
El parece destinado a tareas más relevantes: conversaciones intelectuales, amistades
masculinas, su escritura, a dar lecciones de moral en un periódico que nadie
lee, o a un pretendido viaje a Estambul para atender asuntos tan poco importantes
que finalmente permanece en su casa. El director también ha cambiado el modo de
desarrollar el drama: no sólo transcurre en esa zona rural, sino que además
Ceylan, siempre tan lacónico, abusa aquí de la palabra, eligiendo por momentos
un tratamiento teatral para sus largos diálogos y parlamentos.
En su menosprecio hacia
sus semejantes, Aydin no puede evitar que estallen dos conflictos: uno con los
ocupantes de una casa maltrecha, inquilinos que deben mucho tiempo de alquiler.
Se pone en juego aquí algo tan primario como el honor en esa gente humilde, que
es lo único que todavía pueden defender. El enfrentamiento social llega a su
más alto grado en la escena en que su mujer intenta un gesto de ayuda, también
paternalista.
El otro conflicto, en su
propia familia: cuando su mujer emprende una obra solidaria sin consultarlo, él
despliega todo su menosprecio hacia su tarea, desvalorizándola y sin darse
cuenta de que con su arrogancia, la pierde. El duelo entre ambos, de hondura
dramática, constituye el nudo del film. El hombre es víctima de sus propias
contradicciones, tanto de su miserabilismo como de su megalomanía. Demasiado
obviamente, su hotel en lo alto de las rocas se llama Otelo.
Ceylan sabe sacar el
mejor partido del ambiente geográfico, en extraordinarias tomas exteriores que,
paulatinamente, van dando signos de la llegada del invierno. Aydin erra entre
esas formaciones rocosas y orgánicas en cuyas cuevas está enclavado su hotel y
su estudio. Pero el virtuosismo del film llega a su perfección en los
interiores íntimos, espacios de melancolía, de una claustrofobia agobiante, fotografiados
con sutileza por Gökhan Tiryaki, fotógrafo de sus films
anteriores.
Ganador de la Palma de
Oro en el último Festival de Cannes, Sueño de invierno presenta un
personaje vanidoso y en decadencia, que nunca despierta admiración ni
identificación y supone un desafío al espectador. Pero en su figura encarna un
drama intenso arraigado en tópicos universales, que Ceylan desarrolla en
sucesivos momentos teatrales, de visión no siempre fácil. La sonata para piano de
Schubert que se repite una y otra vez no cesa de retrotraernos a lo anterior,
en una suerte de espiral infinita de la que los personajes no pueden apartarse.
Josefina Sartora
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