10 de marzo de 2015

Un burgués pequeño, pequeño

Sueño de invierno (Kis Uykusu)
Dirección: Nuri Bilge Ceylan
Guión: Ebru Ceylan, Nuri Bilge Ceylan, basada en el cuento  de Anton Chejov
Turquía/2014


El turco Nuri Bilge Ceylan ha impreso un giro en su cine con Sueño de invierno. Su último film no trata sólo dramas masculinos, si bien su protagonista casi exclusivo es un varón, Aydin (Haluk Bilginer) actor retirado, al frente –es un decir- de un hotel familiar en los parajes deslumbrantes, únicos, de la Capadocia. Pero tras su historia está la de su mujer (Melisa Sozen), más joven, quien se resiste a una existencia sin motivaciones ni inquietudes, y decide llevar su propia vida, en una búsqueda de independencia. Ella no es la única mujer: allí está también su cuñada, quien se debate amargamente acerca de su reciente decisión de dar por terminado un matrimonio.

Pero los conflictos básicos siguen siendo masculinos. En sus 190 minutos, la figura del protagonista –un digno ejemplar del paternalismo patriarcal- constituye el referente para hablar de la situación cultural, la social, las diferencias de clase, las diferencias religiosas. Suerte de personaje chejoviano menor, Aydin posa como un intelectual de la clase alta provinciana, bastante occidentalizado, dedicado a escribir una gran historia del teatro turco, y deja la tarea de (mal)tratar a sus inquilinos o clientes en manos de su asistente. El parece destinado a tareas más relevantes: conversaciones intelectuales, amistades masculinas, su escritura, a dar lecciones de moral en un periódico que nadie lee, o a un pretendido viaje a Estambul para atender asuntos tan poco importantes que finalmente permanece en su casa. El director también ha cambiado el modo de desarrollar el drama: no sólo transcurre en esa zona rural, sino que además Ceylan, siempre tan lacónico, abusa aquí de la palabra, eligiendo por momentos un tratamiento teatral para sus largos diálogos y parlamentos.

En su menosprecio hacia sus semejantes, Aydin no puede evitar que estallen dos conflictos: uno con los ocupantes de una casa maltrecha, inquilinos que deben mucho tiempo de alquiler. Se pone en juego aquí algo tan primario como el honor en esa gente humilde, que es lo único que todavía pueden defender. El enfrentamiento social llega a su más alto grado en la escena en que su mujer intenta un gesto de ayuda, también paternalista.


El otro conflicto, en su propia familia: cuando su mujer emprende una obra solidaria sin consultarlo, él despliega todo su menosprecio hacia su tarea, desvalorizándola y sin darse cuenta de que con su arrogancia, la pierde. El duelo entre ambos, de hondura dramática, constituye el nudo del film. El hombre es víctima de sus propias contradicciones, tanto de su miserabilismo como de su megalomanía. Demasiado obviamente, su hotel en lo alto de las rocas se llama Otelo.

Ceylan sabe sacar el mejor partido del ambiente geográfico, en extraordinarias tomas exteriores que, paulatinamente, van dando signos de la llegada del invierno. Aydin erra entre esas formaciones rocosas y orgánicas en cuyas cuevas está enclavado su hotel y su estudio. Pero el virtuosismo del film llega a su perfección en los interiores íntimos, espacios de melancolía, de una claustrofobia agobiante, fotografiados con sutileza por Gökhan Tiryaki, fotógrafo de sus films anteriores.


Ganador de la Palma de Oro en el último Festival de Cannes, Sueño de invierno presenta un personaje vanidoso y en decadencia, que nunca despierta admiración ni identificación y supone un desafío al espectador. Pero en su figura encarna un drama intenso arraigado en tópicos universales, que Ceylan desarrolla en sucesivos momentos teatrales, de visión no siempre fácil. La sonata para piano de Schubert que se repite una y otra vez no cesa de retrotraernos a lo anterior, en una suerte de espiral infinita de la que los personajes no pueden apartarse.


Josefina Sartora

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