26 de marzo de 2015

Volver de las cenizas

Ave Fénix (Phoenix)
Dirección: Christian  Petzold
Guión: Christian Petzold y Harum Farocki sobre la novela de Hubert Monteilhet
Alemania-Polonia/2014


Christian Petzold, uno de los mejores directores en actividad en Alemania, dedica su cine a revisar la historia de su país desde su opera prima, Seguridad interior (2000). Nos hemos ocupado de su anteúltimo film, Barbara, con su mirada hacia las postrimerías de la República Democrática Alemana, donde él nació. En Ave fénix va más allá en el tiempo, para registrar las heridas –físicas y morales- que dejó el nazismo. Las físicas son las más visibles: la protagonista judía ha salido de Auschwitz con el rostro tan destrozado que necesita una cirugía, con la cual ella desea recuperar sus rasgos originales, de cuando era una reconocida cantante popular. No será fácil, pero una vez restablecida, aunque todavía bajo los efectos del trauma, Nelly sale a la búsqueda de su marido (Ronald Zehrfeld, también pareja de Barbara), de quien sospechamos la ha denunciado y es el responsable de su detención. Cuando lo encuentra, sucede lo temido: él no la reconoce. Pero. Johnny nota un parecido con su mujer, a quien da por muerta, y ese hombre sin escrúpulos fragua un plan para presentarla como su esposa y cobrar con ella una suculenta herencia. Para lo cual comienza un proceso de producción de imagen para que la Nelly rediviva se transforme en la Nelly del pasado, en una suerte de segundo cautiverio, al cual ella accede para recuperar a su marido.

La excelencia de Petzold no se limita a sus talentos como narrador: es un eximio creador de atmósferas. El tópico de la identidad fingida siempre resulta generador de un clima de tensión: el espectador es colocado en un estado suspensivo por poseer una información que el protagonista desconoce. En este caso, Nelly oculta ser la verdadera Nelly y se calza su identidad “como quien se pone sus zapatos”. Ella se siente más cómoda en la identidad que intenta darle Johnny que en su verdadero yo. O en todo caso, con él vuelve a ser ella misma, la de antes de la catástrofe, renacida de sus propias cenizas. Pero mientras tanto Johnny transita una zona de ignorancia o negación a ver la realidad de las consecuencias de su acción, pasando a constituir así todo un símbolo de Alemania.

Petzold y su coguionista, Harum Farocki –fallecido a poco de finalizar el rodaje-, se basaron en la novela de Hubert Monteilhet, El regreso de las cenizas. La misma que inspiró a Alfred Hitchcock su obra mayor, Vértigo. No es coincidencia entonces la similitud entre la construcción del personaje que intenta Johnny y la que Scottie lleva a cabo para que Madeleine se parezca a sí misma. Pero la reconstrucción de Nelly cobra en Ave fénix un cariz político. También la nación alemana deberá reconstruirse desde sus cenizas.


La fotografía oscura y en sepias –acorde con la atmósfera propia de este film noir- melodrama y evocadora del expresionismo alemán- acentúa el dramatismo de la postguerra, que ha dejado un país desvastado, con una sociedad en ruinas, y una comunidad pasiva que no emerge de la culpa colectiva por los crímenes. Nina Hoss, actriz fetiche de Petzold, protagonista de casi todos sus films, tiene otra performance extraordinaria en el piel de Nelly. Con una actuación contenida, cierta torpeza al moverse, una mirada intensa, sus mínimos gestos evidencian su torrente emocional. Gracias a ella superamos las reticencias que pueda despertar cierto inverosímil de las circunstancias. Y la densa significación de reflejos, pliegues, espejos y dobles se traduce en la imagen.

En contraposición, el film posee una subtrama, no menos importante: Lene, la mujer que ha sacado a Nelly del campo y le ha devuelto la salud, es una activa sionista que trabaja para una agencia judía y tiene una actitud muy distinta. Ella impele a su amiga a irse con ella a Palestina, dejar en el pasado a un marido traidor y empezar una nueva vida juntas. Petzold encarna en ambas dos actitudes de la postguerra, con una Nina Kunzendorf que patentiza el dramatismo de esa contradicción.

Desde Roberto Rossellini con su Alemania año cero (1948), el cine no ha trabajado mucho la Alemania de postguerra, ni el tema de los sobrevivientes, pero cabe recordar Anónima - Una mujer de Berlín, de Max Färberböck (2008) en la cual también Nina Hass encanaba a una mujer que sufre la devastación en su propio cuerpo.

Un film fascinante, perturbador, riguroso, que ganó un premio Fipresci. Con ese desarrollo dramático, era peligrosa la resolución final. Ave fénix nos da el mejor final –conmovedor, significativo- que se ha visto en el cine en mucho tiempo. Y con música de Kurt Weill.


Josefina Sartora

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