15 de junio de 2015

Dos notas breves

Leopardi, el joven fabuloso (Il giovane favoloso) 
Dirección: Mario Martone 
Guión: Mario Martone e Hippolita Di Majo
Italia/2014


Durante el último festival de Venecia despertó mucho entusiasmo entre el público italiano la historia biográfica del poeta Giacomo Leopardi (1798-1837), uno de los más notables intelectuales de la península. Elio Germano es el actor de una lograda composición de este personaje sensitivo, un joven noble, talentoso, encerrado en una biblioteca, sometido por su padre. Con una salud muy débil y deformación progresiva, también progresan sus ideales revolucionarios, que lo llevan a confrontar con la alta sociedad a la que pertenece. Acaba de estrenarse entre nosotros, tras su paso por la excelente Semana del cine Italiano.

Biopic de qualité, en que la recreación de época está muy cuidada, aunque los personajes son esquemàticos. Vida y obra de Leopardi aparecen íntimamente articuladas, y aunque se prolongan la lectura de su obra y el didactismo, el film logra transmitir la esencia de la poesía de ese genio romántico.


La Salada
Dirección y guión: Juan Martín Hsu
Argentina/2014


El prejuicio al llegar a una película es una peligrosa trampa de doble filo. Las expectativas pueden conspirar contra un film o puede sobrevenir la sorpresa, y dejarnos ganar por ella. Es lo que me sucedió con La Salada, opera prima argentina vista en la Competencia internacional del Bafici de 2014, cuya gacetilla no me representaba mucho estímulo. Esperaba ver un documento sobre la inmensa feria, pero resultó un film de ficción sobre su gente, realizado con una sensibilidad y delicadeza admirables.

El joven Hsu narra tres historias apenas conectadas entre sí sobre algunos de los miles de inmigrantes que trabajan en el lugar. Una: padre e hija coreanos, dueños de una pequeña industria textil y dos puestos de venta. Pese a que hace años que viven en Argentina, el padre sólo habla coreano, y su hija oficia de mano derecha. Conservador de las tradiciones, ha arreglado el matrimonio de la joven con el hijo de un compatriota. Ignacio Huang, presente en toda película argentina que presente un personaje oriental, tiene aquí la oportunidad para desarrollar su personaje, y lo logra con éxito. Otra: Bruno, recién llegado de Bolivia en busca de trabajo, fracasa como camarero hasta que encuentra su lugar junto al coreano. Y la tercera: Huang es un taiwanés que copia películas en dvd para venderlas en su puesto, mientras mira cine argentino. Su único ser cercano es su madre, con quien habla por teléfono a Taiwan, y quien le insiste que consiga novia. “Estoy en eso” le dice al fin.

El film desarrolla esas historias, esas relaciones humanas con tanto ingenio como delicadeza, sin pretensiones, sin procurar asombrar ni ser muy original, logra una frescura que extrañábamos en el cine argentino más joven.
Las lenguas acentúan la esencia de la extranjeridad: coreano, mandarín, quechua, castellano se alternan, se mezclan y se utilizan de acuerdo con cada necesidad.

Una delicia, en suma.

Josefina Sartora

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