Leopardi, el joven fabuloso (Il giovane favoloso)
Dirección: Mario Martone
Guión: Mario Martone e Hippolita Di Majo
Italia/2014
Durante el último festival de Venecia despertó
mucho entusiasmo entre el público italiano la historia biográfica del poeta
Giacomo Leopardi (1798-1837), uno de los más notables intelectuales de la península.
Elio Germano es el actor de una lograda composición de este personaje
sensitivo, un joven noble, talentoso, encerrado en una biblioteca, sometido por
su padre. Con una salud muy débil y deformación progresiva, también progresan
sus ideales revolucionarios, que lo llevan a confrontar con la alta sociedad a
la que pertenece. Acaba de estrenarse entre nosotros, tras su paso por la excelente Semana del cine Italiano.
Biopic de qualité, en que la recreación de
época está muy cuidada, aunque los personajes son esquemàticos. Vida y obra de
Leopardi aparecen íntimamente articuladas, y aunque se prolongan la lectura de
su obra y el didactismo, el film logra transmitir la esencia de la poesía de ese
genio romántico.
La Salada
Dirección y guión: Juan
Martín Hsu
Argentina/2014
El prejuicio al llegar a
una película es una peligrosa trampa de doble filo. Las expectativas pueden
conspirar contra un film o puede sobrevenir la sorpresa, y dejarnos ganar por
ella. Es lo que me sucedió con La Salada, opera prima argentina vista en la Competencia internacional del Bafici de 2014, cuya gacetilla no me representaba mucho estímulo.
Esperaba ver un documento sobre la inmensa feria, pero resultó un film de ficción
sobre su gente, realizado con una sensibilidad y delicadeza admirables.
El joven Hsu narra tres
historias apenas conectadas entre sí sobre algunos de los miles de inmigrantes
que trabajan en el lugar. Una: padre e hija coreanos, dueños de una pequeña industria
textil y dos puestos de venta. Pese a que hace años que viven en Argentina, el
padre sólo habla coreano, y su hija oficia de mano derecha. Conservador de las
tradiciones, ha arreglado el matrimonio de la joven con el hijo de un
compatriota. Ignacio Huang, presente en toda película argentina que presente un
personaje oriental, tiene aquí la oportunidad para desarrollar su personaje, y
lo logra con éxito. Otra: Bruno, recién llegado de Bolivia en busca de trabajo,
fracasa como camarero hasta que encuentra su lugar junto al coreano. Y la
tercera: Huang es un taiwanés que copia películas en dvd para venderlas en su
puesto, mientras mira cine argentino. Su único ser cercano es su madre, con
quien habla por teléfono a Taiwan, y quien le insiste que consiga novia. “Estoy
en eso” le dice al fin.
El film desarrolla esas
historias, esas relaciones humanas con tanto ingenio como delicadeza, sin
pretensiones, sin procurar asombrar ni ser muy original, logra una frescura que
extrañábamos en el cine argentino más joven.
Las lenguas acentúan la
esencia de la extranjeridad: coreano, mandarín, quechua, castellano se
alternan, se mezclan y se utilizan de acuerdo con cada necesidad.
Una delicia, en suma.
Josefina Sartora
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