22 de julio de 2015

2º Festival Asterisco


Acabamos de tener otra edición del festival Asterisco, de cine lgbtiq, dedicado a toda forma de diversidad sexual y de género, con un fuerte cuestionamiento a la sociedad patriarcal imperante. Dirigido por la activa Albertina Carri, este año volvió a contar con la colaboración en la programación del historiador Fernando Peña y del especialista Diego Trerotola, quien recientemente fuera jurado de la sección Teddy del festival de Berlín. Asterisco se realiza con el auspicio de la Secretaría de Cultura (de la Nación, obviamente, el actual gobierno de la ciudad nunca ha apoyado una actividad semejante) y la apertura tuvo un fuerte carácter político, en un año de elecciones. Los discursos destacaron los avances sociales de los últimos años: la ley de matrimonio igualitario, de género, y otras políticas de inclusión y anti discriminatorias como nunca había habido antes en Argentina.

La programación incluyó una sección de competencia, largometrajes destacados de ficción y documentales, cortometrajes, y otras secciones: una dedicada al director español Eloy de la Iglesia, al cine de vampiras lesbianas, mujeres en la cárcel, cine gay argentino, etc. De la lista de más de cien títulos, muy poco será lo que tengamos oportunidad de volver a ver, dadas las políticas discriminatorias y comerciales de la distribución mundial. Quiero referirme a dos filmes destacados, que difícilmente tengan estreno local.

La película de apertura constituyó uno de las más notables del conjunto, una obra belga prohibida en su país y con nulas posibilidades de estreno aquí, por la valentía con que encara la pedofilia de los curas, y la protección que siguen teniendo de la Iglesia católica. En el nombre del hijo, de Vincent Lannoo, sigue el derrotero azarosos de una madre de familia, devota católica, quien dirige con firme convicción una audición de la radio católica aconsejando a quienes sufren de crisis de fe, y acoge en su hogar a un cura de su parroquia. Tras la muerte de su marido, Elizabeth choca con una realidad que hasta entonces no había podido (o querido) ver: su marido e hijo mayor pertenecían a un grupo fundamentalista que entrena militarmente para matar árabes, y el chico está siendo abusado por el cura que vive con ellos. El choque no termina allí, el chico se mata y ella decide hacer justicia por sus propios medios, hasta las últimas consecuencias. Un film que navega entre el drama y la ironía más ácida, sin sutilezas, con una actriz (Astrid Whettnall) que, sin máscaras, con sltura, va pasando de la beatitud al crimen, encarnando a toda una sociedad que ha decidido no permitir más estos abusos centenarios.

Otro film destacable es el ganador de la competencia de documentales, El hombre nuevo, dirigido por el uruguayo Aldo Garay que vine de ganar el premio Teddy en Berlín. Con una historia durísima como la de tantas travestis, Stephanía fue antes Roberto, un niño nicaragüense adoptado por un matrimonio uruguayo exiliado, que lo apartó de su familia al volver a Uruguay y renegó de él cuando optó por su identidad de género. Con imágenes tomadas hace años y en la actualidad, el film realiza un recorrido en el tiempo pero también en el espacio, acompañando a Stephanía en su situación de calle, cuando las pensiones a las que acude le niegan alojamiento, y en su regreso a Nicaragua para reencontrar a su familia, de la cual lo único que espera es aceptación. Marginalidad, discriminación, y sobre todo soledad en una historia conmovedora en la que el hombre nuevo habla de revoluciones que no son sólo políticas. 

El diputado (1979) es una película emblemática de Eloy de la Iglesia, director del destape español de los ´80. Otro film que desenmascara las hipocresías de un sistema, con un joven José Sacristán estupendo como el diputado que no ha salido del closet y se expone a chantajes y aprietes varios. Al diputado, antes clandestino en todo sentido, lo pierden los chicos, y ante ellos se arriesga sin miedo, con el apoyo de su comprensiva esposa. Un film absolutamente insólito para la época y su país de origen.


Josefina Sartora

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