2º
Festival Asterisco
Acabamos de tener otra edición del festival
Asterisco, de cine lgbtiq, dedicado a toda forma de diversidad sexual y de
género, con un fuerte cuestionamiento a la sociedad patriarcal imperante.
Dirigido por la activa Albertina Carri, este año volvió a contar con la
colaboración en la programación del historiador Fernando Peña y del
especialista Diego Trerotola, quien recientemente fuera jurado de la sección
Teddy del festival de Berlín. Asterisco se realiza con el auspicio de la Secretaría
de Cultura (de la Nación, obviamente, el actual gobierno de la ciudad nunca ha
apoyado una actividad semejante) y la apertura tuvo un fuerte carácter
político, en un año de elecciones. Los discursos destacaron los avances
sociales de los últimos años: la ley de matrimonio igualitario, de género, y
otras políticas de inclusión y anti discriminatorias como nunca había habido
antes en Argentina.
La programación incluyó una sección de
competencia, largometrajes destacados de ficción y documentales, cortometrajes,
y otras secciones: una dedicada al director español Eloy de la Iglesia, al cine
de vampiras lesbianas, mujeres en la cárcel, cine gay argentino, etc. De la
lista de más de cien títulos, muy poco será lo que tengamos oportunidad de
volver a ver, dadas las políticas discriminatorias y comerciales de la
distribución mundial. Quiero referirme a dos filmes destacados, que
difícilmente tengan estreno local.
La película de apertura constituyó uno de
las más notables del conjunto, una obra belga prohibida en su país y con nulas
posibilidades de estreno aquí, por la valentía con que encara la pedofilia de
los curas, y la protección que siguen teniendo de la Iglesia católica. En el
nombre del hijo, de Vincent Lannoo, sigue el derrotero azarosos de una
madre de familia, devota católica, quien dirige con firme convicción una
audición de la radio católica aconsejando a quienes sufren de crisis de fe, y
acoge en su hogar a un cura de su parroquia. Tras la muerte de su marido,
Elizabeth choca con una realidad que hasta entonces no había podido (o querido)
ver: su marido e hijo mayor pertenecían a un grupo fundamentalista que entrena
militarmente para matar árabes, y el chico está siendo abusado por el cura que
vive con ellos. El choque no termina allí, el chico se mata y ella decide hacer
justicia por sus propios medios, hasta las últimas consecuencias. Un film que
navega entre el drama y la ironía más ácida, sin sutilezas, con una actriz (Astrid
Whettnall) que, sin máscaras, con sltura, va pasando de la beatitud al crimen,
encarnando a toda una sociedad que ha decidido no permitir más estos abusos
centenarios.
Otro film destacable es el ganador de la
competencia de documentales, El hombre nuevo, dirigido por el
uruguayo Aldo Garay que vine de ganar el premio Teddy en Berlín. Con una historia
durísima como la de tantas travestis, Stephanía fue antes Roberto, un niño nicaragüense
adoptado por un matrimonio uruguayo exiliado, que lo apartó de su familia al
volver a Uruguay y renegó de él cuando optó por su identidad de género. Con
imágenes tomadas hace años y en la actualidad, el film realiza un recorrido en
el tiempo pero también en el espacio, acompañando a Stephanía en su situación
de calle, cuando las pensiones a las que acude le niegan alojamiento, y en su
regreso a Nicaragua para reencontrar a su familia, de la cual lo único que
espera es aceptación. Marginalidad, discriminación, y sobre todo soledad en una
historia conmovedora en la que el hombre
nuevo habla de revoluciones que no son sólo políticas.
El diputado (1979) es
una película emblemática de Eloy de la Iglesia, director del destape español de
los ´80. Otro film que desenmascara las hipocresías de un sistema, con un joven
José Sacristán estupendo como el diputado que no ha salido del closet y se
expone a chantajes y aprietes varios. Al diputado, antes clandestino en todo
sentido, lo pierden los chicos, y ante ellos se arriesga sin miedo, con el
apoyo de su comprensiva esposa. Un film absolutamente insólito para la época y
su país de origen.
Josefina Sartora
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