14 de julio de 2015

Cierre de Ventana Andina

La segunda edición de Ventana Andina dejó muy buenos resultados, sobre todo por el acceso y difusión de una cinematografía que llega poco hasta nosotros, la de la zona de los Andes. Constituyó un fenómeno de alta intensidad, con gran cantidad de actividades paralelas, proyecciones e invitados, y enorme afluencia de público a sus funciones -cabe destacar- gratuitas. Tal vez un poco largo, sus días fueron muy activos con proyecciones y actos no sólo en San Salvador de Jujuy sino también en otras localidades de la provincia. Los críticos acreditados disfrutamos de la hospitalidad de esa región maravillosa y de la organización, que tuvo una cordial y ejecutiva oficina de Prensa.


El primer premio en la Competencia Internacional fue para Climas de la directora peruana Enrica Pérez. Film estructurado con tres historias de mujeres, en distintas zonas del Perú, que le dan, cada una, su clima y color al relato. La primera en la selva, verde, es el despertar de una niña a la adultez y a una sexualidad abusada. La segunda, en la costa, azul y gris, con una mujer de clase alta insatisfecha y frustrada. La última y la más lograda, en la montaña, roja y sepia, una mujer solitaria, silenciosa y trabajadora recibe la visita de su hijo díscolo después de varios años. Un film pequeño, que presenta personajes reconocibles, algo esquemáticos, que por su propia limitación carece de profundidad, sólo llega a presentar las situaciones, a crear los climas, sin desarrollarlos. Tres psicologías, tres clases sociales y culturales, tres historias arquetípicas. Con una realización técnicamente impecable y asombrosa por tratarse de una opera prima.

Llegué tarde (en la vida) a ver El patrón, radiografía de un crimen, de Sebastián Schindel, que fue estrenada en Buenos Aires hace unos meses. Excelente film, que logró varios premios en la Competencia Internacional. Excelente por su tratamiento durísimo, casi sin concesiones, sobre dos temas: la situación de esclavitud que viven muchos, sobre todo quienes llegan desamparados del campo o del interior, sin preparación para el salto cultural y social que implica el traslado a la gran ciudad, y el comercio ilegal de la carne, un producto tan relacionado con nuestra idiosincrasia nacional. Excelente por el desarrollo del relato, que comienza después del crimen, y prosigue con su reconstrucción en alternados flashbacks. El film ganó también el premio a la Dirección de Arte. Excelente por la actuación de un elenco destacable: Joaquín Furriel sufre una transformación física para dar con el physique du rol, y cumple una brillante performance, Luis Ziembrowski buenísimo como el patrón abusador, un rol de villano que sabe hacer de taquito, y Germán da Silva impecable como siempre; esperamos que se aventure en roles que se aparten de los que ha interpretado hasta ahora, todos de la misma extracción social. Por último, pero lo más importante, Mónica Lairana cumple otra perfecta performance que le ha merecido con justicia el premio a mejor actriz del festival; ojalá que este reconocimiento a su talento le permita un lugar más destacado en futuras películas del cine nacional. El único reparo al film lo merece su última parte, que pierde algo del rigor que la película había sostenido antes. No obstante, es uno de los grandes estrenos del año, aunque a algunos les arruine la digestión ver tanta carne podrida.

Resultaron una alegría los premios que recibió La mujer de los perros: mejor dirección de Laura Citarella y Verónica Llinás, y Mejor Fotografía de Soledad Rodríguez. Los premios de Competencia Argentina son absolutamente merecidos: La Salada –Ignacio Huang ganó el premio a mejor actor del festival Ventana Andina-, Ciencias Naturales y Mika, mi guerra de España. El cerrajero, la otra gran favorita, no salió airosa del debate de los jurados y quedó sin premio.

El documental que ganó por unanimidad el premio de su sección fue Alfaro Vive Carajo del ecuatoriano Mauricio Samaniego Ponce. El título es el nombre de un movimiento armado que luchó en Ecuador en los años ´80 por la justicia social, democracia y soberanía, y fue ferozmente perseguido y eliminado. Con documentos de época, los sobrevivientes dan testimonio de operativas que mucho se parecen a la historia reciente argentina

En esa sección vi Los castores, documental chileno de Nicolás Molina y Antonio Luco sobre la acción devastadora de los castores en la isla de Tierra del Fuego. Importados de Canadá en 1946, hoy constituyen una plaga por no existir en la zona sus depredadores naturales, y causan inundaciones y la muerte y extinción de especies de flora y fauna. En consecuencia, el ecosistema natural de la zona se está alterando gravemente. El documental registra el trabajo de dos biólogos dedicados a su estudio y eliminación, aunque una frase lo resume todo: “hemos matado 72 castores, pero son 150.000…” Correcto, interesante, propone una reflexión sobre el cuidado de la naturaleza y la relación del hombre con el animal, y al parecer tiene su similar argentino, Invasión del fin del mundo, que debo ver.


Uno de los momentos evocadores en Ventana Andina lo constituyó el homenaje al film Casas de fuego de Juan Bautista Stagnaro, a los 20 años de su realización. Además de su proyección, hubo un acto en la locación donde se filmó la película, hoy en ruinas, cerca del pueblo de El Volcán, con la presencia del Secretario de Cultura de la provincia de Jujuy y organizador del Festival, el activo Gonzalo Morales, y miembros del quehacer cinematográfico. Allí, el productor del film Pablo Rovito recordó momentos del rodaje, y se realizó una ceremonia de ofrenda a la Pachamama coordinada por una funcionaria nativa de los pueblos originarios. Posteriormente, en el vecino y maravilloso enclave de Purmamarca, se inauguró una salita de proyección en instalaciones del Cabildo.

Otro momento significativo tuvo lugar con la proyección de La historia oficial en copia restaurada, con la presencia de su director Luis Puenzo, quien además dio varias charlas sobre dirección con amplia presencia de los estudiantes de cine de la ENERC de esta ciudad. El film, que ha envejecido con dignidad y mantiene su vigencia, y que vista en perspectiva constituye la mejor actuación de su carrera de Norma Aleandro, cerró las proyecciones de Ventana Andina y fue interesante observar que casi todos los críticos que habíamos viajado desde Buenos Aires estuvimos presentes.

¡Por más Ventanas!


Josefina Sartora

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