Terapia en Broadway (She´s
Funny That Way)
Dirección: Peter
Bogdanovich
Guión: Peter Bogdanovich
y Louise Straten
Estados Unidos/2014
Hacía muchos años que no
se estrenaba un film de Peter Bogdanovich en Argentina. Vuelve a las salas con
una comedia americana mainstream,
homenaje a la screwball comedy de los
años dorados de Hollywood, con el recuerdo explícito de Lubitsch, Hawks y
tantos otros. Comedia de enredos, de coincidencias azarosas, de parejas que se
cruzan, en un torbellino de situaciones equívocas en las que reina la confusión
divertida.
Y con muchos conocidos:
Owen Wilson es aquí un director de teatro felizmente casado con su actriz quien,
en sus noches de libertad, contrata prostitutas a las que después patrocina
para que dejen su profesión y se dediquen a alguna tarea creativa que les
interese. Pasa su primera noche en Nueva York con una encantadora call girl, Isabella, de gran corazón (Imogen
Poots), con quien cumple su ritual, sin saber que al día siguiente, en la
audición de su obra, ella sería la mejor postulante para compartir escenario
con su esposa (Kathryn Hahn) y un viejo amigo de ambos (Rhys Ifans), testigo de
esa noche infiel. A partir de allí, los enredos se suceden, con el agregado de
la intervención del autor de la obra y su novia psicoterapeuta, una desopilante
Jennifer Aniston. También tendrá su lugar Cybill Shepherd y otros más, todos confluyendo
casualmente en sitios emblemáticos de Nueva York.
Como en toda screwball, el diálogo es permanente, con
líneas filosas y rápidas como látigos, y la tensión va en aumento mientras
estamos pendientes de que todo estalle en el colapso final. Así como se disparan
las palabras, también los sentimientos entran en juego en cruces mortales:
atracción, deseo, celos, competencia, revancha, cobran sus víctimas. Y por
añadidura, la obra teatral que se ensaya constituye una puesta en abismo de las
situaciones que viven los personajes en su vida real. Estructurado como un
largo flashback de Isabella quien es
entrevistada cuando ya es una actriz famosa, su relato funciona como paréntesis
o momentos de reposo en esa vorágine.
Por momentos divertida,
la película sin embargo no suena original. Sus toques cinéfilos, el uso de la
música de jazz, los diálogos y las locaciones en Nueva York, incluso la paleta
de colores elegida siguen con gracia las huellas de Woody Allen, pero sin la
genialidad que aquél supo mostrar en sus años dorados.
Josefina Sartora
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