Rabo de peixe
Dirección y guión:
Joaquim Pinto y Nuno Leonel
Portugal/2014
Fuera de los centros de
exhibición comercial, en el Centro Caras y Caretas, se estrena uno de los más
destacados documentales del año, Rabo de Peixe, dirigido por Joaquim
Pinto y Nuno Leonel, quienes también habían dado el mejor documental estrenado
en 2014, E agora? Lembra me. Con este antecedente, después de su paso
por festivales, y antes de su proyección en el Festival de Nueva York donde
estaremos, la película despertaba mucha expectativa. Que no ha sido defraudada.
Se trata de un bellísimo, así como doliente documental sobre un oficio en
extinción: la pesca artesanal en las Islas Azores, con foco en el puerto de la
Isla San Miguel, Rabo de Peixe (Cola de Pescado), filmado cuando este oficio
todavía estaba vigente, entre 1999 y 2001, y constituía la fuente de trabajo y
vida para gran cantidad de pobladores.
La pareja de directores
se estableció en las Azores durante dos años, y siguieron con su cámara la
actividad de Pedro y sus compañeros, casi todos familiares, en su barca donde
cada día, desde las 3 de la mañana, salen a pescar el pez espada y otras
especies estacionales, como la centolla. El fruto de esa pesca artesanal
constituía el 40 % de las exportaciones de las islas, rumbo a países
consumidores de bocados exquisitos. Posteriormente, de manera paulatina esa
actividad ha sido sustituida por la pesca industrial, con barcos factorías que
han reemplazado esas barcas tan bonitas, al igual que ha sucedido en mi ciudad
natal, Mar del Plata.
El film de Pinto y Leonel
tiene su propia historia: criticado en una primera versión, por mostrar un
aspecto que a los isleños no les agradó, fue proyectado por TV en una versión
de 55 minutos. Pero ante la progresiva destrucción de la pesca artesanal, los
directores rescataron el material filmado hace 15 años y montaron esta versión con
un nuevo corte para las salas de cine, de 103 minutos, más fiel a su intención
original.
Con la misma sensibilidad
con que los directores filmaron el duro calvario de Pinto con el padecimiento
de su enfermedad en E agora? Lembra me, pero con mucha más vitalidad, filman la
labor de esos hombres (la película es exclusivamente masculina) en el mar. Con
extraordinarias panorámicas del mar y las costas, con el agregado de que Nuno
es buzo, y capta también el interior de ese mar entonces muy poblado, el film
constituye un testimonio de tiempos idos, el ocaso de una época y también, la
puesta en riesgo de la naturaleza. La pesca industrial excede en mucho la
capacidad de reproducción de los océanos, mientras que la artesanal nunca ha
puesto en riesgo la perdurabilidad de las especies. Pedro y sus hermanos pescan
con líneas de múltiples anzuelos, que preparan cada día, al regreso del mar,
así como sus redes. Y jamás caen en el automatismo de la producción industrial.
La realización del film
resultó también artesanal, ya que ambos directores tuvieron a su cargo todos
los rubros técnicos. El documental no se limita a las actividades de la pesca,
registra también la vida cotidiana del
pueblo, sus fiestas populares. Las Azores se encuentran en medio del Atlántico,
donde se cruzan las placas americana y europea; su población tiene origen
morisco, son grandes trabajadores, entre quienes prima el honor y vale la
palabra dada, con la cual se sellan los contratos. Gradualmente crece la
amistad entre los cineastas y los pescadores, a quienes acompañan cada día en
mar y tierra, creando un vínculo de intimidad y confianza, mientras van siendo
ganados por las islas, al punto de pensar en quedarse a vivir allí
definitivamente. Trabajando entre la épica y la nostalgia, entre el peligro y
la solidaridad, Rabo de peixe hoy resulta un documental imperdible.
Josefina Sartora
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