23 de septiembre de 2015

Filmar el trabajo

Rabo de peixe
Dirección y guión: Joaquim Pinto y Nuno Leonel
Portugal/2014


Fuera de los centros de exhibición comercial, en el Centro Caras y Caretas, se estrena uno de los más destacados documentales del año, Rabo de Peixe, dirigido por Joaquim Pinto y Nuno Leonel, quienes también habían dado el mejor documental estrenado en 2014, E agora? Lembra me. Con este antecedente, después de su paso por festivales, y antes de su proyección en el Festival de Nueva York donde estaremos, la película despertaba mucha expectativa. Que no ha sido defraudada. Se trata de un bellísimo, así como doliente documental sobre un oficio en extinción: la pesca artesanal en las Islas Azores, con foco en el puerto de la Isla San Miguel, Rabo de Peixe (Cola de Pescado), filmado cuando este oficio todavía estaba vigente, entre 1999 y 2001, y constituía la fuente de trabajo y vida para gran cantidad de pobladores.

La pareja de directores se estableció en las Azores durante dos años, y siguieron con su cámara la actividad de Pedro y sus compañeros, casi todos familiares, en su barca donde cada día, desde las 3 de la mañana, salen a pescar el pez espada y otras especies estacionales, como la centolla. El fruto de esa pesca artesanal constituía el 40 % de las exportaciones de las islas, rumbo a países consumidores de bocados exquisitos. Posteriormente, de manera paulatina esa actividad ha sido sustituida por la pesca industrial, con barcos factorías que han reemplazado esas barcas tan bonitas, al igual que ha sucedido en mi ciudad natal, Mar del Plata.

El film de Pinto y Leonel tiene su propia historia: criticado en una primera versión, por mostrar un aspecto que a los isleños no les agradó, fue proyectado por TV en una versión de 55 minutos. Pero ante la progresiva destrucción de la pesca artesanal, los directores rescataron el material filmado hace 15 años y montaron esta versión con un nuevo corte para las salas de cine, de 103 minutos, más fiel a su intención original.


Con la misma sensibilidad con que los directores filmaron el duro calvario de Pinto con el padecimiento de su enfermedad en E agora? Lembra me, pero con mucha más vitalidad, filman la labor de esos hombres (la película es exclusivamente masculina) en el mar. Con extraordinarias panorámicas del mar y las costas, con el agregado de que Nuno es buzo, y capta también el interior de ese mar entonces muy poblado, el film constituye un testimonio de tiempos idos, el ocaso de una época y también, la puesta en riesgo de la naturaleza. La pesca industrial excede en mucho la capacidad de reproducción de los océanos, mientras que la artesanal nunca ha puesto en riesgo la perdurabilidad de las especies. Pedro y sus hermanos pescan con líneas de múltiples anzuelos, que preparan cada día, al regreso del mar, así como sus redes. Y jamás caen en el automatismo de la producción industrial.

La realización del film resultó también artesanal, ya que ambos directores tuvieron a su cargo todos los rubros técnicos. El documental no se limita a las actividades de la pesca, registra también la vida  cotidiana del pueblo, sus fiestas populares. Las Azores se encuentran en medio del Atlántico, donde se cruzan las placas americana y europea; su población tiene origen morisco, son grandes trabajadores, entre quienes prima el honor y vale la palabra dada, con la cual se sellan los contratos. Gradualmente crece la amistad entre los cineastas y los pescadores, a quienes acompañan cada día en mar y tierra, creando un vínculo de intimidad y confianza, mientras van siendo ganados por las islas, al punto de pensar en quedarse a vivir allí definitivamente. Trabajando entre la épica y la nostalgia, entre el peligro y la solidaridad, Rabo de peixe hoy resulta un documental imperdible.


Josefina Sartora

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