Mi amiga del parque
Dirección: Ana Katz
Guión: Ana Katz e Inés
Bortagaray
Argentina-Uruguay/2015
Liz es una madre
primeriza. Su propia madre ha muerto hace un año, y ella se encuentra ante esta
nueva situación, desconocida, a solas, porque su marido se ha ido lejos por su trabajo,
y ella está desorientada, abrumada por un mundo nuevo que se abre ante ella y
en el cual no sabe muy bien cómo actuar. Para colmo, no tiene leche para
amamantar a su bebé Nicanor, con el cual vive –como toda madre reciente- una
relación simbiótica amorosa y mutuamente dependiente. En el parque donde pasea
con Nicanor conoce a Rosa, quien también pasea una beba, hija de su hermana,
aunque Rosa parece ser la madre de Clarisa.
Ana Katz vuelve a
desplegar su inteligencia para desarrollar un tema femenino, sin declamaciones
de género. Como en Una novia errante, se interna en el universo de la mujer desde
un lugar poco habitual, dada la hegemonía de la mirada masculina en todo el
cine hasta fin del siglo XX, y muy poco transitado en el cine. La maternidad
como una aventura, la entrada a un universo desconocido y lleno de sorpresas. El
film está presentado desde el punto de vista de Liz, sin subrayados, sin
psicologismos. Todo son indicios, sutilezas del proceso de apertura que está
viviendo. Apertura a su bebé y la maternidad, asomarse a otras formas alternativas
de constituirse como madre. Rosa y Renata, con toda su inestabilidad, su conducta
algo dudosa, no dejan de mostrarle que
no existe una sola forma de ser madre.
Mi amiga del parque se estrena en el mismo mes que El
clan, celebrado y promocionado estreno nacional. Estéticamente, el film
de Katz se ubica en la vereda opuesta del de Trapero. Si El clan se limita a
ilustrar una historia muy sonada, por todos conocida, sin permitirse el menor
gesto de vuelo imaginativo, Mi amiga del parque también se basa
en un hecho conocido por todas las madres, pero a partir de allí, se permite
todas las libertades para imaginar actitudes alternativas, libres, opciones fuera
de la convención o de lo que se espera de la nueva madre, de la maternidad
compartida, de la solidaridad entre las madres. Mientras El clan se acerca a la
superproducción, con una recreación de época estupendamente lograda, Mi
amiga del parque sólo cuenta –ni más ni menos- que con un buen guión y
actrices extraordinarias, que poseen una enorme convicción por su trabajo, y
dejan lo mejor de sí ante la cámara. Julieta Zylberberg genial como la
contradictoria Rosa, confundida en su nuevo rol, que atraviesa momentos
delirantes –cuando está pendiente de su bebé mientras ella llora bajo la ducha,
o cuando revisa la cartera de su nueva amiga-; Ana Katz y Maricel Álvarez
componen ese dúo de hermanas freak, siempre con la frase ambigua, el detalle
sorprendente, la propuesta inusitada. Entre las tres se logra un clima
suspensivo, intrigante, y estamos alertas porque puede sobrevenir cualquier
sorpresa desde lo cotidiano y sobre todo cuando aparece una pistola en escena.
El film siempre realiza
una pirueta para no colocarse en el lugar esperado, siempre corre el foco de
donde se supone que debería estar. Katz ha declarado
que el film avanza hasta el borde del juicio, evitando caer en él. Para ello
está allí el juicio de los otros: la opinión de las madres del parque (“Rosa es
un personaje que te la voglio dire…”) o la mirada censuradora de la empleada de
Liz, interpretada por la contundente Mirella Pacual, célebre por su rol en Whisky.
Si bien el hombre está ausente, o muy
lejano, en la figura del marido, hay un padre presente, en el grupo que pasea
por ese parque. Y el otro varón relevante es Bill Nieto, el fotógrafo, que supo
mostrar ese parque como el espacio abierto y de libertad (en Montevideo, claro,
aquí están casi todos enrejados) donde las madres buscan su camino.
Josefina Sartora
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