17 de septiembre de 2015

Madre no hay una sola

Mi amiga del parque
Dirección: Ana Katz
Guión: Ana Katz e Inés Bortagaray
Argentina-Uruguay/2015


Liz es una madre primeriza. Su propia madre ha muerto hace un año, y ella se encuentra ante esta nueva situación, desconocida, a solas, porque su marido se ha ido lejos por su trabajo, y ella está desorientada, abrumada por un mundo nuevo que se abre ante ella y en el cual no sabe muy bien cómo actuar. Para colmo, no tiene leche para amamantar a su bebé Nicanor, con el cual vive –como toda madre reciente- una relación simbiótica amorosa y mutuamente dependiente. En el parque donde pasea con Nicanor conoce a Rosa, quien también pasea una beba, hija de su hermana, aunque Rosa parece ser la madre de Clarisa.

Ana Katz vuelve a desplegar su inteligencia para desarrollar un tema femenino, sin declamaciones de género. Como en Una novia errante, se interna en el universo de la mujer desde un lugar poco habitual, dada la hegemonía de la mirada masculina en todo el cine hasta fin del siglo XX, y muy poco transitado en el cine. La maternidad como una aventura, la entrada a un universo desconocido y lleno de sorpresas. El film está presentado desde el punto de vista de Liz, sin subrayados, sin psicologismos. Todo son indicios, sutilezas del proceso de apertura que está viviendo. Apertura a su bebé y la maternidad, asomarse a otras formas alternativas de constituirse como madre. Rosa y Renata, con toda su inestabilidad, su conducta algo dudosa,  no dejan de mostrarle que no existe una sola forma de ser madre.

Mi amiga del parque se estrena en el mismo mes que El clan, celebrado y promocionado estreno nacional. Estéticamente, el film de Katz se ubica en la vereda opuesta del de Trapero. Si El clan se limita a ilustrar una historia muy sonada, por todos conocida, sin permitirse el menor gesto de vuelo imaginativo, Mi amiga del parque también se basa en un hecho conocido por todas las madres, pero a partir de allí, se permite todas las libertades para imaginar actitudes alternativas, libres, opciones fuera de la convención o de lo que se espera de la nueva madre, de la maternidad compartida, de la solidaridad entre las madres. Mientras El clan se acerca a la superproducción, con una recreación de época estupendamente lograda, Mi amiga del parque sólo cuenta –ni más ni menos- que con un buen guión y actrices extraordinarias, que poseen una enorme convicción por su trabajo, y dejan lo mejor de sí ante la cámara. Julieta Zylberberg genial como la contradictoria Rosa, confundida en su nuevo rol, que atraviesa momentos delirantes –cuando está pendiente de su bebé mientras ella llora bajo la ducha, o cuando revisa la cartera de su nueva amiga-; Ana Katz y Maricel Álvarez componen ese dúo de hermanas freak, siempre con la frase ambigua, el detalle sorprendente, la propuesta inusitada. Entre las tres se logra un clima suspensivo, intrigante, y estamos alertas porque puede sobrevenir cualquier sorpresa desde lo cotidiano y sobre todo cuando aparece una pistola en escena.


El film siempre realiza una pirueta para no colocarse en el lugar esperado, siempre corre el foco de donde se supone que debería estar. Katz ha declarado que el film avanza hasta el borde del juicio, evitando caer en él. Para ello está allí el juicio de los otros: la opinión de las madres del parque (“Rosa es un personaje que te la voglio dire…”) o la mirada censuradora de la empleada de Liz, interpretada por la contundente Mirella Pacual, célebre por su rol en Whisky.

Si bien el hombre está ausente, o muy lejano, en la figura del marido, hay un padre presente, en el grupo que pasea por ese parque. Y el otro varón relevante es Bill Nieto, el fotógrafo, que supo mostrar ese parque como el espacio abierto y de libertad (en Montevideo, claro, aquí están casi todos enrejados) donde las madres buscan su camino.


Josefina Sartora

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