El espéndido Festival de Nueva York, 2
El Festival de Nueva York
siguió presentando películas notables. Entre ellas, The Treasure (Comoara) de
Corneliu Porumboiu, constituye un nuevo hallazgo de la cinematografía rumana, y
otra muestra de cómo una historia pequeña, y que en este caso bordea el
absurdo, puede dar lugar a complejas situaciones y reflexiones que la
trascienden. Costi, un burgués pequeño
pequeño comienza a soñar con grandezas cuando un vecino llega a proponerle
desenterrar un tesoro que su abuelo habría ocultado años atrás en el jardín de
su casa de campo. Con la colaboración de un técnico y su detector de metales,
se ponen a la búsqueda, en una suerte de programa de fin de semana. Hay
complicaciones, claro: el técnico no es muy colaborador, y la ley indica que
todo elemento que pueda contener valor cultural o esté relacionado con la historia
de Rumania, debe ser declarado, y ceder parte de él al estado. El film tiene
momentos hilarantes, el absurdo crece a medida que pasan las horas de búsqueda,
las derivaciones recuerdan los films anteriores de Porumboiu, sobre todo Policía,
adjetivo y su puesta en ridículo de la burocracia. Porumboiu mantiene
un suspenso interesante, y la permanente duda de si se está hablando en serio o
acaso todo se trata de una sátira. Pero sí, el asunto va en serio, sobre todo
en la opinión de Costi, que busca la admiración de su hijo. Toda la peripecia,
con su ambigüedad y cambios de todo, está abierta a múltiples lecturas
referidas a la política, la moral, la familia y la sociedad.
Hong Sang Soo es un
director muy prolífico, filma una película por año o más, y desarrolla siempre
el mismo asunto: un intelectual o artista –muchas veces relacionado con el
cine- sale de Seúl a algún lugar del interior de Corea del Sur, donde se
relaciona con jóvenes intelectuales; conversan mucho, pasean, comen y sobre
todo beben muchísimo alcohol. En Right Now, Wrong Then repite esa
fórmula; aquí es el encuentro con un director de cine y una joven pintora, con
el agregado de la puesta en ridículo del alter ego del realizador. Después de
la mitad se presenta el otro punto en común en sus películas: hay una variación
sobre lo desarrollado previamente, cambiando el punto de vista o el tono de la
historia. Ante una película de Hong siempre vivo la sensación del déjà vu, me parece que esta película ya
la he visto, aunque sé que no es posible, que se trata de un estreno. Pasado lo
cual, solo resta entregarse a la simpatía de la historia.
The Assassin le valió a Hou Hsiao-hsien el premio como mejor
director en el último Festival de Cannes. Es su primera incursión en el género literario
de wuxia, que combina elementos de
diversas artes con las artes marciales, y la realización de esta obra le llevó
mucho tiempo, desde su anterior El vuelo del globo rojo (2008). La
historia se centra en el regreso de una princesa (Shu Qi) que ha sido formada
en la lucha durante varios años por una suerte de monja guerrera, también de
sangre noble, con el fin de eliminar a los enemigos de su patria: ella es la
asesina del título. La historia transcurre en el siglo IX; las rivalidades
entre el emperador y las provincias ponen al reino al borde de la guerra, y si
bien la joven tiene la misión de matar a su primo, evita responder violencia
con violencia: el deber enfrenta los sentimientos, la espada al corazón. El
film combina escenas de acción, rápidas y violentas, con otras casi extáticas,
meditativas y atmosféricas, con largos planos en lo que poco sucede. No es
fácil seguir las vueltas del relato, pero en un momento el espectador comprende
que eso no es lo que realmente importa: la imagen tiene tal potencia, la
fotografía de Mark Lee Ping Bin es de una belleza tan apabullante, la
coreografía de la lucha resulta tan exquisita, que todo lo demás queda
relegado. La película fue filmada en Mongolia, en sitios que conservan un modo
de vida primitivo, y las escena exteriores tienen lugar en paisajes
alucinantes, montañas invadidas por las nubes, las luchas –que son espontáneas,
sin ensayos previos- en medio de bosques de abedules. En interiores, Hou recrea
los ambientes de la dinastía Tang, y la acción es tomada en planos laterales a
través de velos, o cortinas, con un extraordinario uso de la luz, muchas veces
natural. The Assassin es una joya, una obra de arte exquisita.
El festival cerró con el
estreno de Miles Ahead, esperado debut como director del conocido actor Don
Cheadle. El título es un juego de palabras entre la palabra millas y el nombre del célebre
trompetista Miles Davis, uno de los mejores músicos de jazz del siglo XX. Millas adelante, porque el film
trascurre en dos tiempos diferentes: el de su momento de mayor éxito y el de su
decadencia. Estructurado en base al permanente montaje de flashbacks del primero y escenas en el segundo el momento, el film
tiene un ritmo intenso, a veces acelerado, porque combina dos géneros: el
biopic y la acción. Interpretado por el mismo Cheadle -en una caracterización
admirable, tanto físicamente , con su voz averiada, como psicológicamente-, no
se pretende como una biografía del músico sino como un tratamiento original del
clásico tópico de ascenso y caída, aunque el ascenso tiene sus bajas y la caída,
sus momentos de nobleza. Davis tiene dos compañeros: en el pasado, su amada
esposa, excelente Emayatzy Corinealdi, y en los ´70, Ewan McGregor como un
periodista inescrupuloso que lo acompaña en la recuperación de una preciada
cinta que le ha sido robada. En esta sección el film pierde a veces de vista a
su protagonista, mejor retratado en los momentos del pasado, con una banda
musical espléndida y luminosa. El pasaje de uno a otro momento suele producirse
con la reiteración de un movimiento, un gesto, una palabra: Davis cae en un
momento y se levanta en otra década de su vida, así en sucesivas ocasiones, que
pueden resultar reiteradas. Pese a su conducta abusiva y misógina, y sus
adicciones, todo mostrado sin tapujos, el film lo perdona. Como bonus, allí
están la presencia y la música de Herbie Hancock y Wayne Shorter.
Josefina Sartora
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