15 de octubre de 2015

El espéndido Festival de Nueva York, 2


El Festival de Nueva York siguió presentando películas notables. Entre ellas, The Treasure (Comoara) de Corneliu Porumboiu, constituye un nuevo hallazgo de la cinematografía rumana, y otra muestra de cómo una historia pequeña, y que en este caso bordea el absurdo, puede dar lugar a complejas situaciones y reflexiones que la trascienden. Costi, un burgués pequeño pequeño comienza a soñar con grandezas cuando un vecino llega a proponerle desenterrar un tesoro que su abuelo habría ocultado años atrás en el jardín de su casa de campo. Con la colaboración de un técnico y su detector de metales, se ponen a la búsqueda, en una suerte de programa de fin de semana. Hay complicaciones, claro: el técnico no es muy colaborador, y la ley indica que todo elemento que pueda contener valor cultural o esté relacionado con la historia de Rumania, debe ser declarado, y ceder parte de él al estado. El film tiene momentos hilarantes, el absurdo crece a medida que pasan las horas de búsqueda, las derivaciones recuerdan los films anteriores de Porumboiu, sobre todo Policía, adjetivo y su puesta en ridículo de la burocracia. Porumboiu mantiene un suspenso interesante, y la permanente duda de si se está hablando en serio o acaso todo se trata de una sátira. Pero sí, el asunto va en serio, sobre todo en la opinión de Costi, que busca la admiración de su hijo. Toda la peripecia, con su ambigüedad y cambios de todo, está abierta a múltiples lecturas referidas a la política, la moral, la familia y la sociedad.


Hong Sang Soo es un director muy prolífico, filma una película por año o más, y desarrolla siempre el mismo asunto: un intelectual o artista –muchas veces relacionado con el cine- sale de Seúl a algún lugar del interior de Corea del Sur, donde se relaciona con jóvenes intelectuales; conversan mucho, pasean, comen y sobre todo beben muchísimo alcohol. En Right Now, Wrong Then repite esa fórmula; aquí es el encuentro con un director de cine y una joven pintora, con el agregado de la puesta en ridículo del alter ego del realizador. Después de la mitad se presenta el otro punto en común en sus películas: hay una variación sobre lo desarrollado previamente, cambiando el punto de vista o el tono de la historia. Ante una película de Hong siempre vivo la sensación del déjà vu, me parece que esta película ya la he visto, aunque sé que no es posible, que se trata de un estreno. Pasado lo cual, solo resta entregarse a la simpatía de la historia.


The Assassin le valió a Hou Hsiao-hsien el premio como mejor director en el último Festival de Cannes. Es su primera incursión en el género literario de wuxia, que combina elementos de diversas artes con las artes marciales, y la realización de esta obra le llevó mucho tiempo, desde su anterior El vuelo del globo rojo (2008). La historia se centra en el regreso de una princesa (Shu Qi) que ha sido formada en la lucha durante varios años por una suerte de monja guerrera, también de sangre noble, con el fin de eliminar a los enemigos de su patria: ella es la asesina del título. La historia transcurre en el siglo IX; las rivalidades entre el emperador y las provincias ponen al reino al borde de la guerra, y si bien la joven tiene la misión de matar a su primo, evita responder violencia con violencia: el deber enfrenta los sentimientos, la espada al corazón. El film combina escenas de acción, rápidas y violentas, con otras casi extáticas, meditativas y atmosféricas, con largos planos en lo que poco sucede. No es fácil seguir las vueltas del relato, pero en un momento el espectador comprende que eso no es lo que realmente importa: la imagen tiene tal potencia, la fotografía de Mark Lee Ping Bin es de una belleza tan apabullante, la coreografía de la lucha resulta tan exquisita, que todo lo demás queda relegado. La película fue filmada en Mongolia, en sitios que conservan un modo de vida primitivo, y las escena exteriores tienen lugar en paisajes alucinantes, montañas invadidas por las nubes, las luchas –que son espontáneas, sin ensayos previos- en medio de bosques de abedules. En interiores, Hou recrea los ambientes de la dinastía Tang, y la acción es tomada en planos laterales a través de velos, o cortinas, con un extraordinario uso de la luz, muchas veces natural. The Assassin es una joya, una obra de arte exquisita.


El festival cerró con el estreno de Miles Ahead, esperado debut como director del conocido actor Don Cheadle. El título es un juego de palabras entre la palabra millas y el nombre del célebre trompetista Miles Davis, uno de los mejores músicos de jazz del siglo XX. Millas adelante, porque el film trascurre en dos tiempos diferentes: el de su momento de mayor éxito y el de su decadencia. Estructurado en base al permanente montaje de flashbacks del primero y escenas en el segundo el momento, el film tiene un ritmo intenso, a veces acelerado, porque combina dos géneros: el biopic y la acción. Interpretado por el mismo Cheadle -en una caracterización admirable, tanto físicamente , con su voz averiada, como psicológicamente-, no se pretende como una biografía del músico sino como un tratamiento original del clásico tópico de ascenso y caída, aunque el ascenso tiene sus bajas y la caída, sus momentos de nobleza. Davis tiene dos compañeros: en el pasado, su amada esposa, excelente Emayatzy Corinealdi, y en los ´70, Ewan McGregor como un periodista inescrupuloso que lo acompaña en la recuperación de una preciada cinta que le ha sido robada. En esta sección el film pierde a veces de vista a su protagonista, mejor retratado en los momentos del pasado, con una banda musical espléndida y luminosa. El pasaje de uno a otro momento suele producirse con la reiteración de un movimiento, un gesto, una palabra: Davis cae en un momento y se levanta en otra década de su vida, así en sucesivas ocasiones, que pueden resultar reiteradas. Pese a su conducta abusiva y misógina, y sus adicciones, todo mostrado sin tapujos, el film lo perdona. Como bonus, allí están la presencia y la música de Herbie Hancock y Wayne Shorter.


Josefina Sartora 

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