Finaliza
2015: Balance de un año teatral
La cartelera teatral de Buenos Aires
constituye un hecho inusitado en el mundo: cada fin de semana los muy variados
teatros ofrecen más de doscientas obras (sí, más) para ver en distintos días, sea en el circuito comercial, en los
teatros oficiales o en los numerosos teatros independientes, alternativos o under, antes llamados off
Corrientes y hoy ya instalados institucionalmente como el circuito donde
tiene lugar lo más nuevo, el teatro más arriesgado, donde circulan los
directores, autores, actores y actrices más valientes, que se juegan en cada puesta.
Mi hijo sólo camina un poco más lento |
Imposible verlo todo, pero sí pude ver
mucho, y de ello haré un recorte necesario.
Sabemos que toda selección es parcial y
subjetiva, pero en la programación de este año ha habido valores innegables: Mi
hijo sólo camina un poco más lento, obra del croata Ivor Martinic con
dirección de Guillermo Cacace, un drama familiar con una creativa utilización
del espacio y un elenco inmejorable, fue uno de los puntos más altos de la
temporada. Si esa obra se vio en uno de los espacios menos convencionales de
Buenos Aires ¡y a mediodía! Cacace dirigió también en el teatro Cervantes, La
crueldad de los animales. Este drama político no llega ni por asomo a
la altura de la anterior, pero tienen en común el uso de una voz narrativa, que
coincide o no con lo que sucede en escena, recurso que está imponiéndose en esa
cruza de géneros que viven las artes en estos momentos. Como en el caso de Cactus
orquídea.
Salón Skeffington |
Gran iniciativa fue la de la Casona
Iluminada con su ciclo Teatro Bombón,
“festival permanente de obras cortas”, que los domingos convoca nutrido
público con un variado programa que se renueva mensualmente. Entre otras, en
ese contexto se destacó Salón Skeffington, una recreación
muy original de textos de María Moreno realizada por Silvio Lang con dos
intérpretes extraordinarias, dos de las mejores actrices del teatro porteño: Alejandra
Flechner e Iride Mockert, que ponen a prueba toda su capacidad histriónica, su
ductilidad y destreza física, en suma, su enorme talento. Silvio Lang –en ese
doble standard de los directores que se mueven tanto en el teatro oficial como
en el alternativo- dirigió la última obra de Griselda Gambaro, El
don, en el teatro Cervantes.
Este teatro oficial nacional también se mueve en dos órdenes, poniendo
en escena clásicos nacionales como Jettatore, y obras muy
contemporáneas. El don es una obra muy ambiciosa, tanto en lo textual –que
analiza los mecanismos del poder y las potencias personlaes que escapan a la
lógica racional- como en la puesta en escena, para mí fascinante, para otros
farragosa, en la que se lucen Belén Blanco y la gran Cristina Benegas. Esta
tiene también una actuación destacada en Los caminos de Federico, la puesta
de los poemas de García Lorca que hiciera célebre Alfredo Alcón.
Ya es amplio el reconocimiento a las
excelentes actrices y actores de la escena teatral de Buenso Aires. Incluso, en
muchos casos, son ellos los que sostienen obras que no están a la altura de sus
intérpretes. No es el caso de ¿Cómo vuelvo?, una obra que, basada
en textos narrativos de Hebe Uhart, tuvo una intervención recreativa
invalorable de su director, Diego Lerman, y sobre todo, de su extraordinaria
intérprete, María Merlino. Una obra muy argentina, con las impresiones de una
maestra rural, que podría ser la mujer nacional. Tras sus destacadas
actuaciones unipersonales, es el momento de que Merlino tenga su lugar en
alguna obra colectiva.
Yo no duermo la siesta |
Otra obra admirable y muy disfrutable fue
Yo
no duermo la siesta, que involucra a las hermanas Paula y María Marull.
Es difícil discriminar quién es quién entre ambas, qué hace cada una de estas
mellizas en cada obra, ya que han trabajado juntas y mancomunadas. En esta
ocasión, Paula escribe y dirige la obra, mientras María cumple una excelente
actuación en un drama familiar y de pueblo –tema que ambas manejan muy bien- en
un espacio escénico logrado gracias a la renovación del escenario del Espacio
Callejón que diseñó la talentosa Alicia Leloutre. Junto a la escenógrafa, su
compinche habitual y factótum de la iluminación de la escena under: Matías
Sendón. María Marull, por su parte, escribió otra obra deliciosa, La
Pilarcita, que aborda mitos y constumbres provincianas.
Este ha sido un buen año para Maruja
Bustamante, una artista que puede estar en uno u otro lado del escenario. Su
obra más destacada este año fue Maruja enamorada, una autobiografía
que la tuvo como autora e intérprete de sí misma. Pero Maruja también actúa en Tribus,
dirigida por Claudio Tolcachir, y dirige a otros actores en su obra Dios
tenía algo guardado para nosotros, y en Un gesto común, de
Santiago Loza. Tolcachir –quien también se mueve entre el teatro comercial y su
propio espacio Timbre 4, donde experimenta con obras muy osadas, volvió a
asombrar con Dínamo, escrita junto a Lautaro Peirotti y Melisa Hermida. La
obra prescinde de los habituales diálogos, con apenas unos pocos parlamentos, y
recuesta su peso en la expresividad gestual y física a las excelentes actrices,
Marta Lubos, Paula Ransemberg y Daniela Pal.
Varias obras abordan el tema de la violencia
contra la mujer, ejercida de una u otra manera: desde La Wagner, un ejercicio
físico a mi juicio equivocado, que llega a volcar esa misma violencia sobre las
actrices que lo interpretan peligrosamente, pasando por La sirena, de Luis Cano, y
La
violación de Lucrecia que tuvo una interpretación magistral de Nuria
Espert.
Alejandra Radano tuvo a su cargo la
interpretación de Fanny Navarro en Deshonrada, con la genial dirección
de Alfredo Arias. Una obra que revisa nuestro pasado en una gran puesta. Y otra
diosa de la escena, Analía Couceyro, volvió a desplegar su talento en Constanza
muere, un despliegue lúdico y nada solemne sobre la muerte cercana, pero también
sobre la vida.
Constanza muere |
Frente tantas mujeres actrices,
directoras y dramaturgas, una obra muy masculina: Terrenal cumplió su
segundo año después de haver cosechado justos premios en sus ditintos rubros.
El mito de Caín y Abel traladado al grotesco criollo con un texto elaborado,
maravilloso, de Mauricio Kartun, y la pareja actuación de tres grandes
Claudios: Da Passano, Martínez Bel Y
Rissi.
Terrenal |
Otra obra valiosa se puso en el Teatro
San Martín: Vigilia de noche, del sueco Lars Norén, es un melodrama que
enfrenta dos parejas con hermanos en crisis, con un elenco notable: la gran
Pilar Gamboa, Walter Jacob, Luis Machín y Mara Bestelli.
Josefina Sartora
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