10 de noviembre de 2015

Mar del Plata 2015. Marlen Khutsiev

Un director soviético a conocer: Marlen Khutsiev


Son destacables las retrospectivas que ofreció el Festival de Mar del Plata, en las que pudo apreciarse la mano del su director artístico, el historiador y restaurador por excelencia, Fernando Peña.  Además de la revisión de clásicos argentinos, de películas de la era de Hollywood antes de la censura del Código Hays, del cine de Daisuke Ito, de Kidlat Tahimik, de Gustav Deutsch y del gran Aleksandr Dovzhenko, tuvimos la oportunidad de conocer un realizador soviético poco difundido, Marlen Khutsiev. Nacido en 1925, su primer film es de 1958 y hoy sigue filmando. El Festival de Locarno le dedicó un foco de seis películas, que se trasladó a Mar del Plata con el agregado de dos más, y seguirá su camino al próximo Festival de México, en un rescate bastante integral de la filmografía de este director muy personal.


Khutsiev aborda variados temas a lo largo de su carrera, aunque es permanente su interés por la evocación de la guerra, la construcción de la nación y el rescate del pasado. Lluvia de julio (1967) es su film más nouvelle vague, filmado en blanco y negro, constituye un retrato amoroso de Moscú y su gente, en el que la ficción y el documental se combinan sabiamente, anticipando una tendencia de plena actualidad. Cuadro de situación de una sociedad en un primer deshielo, liberada del stalinismo (Khutsiev perdió a su padre en las purgas ordenadas por Stalin), el film constituye un retrato de los jóvenes y no tanto, mezclado con imágenes renacentistas, pero sobre todo, de la ciudad. La historia, algo menor, de una pareja que no termina de formarse, puede ser emergente de toda una sociedad, poco sincera, egoísta y engañosa,  y está contada fragmentariamente, sin intención de linealidad. Kutsiev saca la cámara a la calle y toma su gente, sus plazas, su luz y sonidos de una manera fresca y admirativa. El film está muy cercano al cine italiano de esos años, al Antonioni y Fellini de entonces, con su cuadro melancólico de un grupo de intelectuales. El film despertó el rechazo de Nikita Khruschov, quien constituyó una permanente amenaza para el director.


Si Lluvia de julio abunda en exteriores, urbanos y campestres, en cambio Epílogo (1984) es una obra de cámara, casi íntegramente filmada dentro de un departamento, su primer film en color. Basada en el cuento La visita del suegro, de Yuri Pakhomov, es engañosamente simple. Un anciano va a visitar a su hija a Moscú, pero ella (Lena, como la protagonista de Lluvia de julio) debe ausentarse por trabajo. De manera que el viejo permanece en el departamento con su yerno, quien pensaba dedicar esos días a redactar su tesis de doctorado. Todo lo que el joven tiene de reconcentrado y silencioso, su suegro lo tiene de extrovertido, bullicioso, vital. El hombre ha viajado mucho, conoce de casi todo, es un viejo sabio, un sibarita, sabe de vinos, de idiomas, de literatura. Es permanente su admiración por Chejov y Tolstoi, dos escritores a los que actualmente Khutsiev les está dedicando un film. El entusiasmo del suegro irrita al yerno, aunque progresivamente lo acepta, incluso llega a extrañarlo cuando no está. Un film delicioso, de un humanismo de total profundidad, que propone los temas caros a Khutsiev: el encuentro de dos generaciones, el recuerdo del pasado de Rusia, la evocación de la guerra, la pasión por la vida.


El film más bello de los que pude ver fue Infinitas (1992), tal vez su obra maestra, premiada en el Festival de Berlín. Un film total, una summa que se extiende por 206 minutos, en la que un hombre revisa su vida, y se prepara para la muerte. Tras una secuencia rayana en el absurdo, el protagonista (Volodya, como el de Lluvia de julio) permite que lo despojen de todas sus pertenencias, y se va de Moscú a su pueblo, en un reencuentro con su pasado. En ese descenso cuenta con un acompañante, suerte de alter ego, o él mismo como joven. Atraviesa todas las estaciones del año, todos los climas, todos los colores, en su reencuentro con sus conocidos, en su recorrido por las calles, la iglesia, los edificios agrietados de esa ciudad de provincia. Hay un sentimiento trágico ante la aceptación del final, un desánimo, sin fuerzas para seguir viviendo, pero también está la angustia ante la muerte. “No importa la cantidad de años que vivas, sino la calidad de tus días”, le dice uno de los tantos personajes que reencuentra. El film me recordó en cierta medida El espejo de Tarkovski, aunque el de Khutsiev es menos intelectual, más melancólico y elegíaco.

En cambio su última obra, el documental Gente de 1941 (2001), no tiene el nivel de las anteriores. Nuevamente Khutsiev evoca la guerra, con registros documentales de los momentos previos, y  las batallas y bombardeos. Film de propaganda, panfletario, que muestra el saludable e inocente pueblo soviético sufriendo la invasión alemana y respondiendo con valentía. Film de montaje, conformado por imágenes de archivo, algunos films de ficción y escenas actuales en paralelo, lo cual podría interpretarse como una continuidad del mensaje político. Sin embargo, de ninguna manera esta última película llega a opacar la obra de un cineasta completo, fresco y lleno de ideas y propuestas.


Josefina Sartora

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