12 de enero de 2016

El sueño americano ataca de nuevo

Joy, el nombre del éxito (Joy)
Dirección: David O. Russell
Guión: David O. Russell y Annie Mumolo
Estados Unidos/2015



La historia de la superación personal, profesional y sobre todo económica, venciendo todo tipo de adversidades, ha sido uno de los temas caros a Hollywood a lo largo de toda su historia. Escuela de vida, formador de opinión e ideologías, el cine siempre ha operado como modelo o espejo en el cual el ciudadano medio se viera proyectado, mostrando historias de los forjadores de la gran nación que es “América”. Es un clásico en este orden el film de Michael Curtiz Mildred Pierce – Alma en suplicio (1945), actualizada en una excelente remake en formato de serie dirigida por Todd Haynes.

En el caso de la última película de David O. Russell (La gran estafa americana y El lado luminoso de la vida -Siver Linings Playbook, película que cuenta con los mismos actores principales que aparecen en ésta) los spoilers ya están en el título, nada azaroso: la protagonista –Joy- no es feliz en la primera parte de su vida, pero su nombre señala su destino, y por si esto no quedara claro para el público siempre menospreciado, la distribución local le agrega como subtítulo el nombre del éxito.

Retrato de una familia americana matriarcal, sus tres generaciones de mujeres viven en la casa que sostiene la más joven, cuyo talento e inventiva no ha encontrado aún su canal, pero que le sirve para llevar adelante esa familia disfuncional. Allí llega el padre, tras un segundo fracaso matrimonial, a vivir en el sótano, donde ya está alojado el ex de Joy, un cantante latino sin éxito pero de buen corazón. Basada en la verdadera historia exitosa del ama de casa que ganó millones con su invento, el trapo de piso autoescurrible que no debe faltar en ningún hogar, la película constituye también la apología de las ventas por televisión, previas a la llegada de Internet. Para ello está allí Brad Cooper, quien con Jennifer Laurence son habituales actores de los films de Russell. Completando un elenco estelar –Russell siempre convoca luminarias- Robert de Niro vuelve a ser el padre –como en El lado luminoso…- Isabella Rossellini su nueva amante y financista del proyecto comercial, y las grandes Diane Ladd y Virginia Madsen como abuela y madre de la inventora.


Jennifer Lawrence sostiene la película con otra excelente actuación, fruto de su talento tanto para la comedia como para los momentos dramáticos, aunque ya en Serena la vimos con la expresión algo rígida, cambiada, tal vez resultado de algunas intervenciones en su rostro. Bradley Cooper también la había acompañado en Serena, ambos ya tienen una química que funciona por experiencia compartida, y Robert de Niro se repite en su rol de padre italiano estereotipado.



Cuando nos referimos a El lado luminoso de la vida, observamos un detalle que ya parece característico de Russell: a medida que avanza la historia el director pierde el entusiasmo inicial, su dirección deviene errática y el film decae en su segunda mitad, cuando Joy debe confrontar con los aprovechadores de siempre, e incluso un boicot en el propio seno familiar. Uno se pregunta por momentos si Russell habla en serio, o todo no es más que una parodia cargada de ironía, igual a los culebrones que mira la madre de Joy, lo cual hubiera sido una inteligente elección de dirección. Peo no lo es, lamentablemente, y Joy deriva hacia un  final de Cenicienta idealizada que alimenta el sueño americano y sostiene las ilusiones del capitalismo. Tan apreciados por el sistema, que la pone, ya, en carrera por los premios.


Josefina Sartora

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