4 de marzo de 2016

Claroscuros de la Historia

El movimiento
Dirección y guión: Benjamín Naishtat
Argentina-Corea del Sur/2015


La historia argentina sería fuente inagotable para películas épicas; es extraño que los cineastas abreven tan poco en ella. Con algunas excepciones, generalmente dirigidas a exaltar valores patrióticos y con poca calidad cinematográfica, las luchas por la independencia, las guerras civiles, la campaña del desierto, la avalancha inmigratoria, los conflictos partidistas en Argentina pocas veces han generado un buen cine, al contrario de lo que sucede en Hollywood, que creció alimentándose del pasado de los Estados Unidos.

En su segundo opus, Benjamín Naishtat recurre a la Historia. Pero lo hace de manera absolutamente libre y personal, no apela a figuras célebres sino que el suyo es un cuadro de situación en el interior, en la zona entonces denominada de frontera, que para Sarmiento y tantos otros estaba poblada por la barbarie. Película ambigua, que habla de movimientos políticos durante el período de Rosas, y no hace otra cosa que hablar de la actualidad. Época de muerte fácil, tiempos de construcción de la patria y de la identidad nacional, que se realizó bajo esas marcas fundantes.

En medio de una anarquía donde los soldados hacen su antojo sembrando la muerte a su paso, un grupo liderado por un caudillo (Pablo Cedrón, en una actuación impresionante) recorre los campos buscando apoyos y fondos para el Movimiento que ellos representan, para combatir esa barbarie. Pero sus métodos no son menos bárbaros: la muerte es uno de ellos. Naishtat y su fotógrafa Yarará Rodríguez eligieron el blanco y negro para construir un fresco de luces y sombras, con gran apoyo en los primeros planos y las tomas nocturnas, escalofriantes, con luz natural, que de alguna manera habla de los claroscuros de la época. Este tratamiento nocturno de la imagen –lo más logrado- crea un efecto teatral, que refuerza el artificio, el alejamiento del realismo. La banda sonora en cambio, con insistente percusión, no hace más que subrayar la violencia.


Gran sorpresa me resultó ver como actor en esta película a Marcelo Pompei, mi compañero de andanzas filosóficas. Siendo especialista en filosofía, sé que su interés por el cine no es menor al que siente por los maratones. Casi sin decir una palabra, su presencia y la dureza de su mirada son un fuerte apoyo para el líder.

Muy inspirada en Jauja, evocadora de Aballay, el hombre sin miedo, El movimiento estuvo en 2015 en la Berlinale y ganó la Competencia Argentina en el último Festival de Mar del Plata. El final es el momento más débil del film, con una serie de entrevistas con mirada a cámara, con el pueblo repitiendo lugares comunes sobre la patria y las buenas intenciones de los políticos. Allí esta película ambigua, polisémica, perdió el rumbo. De todas maneras, abre la polémica para discutir sobre el presente construido sobre aquel pasado.


Josefina Sartora

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