El movimiento
Dirección y
guión: Benjamín Naishtat
Argentina-Corea
del Sur/2015
La historia
argentina sería fuente inagotable para películas épicas; es extraño que los
cineastas abreven tan poco en ella. Con algunas excepciones, generalmente
dirigidas a exaltar valores patrióticos y con poca calidad cinematográfica, las
luchas por la independencia, las guerras civiles, la campaña del desierto, la
avalancha inmigratoria, los conflictos partidistas en Argentina pocas veces han
generado un buen cine, al contrario de lo que sucede en Hollywood, que creció
alimentándose del pasado de los Estados Unidos.
En su segundo
opus, Benjamín Naishtat recurre a la Historia. Pero lo hace de manera
absolutamente libre y personal, no apela a figuras célebres sino que el suyo es
un cuadro de situación en el interior, en la zona entonces denominada de
frontera, que para Sarmiento y tantos otros estaba poblada por la barbarie.
Película ambigua, que habla de movimientos políticos durante el período de
Rosas, y no hace otra cosa que hablar de la actualidad. Época de muerte fácil,
tiempos de construcción de la patria y de la identidad nacional, que se realizó
bajo esas marcas fundantes.
En medio de una
anarquía donde los soldados hacen su antojo sembrando la muerte a su paso, un
grupo liderado por un caudillo (Pablo Cedrón, en una actuación impresionante)
recorre los campos buscando apoyos y fondos para el Movimiento que ellos
representan, para combatir esa barbarie. Pero sus métodos no son menos bárbaros:
la muerte es uno de ellos. Naishtat y su fotógrafa Yarará Rodríguez eligieron
el blanco y negro para construir un fresco de luces y sombras, con gran apoyo
en los primeros planos y las tomas nocturnas, escalofriantes, con luz natural, que
de alguna manera habla de los claroscuros de la época. Este tratamiento
nocturno de la imagen –lo más logrado- crea un efecto teatral, que refuerza el
artificio, el alejamiento del realismo. La banda sonora en cambio, con
insistente percusión, no hace más que subrayar la violencia.
Gran sorpresa me
resultó ver como actor en esta película a Marcelo Pompei, mi compañero de
andanzas filosóficas. Siendo especialista en filosofía, sé que su interés por
el cine no es menor al que siente por los maratones. Casi sin decir una palabra,
su presencia y la dureza de su mirada son un fuerte apoyo para el líder.
Muy inspirada en Jauja,
evocadora de Aballay, el hombre sin miedo, El movimiento estuvo en
2015 en la Berlinale y ganó la Competencia Argentina en el último Festival de
Mar del Plata. El final es el momento más débil del film, con una serie de
entrevistas con mirada a cámara, con el pueblo repitiendo lugares comunes sobre
la patria y las buenas intenciones de los políticos. Allí esta película ambigua,
polisémica, perdió el rumbo. De todas maneras, abre la polémica para discutir
sobre el presente construido sobre aquel pasado.
Josefina Sartora
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