14 de marzo de 2016

Pantalla Pinamar 2016, 1ª nota


La nueva convocatoria de Pantalla Pinamar, siempre bajo la dirección de Carlos Morelli, afirma una vez más su carácter de ventana del nuevo cine argentino y del nuevo –y no tanto- cine europeo que pocas veces accede a la distribución comercial. Un sector de PP está dedicado a un grupo de películas –algunas estrenadas, otras de próximo anuncio- que compiten por un premio a elección del público y los crítios presentes en el Festival. Allí se presenta Eva no duerme, El movimiento, La luz incidente, El clan, entre otras. El otro gran grupo está formado por películas de origen checo, suizo, español, irlandés e italiano mayoritariamente, donde podemos encontrar algunas joyitas inéditas.


Sin rumbo (Driften). Karim Petwa, Suiza/2015
Suiza es uno de los países especialmente invitados en Pantalla Pinamar. Oportunidad para ver algo del nuevo cine suizo, que tan poco se muestra en las pantallas comerciales de nuestro medio. Sin rumbo, o A la deriva, es un melodrama duro, frío como la paleta de colores que elije la dirección de arte: azules y grises donde jamás se filtra otro color. El protagonista ha cumplido 4 años de cárcel, condenado porque su afición a las carreras clandestinas ha terminado en tragedia. Decidido a comenzar una nueva vida, no le resulta fácil: sus amigos no resultan una buena compañía, y su trabajo en un taller alimenta su adicción a la velocidad. Obsesionado por una mujer que encuentra en un ómnibus, la sigue, la acosa y se introduce en su vida, ocultando su verdadera identidad. La opera prima del director Karim Petwa –presente en Pinamar- vuelve sobre un tema que no es original: la obsesión por cerrar heridas del pasado, una búsqueda que bordea la perversión entre seres que el destino ha unido dolorosamente. Gracias a la excelente actuación de sus dos protagonistas –Max Hubacher y Sabine Timoteo- y al manejo de los tiempos y el suspenso, el film se destaca en una programación llena de sorpresas.


Intruso. Magnus von Horn, Suecia-Polonia-Francia/2015.
Comprobé que el tema de Sin rumbo no es original –ni siquiera para PP- cuando posteriormente vi esta coproducción, opera prima del director sueco Magnus von Horn que se presentó en la Quincena de Realizadores de Cannes. El protagonista de Intruso es también un convicto, en este caso un adolescente que en un rapto pasional mató a su novia por celos. Después de un encierro de 2 años, regresa a su pueblo, donde trata de reincorporarse a su medio: la comunidad, su escuela, que reacciona violentamente ante su llegada, rechazando su presencia. El tratamiento estético es también similar al de Sin rumbo, con la misma paleta cromática, planos largos que destilan mayor frialdad aún. El rostro impenetrable de Ulrik Munther, la falta de figura materna, la desorientación de su padre colaboran para dejar abiertas numerosas preguntas. Si bien el planteo es muy poco sostenible, van Horn elije no levantar acusaciones, dejando sin respuesta cuestiones sobre la justicia, la moral, la responsabilidad y la culpa, y si en este caso la redención es posible.



Tiempo de revelaciones (La belle saison). Catherine Corsini, Francia-Bélgica/2015
Evocación de una época de movimientos de liberación femenina, La belle saison tiene su punto de apoyo en dos temas igualmente importantes: la evolución del pensamiento feminista y la formación de grupos de liberación después de la revolución cultural de 1968, y la toma de conciencia de otra forma de sexualidad para dos jóvenes mujeres con formación casi opuesta. En ese contexto histórico y social, la historia muestra un personaje poco abordado por el cine: una hija de agricultores en la Francia rural profunda, quien –al igual que su madre- hace todo tipo de trabajos, incluso aquellos considerados masculinos. Sin embargo, Delphine (Izïa Higelin) y su madre no son consideradas agricultoras sino hija y mujer del agricultor respectivamente, sin gozar de los derechos laborales en esa sociedad masculina y patriarcal. Lesbiana, después de un amor imposible en su pequeño pueblo, Delphine va a Paris en los ‘70 en busca de mayor libertad. Allí se une a un grupo de lucha por los derechos de las mujeres, y se enamora de la líder, Carole. Si Delphine tiene claros sus sentimientos y su deseo, Carole ha hecho su toma de conciencia sobre la lucha feminista, pero los planteos que recibe de Delphine hacen tambalear toda su estructura y su vida heterosexual. Cécile de France despliega una extraordinaria performance debatiéndose entre sus dudas, su ansia de libertad, sus represiones y contradicciones.
Catherine Corsini, siempre interesada en desarrollar temas femeninos (La repetición, Partir), sabe abordar ese conflicto, así como filmar las escenas de homosexualidad con sensibilidad y sensualidad. Párrafo aparte merece la destacada actuación de Noémi Lvovsky como la madre, que debe enfrentar una situación para la cual no estaba prevenida. Su duelo con de France es uno de los momentos superiores del film, que sin embargo no termina de comprometerse a fondo por su propia historia y personajes.

Josefina Sartora


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