16 de marzo de 2016

Pantalla Pinamar 2016

Ay tus pinos, Pinamar


Siempre me ha gustado Pinamar. Desde los años ‘70, en que me hacía escapadas desde Mar del Plata, hasta los últimos, cuando voy invitada al festival Pantalla Pinamar, siempre es un gusto pasear por su peculiar geografía. El bosque que en los ‘40 plantaron los Bunge y los Guerrero para fijar los médanos de arena, y que sirvió para albergar un emprendimiento edilicio que derivó en lo que es hoy una ciudad, poseía un atractivo y un encanto peculiar, recorrido por sinuosas calles de arena, envuelto en ese olor tan propio a pino insignis, a pino marítimo, a eucaliptus.

Hoy todo eso está cambiado. Poco queda de aquel bosque tupido, en algunas zonas oscuro, por la cantidad de árboles que había. Una tala indiscriminada, motivada en gran parte por el intenso ritmo de la construcción, la falta de una política coherente de mantenimiento, la construcción sin criterio de numerosos edificios en la zona céntrica, sumados a la falta de una política seria de reforestación, han dejado a la ciudad sin su sello más característico, que antes era su mayor atractivo.


Toda la franja de unos 300 metros desde el mar carece absolutamente de árboles, de cualquier tipo. Innumerables terrenos no tienen ni un solo árbol, y la avenida Bunge, la principal arteria que atraviesa la ciudad de Oeste a Este, desde el campo hasta la playa, ya no luce, los muy pocos árboles que allí se conservan  no disimulan la fealdad de los edificios que la pueblan, de los negocios comerciales desangelados.

Durante la clausura de la última Pantalla Pinamar intentamos dialogar con el nuevo y muy joven intendente, Martín Yeza. Nos negaron esa posibilidad, el intendente estuvo inaccesible. Deseábamos presentarle una idea para un proyecto municipal, que podría contribuir a recuperar algo de aquella magia verde.

Si cada propietario/a de cada terreno plantara UN pino en su terreno, la ciudad vería poblarse nuevamente con miles y miles de pinos que justificarían el hermoso nombre de la ciudad. El histórico hotel Playas, que brinda jabones y cremas con aroma a pino, es un modelo: acaba de reforestar con pinos jóvenes el jardín que tiene sobre la calle. Tengo presente el recuerdo de lo que ocurrió en Mar del Plata en los ‘90: una ordenanza municipal impuso la plantación de árboles en las veredas. El intendente Mario Russak no será recordado por sus modos autoritarios sino por ser quien llenó la ciudad de arbolitos.


La administración municipal de Pinamar podría elaborar una lista de las especies posibles, aportar los plantines, en algún convenio con los viveros marítimos que existen en la costa atlántica, brindárselos a los propietarios y establecer un plazo de un año para que cada uno plante el árbol que le corresponda, y un seguimiento para saber si esos árboles prosperaron. En caso contrario, reemplazarlos. De esta manera, con muy poca inversión, con muy poco esfuerzo, la ciudad recuperaría la magia de su perfil original. ¿Y quién mejor para llevarlo a cabo que una administración joven, con futuro por delante, que podrá ver esas plantas en toda su madurez y esplendor?


Josefina Sartora

No hay comentarios:

Publicar un comentario