7 de junio de 2016

Semana del cine italiano 2016



Il solengo. Alessio Rigo de Righi y Matteo Zoppis, Italia-Argentina/2015.
La excepcional calidad de este documental pequeño y sensible, sobre un ermitaño en la campiña italiana actual, lo hizo merecedor de su presentación en diversos festivales –el último Bafici entre otros-, su estreno comercial y ahora en la Semana del cine italiano en Buenos Aires. En verdad, sabemos sobre el solengo a través del testimonio de los hombres de su paese, un pueblo cercano a Roma, pero si bien la distancia es pequeña, el cuadro de vida que vemos parece de un espacio lejano y ajeno a la realidad romana y fuera del tiempo. El relato oral sirve de marco para presentar un grupo humano de hombres cazadores y costumbres ancestrales muestran una época que creemos pasada pero es actual, sus dichos y acciones rústicas contrastan con la camioneta 4x4 que conducen.
Solengo refiere a solitario, es el nombre que se le da al jabalí que se aparta de la manada, y a juzgar por el relato de quienes lo conocieron, el hombre tenía motivos para serlo, y ha pasado a constituir una leyenda local. Una fotografía luminosa de los lugares donde habitaba el solengo –el bosque, una cabaña, una cueva- son tan elocuentes como la palabra de esos narradores.


Solo (Assolo). Laura Morante, Italia/2016
El título refiere al solo musical, metáfora del estado de la protagonista, una mujer que adolece de una bajísima autoestima. Si bien se trata de un retrato personal, éste se va dibujando con la confrontación de  la protagonista (Laura Morante, mejor actriz que directora) con sus ex maridos, sus hijos, sus amigas, y sobre todo su terapeuta, quien le va haciendo reconocer sus debilidades y fallos. En ella, se corporiza el mundo de muchas mujeres solas después de los ’50 en sus distintos planos: trabajo, matrimonios, hijos, vida sexual, soledad. Fragmentaria, con sucesivos cambios de tono, transita entre la comedia, el melodrama, los sueños y fantasías. Morante no se queda con una sola versión de su personaje bastante patético, y arma un caleidoscopio que toca distintas puntas in decidirse por ninguna. Algunos personajes lamentables –una amiga divorciada, un compañero que intenta seducirla- no ayudan a mejorar este cuadro de la pequeña burguesía, que tiene un principio y final tan oníricos como descolocados.


Las confesiones (Le confessioni). Roberto Andò, Italia-Francia/2016
Lugar cerrado, un hotel del lujo frente a mar es el espacio donde transcurre este thriller político y paneuropeo. Los ministros de economía de los países más poderosos del mundo y el director de Fondo Monetario Internacional tienen una reunión a puertas cerradas, pero en esta ocasión han invitado a tres personalidades, como mensaje de apertura y transparencia de esas reuniones que deciden el destino del mundo. Una escritora de novelas infantiles, un cantante de rock y un monje no pueden ocultar su extrañeza al medio.
Frente al suicido del jefe del FMI (un Daniel Auteuil algo envarado, tal vez por lo duro de su personaje) se incentiva una persecución sobre el monje, quien ha sido su confidente en sus últimas horas. Realizada con exquisita puesta en escena, sin embargo el planteo suena falso: todos se esfuerzan por saber cuál ha sido la confesión in extremis del poderoso, como si esa verdad condicionara las gravísimas decisiones que ya están tomadas, y que producirán mayor pobreza y dolor en la humanidad. Los personajes están estereotipados, la intriga se va complejizando sin sentido funcional, y no resulta muy verosímil el efecto que la actitud prescindente del monje opera sobre los economistas. El propósito obvio es mostrarlo más fuerte e incólume que los vulnerables jerarcas, cuyas decisiones tienen consecuencias en todo el mundo. El film podría inscribirse en la campaña de recuperación ética de la iglesia católica que intenta el actual pontífice
Andó y su protagonista, Toni Servillo, ya habían trabajado juntos en otro thriller político, Viva la libertad, también ambicioso y de intención moralista, y también realizado con un registro doble: en este caso, además de la dialéctica entre política y religión, se opera un montaje paralelo entre la noche de la confesión y los días posteriores, que irá develando las capas de significación y poder que se ponen en juego.


Viajo sola (Viaggio sola). Maria Sole Tognazzi, Italia/2013.
Otra película sobre mujeres maduras, y en soledad. La protagonista –Margherita Buy, quizás hoy la mejor actriz italiana- pasa muy poco tiempo en su casa: trabaja como “el pasajero misterioso”, aquel que llega a los hoteles de 5 estrellas o de súper lujo como un huésped más, pero que en verdad está allí para hacer una auditoría secreta. Durante unos pocos días observa cómo el hotel responde a un protocolo de normas férreas: presentación de la habitación, servicio de bienvenida, atención al pasajero en todos los ámbitos, higiene, olores, sentido del confort, hasta la temperatura de la comida. Un trabajo que podría parecer glamoroso, pero que en realidad encubre una profunda soledad.
La directora Maria Sole Tognazzi -hija de Ugo- logra lo mejor de su film con la actuación de Buy, siempre en cámara, y como le es habitual, totalmente convincente en su rol. Es una pena que la historia evite ir más allá en los otros frentes de la protagonista, que se presentan cuando vuelve a su hogar: su amistad –o algo más- con su ex pareja (Stefano Accorsi), la relación con su hermana, la aceptación de la soledad en sus viajes, donde los encuentros siempre se frustran, la vicariedad de esa vida. En suma, un debate entre libertad e independencia vs. soledad. Puesta a examinar su propio protocolo, estos temas emergen a la superficie, pero allí quedan, sin progresión ni giro evolutivo. Eso sí: vemos un despliegue fotográfico de espectaculares hoteles y locaciones alrededor del mundo.


No seas malvado (Non essere cattivo). Claudio Caligari, Italia/2015.
No podía faltar la violencia en esta semana del cine italiano. Ambientada en los ’90 en Ostia, el balneario donde Pasolini acudía en busca de aventuras sexuales y le dieron muerte, el film póstumo de Claudio Caligari trata sobre aquellos “ragazzi di vita” ya mayores, cuyo destino parece signado por la perdición. Dos amigos entrañables (Luca Marinelli y Alessandro Borghi, excelentes ambos), ansiosos de dinero fácil, caen en la espiral de droga, marginalidad y violencia. Si uno intenta –con dificultad- apartarse de esa actividad alienante a través de un trabajo precario, el otro se hunde sin salida posible.
Caligari sabe crear el clima de ese ambiente de pequeña mafia provinciana, de esos perdedores que nunca saldrán de su pueblo, aunque sueñen sueños de grandeza imposible, encerrados en un círculo que los impele a repetirse. Film provocador, estructurado en tres actos, el primero presenta tema y personajes, el segundo se estira un poco en el desarrollo, pero el tercero culmina de manera impecable, y con una coda inesperada. Film de entrada a la madurez pero también fuerte, crudo cuadro social, que presenta una Italia en crisis, de plena actualidad.

Josefina Sartora

La Semana del cine italiano en Cinemark Palermo se completa con:
El nombre del hijo de Francesca Archibugi (ver nota aparte)
Arianna de Carlo Lavagna
Historias napolitanas de Antonio Capuano
Lo llaman Jeeg Robot de Gabriele Malnetti
¡No renuncio! de Gennaro Nunziante
Veloz como el viento de Matteo Rovere
Sangre de mi sangre de Marco Bellocchio

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