31 de octubre de 2016

Viennale 2016. 4ª nota

Josefina Sartora
Nel mezzo del cammin di nostra vita
mi ritrovai per una selva oscura
ché la diritta via era smarrita.
Dante

Los primeros versos de la Divina Comedia sintetizan algunas de las películas presentadas en la Viennale, en las cuales el protagonista se interna en la naturaleza desconocida y pierde el rumbo, emprendiendo un camino físico y espiritual que lo conducirá a zonas desconocidas de sí mismo.

O ornitólogo.
Dirección: Joâo Pedro Rodrigues
Guión: Joâo Pedro Rodrigues y Joâo Rui Guerra da Mata
Portugal-Brasil-Francia/2016


El cine son historias, dice Manuel de Oliveira, y da la posibilidad de dar rienda suelta a la imaginación, olvidando todo sentido común, acatameinto al realismo, o coherencia. La historia  de Joâo Pedro Rodrigues y su habitual coguionista Joâo Rui Guerra da Mata comienza en un tono bucólico y contemplativo, respondiendo al realismo, y progresivamente va evolucionando hacia mundos más misteriosos, míticos, mágicos e incluso místicos, en sucesivas modulaciones de tono y tratamiento. El film evoca o parafrasea la historia y evolución de San Antonio de Padua -mencionado el el prólogo-, también llamado Fernando, también portugues, también viajero, al cual el director había evocado en su corto ya algo surreal Mañana de San Antonio, visto en el Bafici.

La historia se centra en la aventura física y espiritual de Fernando, un ornitólogo que acampa en medio del bosque para observar la vida de los pájaros, Fernando los observa, recibe mensajes de su novio por teléfono y después de una inmersión en el agua -que no carece de valor simbólico, o iniciático- es el encuentro con bizarros personajes: dos jóvenes chinas que han perdido su camino de Santiago, un extraño grupo enmascarado que practica misteriosos rituales primitivos, un pastor sordomudo con quien bucólicamente hace el amor, un grupo de amazonas que hablan en latín, ruinas religiosas, un zoológico de animales embalsamados, todo aparentemente generado por una naturaleza en la que eros y tanatos van de la mano. No menos importante es el peso de los cuerpos, erotizados, ya una marca de estilo en Rodrigues. Fernando sufre una transformación a medida que va alejandose de lo cotidiano, de su pasado, de la tecnología, hasta arrojar al agua su carnet de identidad y volverse otro.

Rodrigues no propone una interpretacion unívoca para este cúmulo de imágenes y hechos simbólicos, con una iconología cristiana, y tampoco intenta descifrarlos. Un indicio podría ser la presencia del mismo director como Fernando, cuando se va ejecutando su transformación física a la par que la espiritual. El film puede despertar reticencias por su delirio, o irresistible fascinación.

Rester vertical
Dirección y guión: Alain Guiraudie
Francia/2015


No menos intrigante que el peregrinaje de Fernando en O ornitólogo es el camino que recorre Rester vertical, la última estimulante provocación de Alain Guiraudie. Siempre contestatario, después de sus logrados El rey de la evasión y El desconocido del lago, aquí propone desbaratar todas las ideas tradicionales o convencionales sobre familia, reproducción, maternidad y paternidad. Y por supuesto, el amor.

Léo (Damien Bonnard) se interna en la campiña de caminata, en momentos de bloqueo creativo. Debe escribir un guión, está en blanco y miente a su productor, pidiéndole adelantos de dinero. Allí inicia una aventura que lo lleva por terrenos eróticos con ambos sexos, y tiene un hijo con una campesina, una pastora que cuida armada las ovejas de los lobos que acechan. En este caso, es ella quien no desea ese bebé, y Leo debe continuar su camino con el hijo a cuestas. Son notables los primeros planos del parto, y de los genitales de la mujer, evocadores de la pintura El origen del mundo de Gustave Courbet. Es interesante el cambio del esquema tradicional, y el planteo de una nueva forma de paternidad: “siempre he deseado un hijo sin la molestia de las mujeres”. Guiraudie, como Rodrigues, es uno de los popes del cine de temática gay.

A partir de entonces el film –y el protagonista- entra en el clima del absurdo o podría decirse surreal, consultando a una mujer sabia que vive en el bosque, yendo y viniendo por esa región donde todos parecen buscar sexo homoerótico –con una escena explícita de homo-necrofilia al ritmo de Pink Floyd que escandalizó a algunos- en una espiral sin salida que parece llevarlo a su perdición. Leo quiere permanecer de pie, pero hay más escenas horizontales que verticales en ese recorrido incesante. Sin llegar a la genialidad de El desconocido del lago, Rester vertical es un film libre, provocador, de un humor absurdo y grotesco, que no se ajusta a género alguno, con una pintura humana original y una crítica social implacable.

The End
Dirección y guión: Guillaume Nicloux
Francia/2016


En este caso, ya no es en la mitad de la vida sino bien entrada su segunda parte, de un protagonista en el cuerpo de un Gerard Depardieu inmenso, gordo y sudoroso, quien se interna en el bosque cercano a su casa a cazar  liebres. Pero el bosque muta, y en pocas horas el hombre se descubre en medio de una naturaleza desconocida, donde nada le es familiar, su perro ha desaparecido y él está, sí, perdido. Y sin nada para comer, y con dolor de piernas… en fin, una catástrofe.

El film de Nicloux –como su anterior El valle del amor, tan radical como este y también con Depardieu- crea una atmósfera feérica, donde ilusión y realidad han perdido los límites. “Si no fuera por el dolor de piernas que siento, creería que esto es un sueño”, dice el protagonista desesperado, pero sin dejar de internarse por esa fronda densa y desconocida, donde parece caminar en círculos o laberintos. Durante la primera media hora, está solo ante la cámara, sin poder comprender lo que le está sucediendo. Después se encuentra con dos bizarras personas, también como sacadas de un sueño, que no lo ayudan a salir de su situación, y constituyen una suerte de ángeles de la muerte. Ellos lo motivan para analizar su situación de extrema soledad y extrapolar su temor en la circunstancia hacia la angustia más existencial de que, al final, todos terminaremos solos. Depardieu cumple otra actuación magistral, sobre su constante presencia se sostiene el film: sobre su cuerpo exhausto, su respiración agitada, su sudor, su mirada desorientada, su extremo cansancio, su hambre y su sed.

La peripecia se desarrolla a medio camino entre lo onírico y lo real, sin dar claves ni orientación tampoco al espectador. Después de una experiencia extrema, que lo va degradando física y anímicamente, el film culmina en un doble final que no se merecía.



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