Festival de Antofagasta 2016. Finale
El
Antofadocs culminó su V edición confirmando lo que percibimos en el comienzo:
una excelente programación con espacio para distintas tendencias del cine más
contemporáneo, y un gran profesionalismo en la organización, que funcionó como
un mecanismo perfectamente ajustado bajo la conducción de Francisca Fonseca y
su productor Esteban Pinto.
El
jurado compuesto por la artista brasileña Katia Messel, el productor argentino
Victor Bassuk y el cineasta colombiano Roberto Flores, otorgó el premio de
Largometrajes a Todo comenzó por el fin, monumental homenaje al cine y a la
vida, de Luis Ospina. A lo largo de 208 minutos, Ospina rememora las épocas de
auge de su Grupo de Cali, que tanta obra cinematográfica y literaria dejaron en
los años ’70 y ’80. El Grupo entendía el cine como forma de contrainformación,
acorde con su forma de vida, un grupo contestatario, bohemio, donde droga, sexo
y rock eran sus escapes, o refugio. Pero desde el comienzo, Ospina aparece en
pantalla hospitalizado, muy enfermo, casi al borde de la muerte, y es a partir
de esa experiencia extrema que decide evocar su pasado. La muerte está siempre
presente, sobre todo en las figura de sus compañeros Andrés Caicedo –quien se
suicidó a los 25 años- y de Carlos Mayolo, quien toda su vida fue
autodestruyéndose con droga y alcohol. Por supuesto, hay aquí fragmentos de las
películas realizadas entonces, tomas documentales del grupo, registros de
época, testimonios de los sobrevivientes. Ospina realiza también una
autocrítica, reconociendo que el grupo se negaba a asumir responsabilidades y a
crecer, mientras toda Colombia entraba en el caos. Lo explicita la canción Nosotros de rumba y el mundo se derrumba.
Si bien se estira por momentos, por ser un canto al cine, a la vida y a la
amistad, el jurado decidió premiarla. La Mención Especial fue para Oleg
y las malas artes, del español Andrés Duque, otro homenaje a un artista
absolutamente original, Oleg Nikolaevich Karavaichuk, un músico de 88 años
extravagante, admirador de Stalin, quien ha tocado en el Hermitage por 30 años.
Un hombre enjuto pero vital, de curiosa figura, y el film recoge sus
disquisiciones sobre la música y otros temas, su ejecución de su propia música
para piano, fuerte y sincopada, improvisaciones, y sus permanentes peroratas.
Un documental fascinante.
Klaudia Kemper con su premio |
En
la sección Nuevos Lenguajes, los jurados Carolina Larraín, Jose Víctor Fuentes
y Santiago Loza premiaron el documental de la realizadora chilena Klaudia
Kemper, El presente (no existe).
Ella pone la cámara en su casa, un estrecho departamento donde filma la
cotidianeidad de 3 generaciones: ella, su madre y sus dos hijas. La idea es
registrar
todo lo que viven, el paso del tiempo, y encuentra y lee cartas que su padre le
escribió desde Brasil durante 21 años. Un film algo experimental y claustrofóbico,
con el acento apoyado en el registro de la intimidad.
De
la rica programación vimos también la hermosa película del jurado Roberto
Flores, Ruido rosa, un melodrama, una historia de amor diferente. Los
protagonistas son dos seres mayores, solitarios, que en el otoño de sus vidas
tienen un encuentro que cambiará su corazón. Filmada en el barrio antiguo de
Barranquilla, en época de lluvias torrenciales, con pocos recursos, menos
diálogos, una iluminación sugestiva, este film minimalista constituyó el mejor
cierre para este Festival.
El maestro Agüero
Francisca Fonseca presenta a Ignacio Agüero |
La
clase de Ignacio Agüero ante estudiantes de periodismo y algunos cinéfilos
amantes del documental fue realmente magistral. El maestro comenzó citando lo
que escribió para el catálogo del V Antofadocs: “El documental, si se toma como
un dispositivo de imágenes, tiene que hacerle caso a su naturaleza visual, y
desde ese mismo momento deja de ser un instrumento de la información. Puede ser
instrumentalizado como vehículo informativo, pero es ahí cuando pierde toda la
riqueza de su lengua que habla más del misterio que de la evidencia, de la
incertidumbre que de certezas. El documental como cine, está más cerca de la
complejidad que de lo cierto.”
Este
eximio documentalista manifestó que su carrera se ha debatido siempre en esa
contradicción: entender el documental como experiencia de conocimiento o
trabajarlo como transmisor de información o de ideas. El va contra la corriente
más clásica y sostiene que el documental no está para decir las cosas como son,
o para decir lo que se tiene que decir, sino que el cineasta es trabajado por
la idea que su película trabaja. En momentos del fin de las certezas, el
documentalista debe trabajar lo incierto y ambiguo. Sin embargo, hay momentos
en que no hay lugar para la ambigüedad: por ejemplo en su film El
diario de Agustín, sobre el estímulo que el diario El Mercurio dio a la dictadura y a sus crímenes, había que tener
una posición definida. Por el contrario, El otro día es un documental en el
que el cineasta trabaja con lo contingente y aleatorio, con un gran espacio
para lo desconocido, y el espectador está convocado a hacer la película junto
al realizador.
Vimos
a continuación su segundo documental, Como me da la gana, realizado en
1985, en el cual entrevistaba a varios directores de cine chilenos que en esos
momentos estaban rodando sus películas. Agüero los indaga sobre cómo es hacer
cine durante la dictadura. En 2016, 30 años después de aquél, Agüero realiza Como
me da la gana II, presentado en este Festival y el mes pasado en la
Viennale. Esta segunda versión es aún más libre: ahora el director aparece
entrevistando a otra generación de directores, que hoy representan al nuevo
cine chileno. Es así como vemos a Christopher Murray durante el rodaje de El
Cristo ciego, a Pablo Larraín filmando Neruda, a José Luis
Torres Leiva durante la filmación de El viento sabe que vuelvo a casa,
todas películas proyectadas en el Antofadocs, a Analy Rivas y varios otros. La
pregunta ahora es qué constituye lo cinematográfico en su obra, algo que casi
nadie osa responder. Pero el asunto no acaba allí: el documental presenta un
complejo trabajo de montaje, con la articulación de esas entrevistas con
escenas de otros documentales de Agüero, la importante presencia de Alicia y su
trabajo al frente de talleres de cine para niños, niños viendo cine (una
propuesta permanente del director), etc. Agüero dice que su documental está
compuesto por hebras entrelazadas, y el espectador debe trabajar para ir
reconociéndolas.
Mirando el territorio
El
Festival continúa unos días más con el broche de esta sección: un taller de
filmación en el que 12 jóvenes de distintas ciudades de la zona Norte de Chile
deben elaborar un corto en una semana, rodado en la ciudad. Coordinados por
David Pantaleón, de las islas Canarias (compatriota del jurado Jose Víctor
Fuentes) por todos lados se veía a estos jóvenes recorrer la ciudad, conversar
sobre sus proyectos, filmar locaciones. Una propuesta muy interesante, digna de
imitar, de este Antofadocs.
Con Santiago Loza, Jose Víctor Fuentes (jurados) e Ignacio Agüero sobre uno de los pocos verdes de la ciudad |
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