Cuatreros
Dirección y guión: Albertina Carri
Argentina/2016
Albertina Carri presentó su quinta
película, Cuatreros, en el festival de Mar del Plata y lo hará también en
la Berlinale., en simultáneo con su estreno en Buenos Aires. Se trata de una inusual, original obra que, una vez más, excede lo cinematográfico. La creatividad
de Albertina es deslumbrante: valiéndose
de found footage, tras una exhaustiva
investigación en el Museo del Cine con la colaboración de Leandro Listorti, ha
realizado una película completamente montada con imágenes filmadas por otros:
películas familiares, publicitarias, informativos, cine clásico, proyectadas en
varias pantallas simultáneas, mientras su voz en off –farragosa- no cesa de reflexionar sobre el proceso de
realización de la película, sus intenciones, su historia de vida, su actualidad
personal, su identidad, en suma. Este trabajo es una reelaboración de la
instalación audiovisual que había presentado en 2015 en el Parque de la
Memoria.
Si bien ella misma declara al principio
que el punto de partida fue la búsqueda de Isidro Velázquez, un gaucho rebelde del Chaco, al cual su padre,
el sociólogo Roberto Carri, le había dedicado un libro fundamental –Isidro Velázquez: Formas prerrevolucionarias
de la violencia-, y que también había motivado a Pablo Szir a realizar un
documental hoy desaparecido al igual que su director, la búsqueda de Albertina excede
el objetivo inicial.
Ella declara también que este es un
western. Sin embargo, el film excede todo género, es imposible de catalogar:
por detrás de la información documental, es capital la experimentación con la
imagen. Es notable la significación que cobran 3 o 4 fotogramas independientes proyectados
simultáneamente, la carga política que logran los mismos, y esto sin que el discurso
esté explícitamente vinculado a la imagen. Y lo más importante: la permanente
actualización de la instalación de la violencia en Argentina, y sus
consecuencias. A pesar de todo ese contenido, tal vez el epíteto que más le calza
al film es el de autobiográfico. Como Los rubios –otro documental como
éste, en primera persona- la voz y la personalidad de Albertina se imponen. Sus
motivaciones personales, su (im)posibilidad de filmar la historia de Velázquez,
sus viajes en busca de su personaje, su vida familiar con su abuela y hermanas,
su posterior matrimonio que constituyó una familia no convencional, son de la
mayor relevancia. Albertina se explaya –tal vez demasiado, su discurso no
conoce el silencio, ni siquiera la pausa- y su persona termina por ocupar todo
tiempo y espacio. Y sin embargo, en el fondo
se trata de la misma búsqueda de Los rubios: la búsqueda de esos
padres que nunca volvió a ver, que han marcado su vida, y ante los cuales ella
vacila en ocupar su lugar. Y la conformación de una familia, en última
instancia.
Una película revulsiva, de múltiples
capas y sentidos, que cada espectador decodificará personalmente, y que, como Los
rubios, nace destinada a la polémica.
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