Albertina
Carri, Animales puros
En
la Bienal Performance 17
Josefina Sartora
La coherencia de la obra de Albertina
Carri es abrumadora. En esta oportunidad, lleva todo el bagaje de su producción
previa a extremos inusitados, de alto riesgo, incursionando en una práctica que
no le es ajena, aunque la proclame por primera vez: la performance. La Bienal
Performance 17 es la ocasión justa para que Carri despliegue una video
instalación presentada por ella misma junto a Rosario Castelli y Paula Kleiman
quienes operan técnicamente, y ella pone el cuerpo y la voz a un discurso que
acompaña imágenes inquietantes, provocadoras, no aptas para espíritus pacatos. Animales
puros es otra obra de denuncia de un sistema que ha demostrado su
fracaso, pero que sigue sojuzgando a la mujer por su condición diferente,
mágica, ominosa, convirtiéndola en Monstruo.
Como en Cine Puro y en Cuatreros,
selecciona, elabora y monta imágenes ajenas, en este caso casi pornográficas,
de mujeres jóvenes teniendo sexo con perros, entrevista a entrenadores de
animales, presenta animales de diverso tipo. ¿En qué reside nuestra animalidad?
El uso y el abuso recorren la obra. Carri resignifica esas imágenes, al ser
montadas cobran otra significación, agregan capas de sentido.
Una vez más, Carri se expone, expone su
historia, su condición de víctima del terrorismo de estado, su vida privada y
su ideología pública, cruzando elementos distintos, poniendo su voz en vivo,
tras máscaras animales. El resultado es de una virulencia absoluta, una
denuncia flagrante contra el abuso patriarcal, la cosificación, la dominación
de los cuerpos y la ideología que condena a la mujer a su condición monstruosa.
Como toda performance, es efímera, fue
ejecutadas dos veces en un mismo día, logró generar una perturbación en el
público interpelado directamente. Esa es la función de la performance, ese es
el camino de Albertina Carri.
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