24 de mayo de 2017

Albertina Carri, Animales puros
En la Bienal Performance 17

Josefina Sartora


La coherencia de la obra de Albertina Carri es abrumadora. En esta oportunidad, lleva todo el bagaje de su producción previa a extremos inusitados, de alto riesgo, incursionando en una práctica que no le es ajena, aunque la proclame por primera vez: la performance. La Bienal Performance 17 es la ocasión justa para que Carri despliegue una video instalación presentada por ella misma junto a Rosario Castelli y Paula Kleiman quienes operan técnicamente, y ella pone el cuerpo y la voz a un discurso que acompaña imágenes inquietantes, provocadoras, no aptas para espíritus pacatos. Animales puros es otra obra de denuncia de un sistema que ha demostrado su fracaso, pero que sigue sojuzgando a la mujer por su condición diferente, mágica, ominosa, convirtiéndola en Monstruo.

Como en Cine Puro y en Cuatreros, selecciona, elabora y monta imágenes ajenas, en este caso casi pornográficas, de mujeres jóvenes teniendo sexo con perros, entrevista a entrenadores de animales, presenta animales de diverso tipo. ¿En qué reside nuestra animalidad? El uso y el abuso recorren la obra. Carri resignifica esas imágenes, al ser montadas cobran otra significación, agregan capas de sentido.

Una vez más, Carri se expone, expone su historia, su condición de víctima del terrorismo de estado, su vida privada y su ideología pública, cruzando elementos distintos, poniendo su voz en vivo, tras máscaras animales. El resultado es de una virulencia absoluta, una denuncia flagrante contra el abuso patriarcal, la cosificación, la dominación de los cuerpos y la ideología que condena a la mujer a su condición monstruosa.

Como toda performance, es efímera, fue ejecutadas dos veces en un mismo día, logró generar una perturbación en el público interpelado directamente. Esa es la función de la performance, ese es el camino de Albertina Carri.


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