Cine argentino en el 19º Bafici
Josefina
Sartora
Tradicionalmente,
el Bafici era la ventana del nuevo
cine argentino Los directores se apresuraban para terminar sus películas a
tiempo a fin de presentarlas en abril, o enviaban sus proyectos al concurso del
LAB para conseguir financiación para las mismas, y en estos días veíamos los
mejores títulos que se estrenarían en el año, o al siguiente. Ya no es así.
Ahora los directores ya consagrados parecen preferir el estreno en el Festival
de Mar del Plata, que habría ocupado ese lugar de ventana argentina
privilegiada, y lo que se presentó este año carece del nivel de años
anteriores. En general, el mundo que presenta el cine argentino es un reflejo
de la pura realidad, y sus personajes circulan entre la crisis y la desesperanza.
Sin llegar a ser un cine político ni declamatorio, ya no abunda el minimalismo
ni las errancias jóvenes como en años anteriores, aunque no faltan.
Se
destacaba la presentación de El candidato, opera prima del actor
uruguayo Daniel Hendler, que pasa así al otro lado de la cámara. Con su estreno
postergado varias veces, por haber sido elegida para integrar la Competencia
Internacional. Pero este film tan esperado resultó ser una obvia parodia de la
figura de nuestro actual presidente en momentos de su preparación como figura
política. Todos los detalles son gruesos: hijo de padre millonario, reúne un working team para diseñar su imagen
–física y mediática- en la estancia familiar, rodeado de vacas y
guardaespaldas. Por si fuera poco, tiene una mentora veterana, política mayor,
rubia y voraz (la siempre excelente Verónica Llinás). En ese fin de semana de
trabajo suceden muchas cosas -ninguna digna o noble- y de ellas saldrá un
candidato seguro e inescrupuloso, con todas las de ganar. El film tiene algunos
momentos de humor cínico, pero no trasciende.
Otra
película en Competencia Internacional, Hoy partido a las 3, es un film
coral dirigido por Clarisa Navas sobre un partido de fútbol femenino que ha de
jugarse en un pueblo de Corrientes. Las chicas son jugadoras entusiastas, casi
todas practican su lesbianismo con suelta libertad. La cámara en mano ágil
registra esta gesta llevada adelante por un buen elenco que mereció un premio
en su conjunto.
En Cícero
impune José Celestino Campusano se traslada a un pueblo de Brasil para
filmar otro melodrama que, en su primera parte, se acerca a sus primeras
películas. A partir de un hecho muy actual, de violencia contra la mujer, un
muchacho busca vengarse de un violador serial que ha abusado de su novia. Pero
el film deriva, pierde el rumbo y desbarranca en su segunda mitad. Campusano no
logra recuperar su mejor forma.
Iván
Granovsky, director de Los territorios, es hijo del
periodista Martín Granovsky. Este dato biográfico y particular es mencionado
infinitas veces en el film, y actúa como hilo o motivador de la acción. El hijo
de alguna manera emula al padre, y llega a intentar confundirse con él. Sin
saber muy bien cómo ni por qué, sale a la aventura europea gracias a que su
madre se la financia, en un intento de replicar la actividad de su padre, pero
reconoce que su talento no llega al nivel paterno. Ergo, filma esa aventura
como puede, sus intentos frustrados de ser periodista, su errático viaje por
distintos territorios. Y sí, también por los territorios que Israel ocupa en
Palestina, donde brota su simpatía por esta causa, sin demasiado compromiso.
También Granovsky pierde el rumbo, tiende a la banalización, en un film tan errático
como su recorrido.
Otra madre es una de las películas que
provienen de Córdoba, y hubo varias. Dirigida por Mariano Luque, tuvo como
Asistente a Iván Fund y fotografía de Eduardo Crespo, todos talentos del
interior que se han destacado en otros festivales. Ultra minimalista, está
dedicada a la condición femenina, vista desde sus tareas cotidianas: las
domésticas, la relación madre-hija, la
familia de mujeres, los vínculos familiares, el trabajo diario. Algo
fragmentaria, transmite la sensación de desesperanza o frustración, en
ambientes cerrados donde las cosas tiende a encimarse, amontonarse sobre las
sillas, mesas, mesadas. El film despierta una gran incógnita, y tal vez es la
que sienten esas mujeres, entre las que se destacan Mara Santucho y Eva Bianco.
Iván
Fund ha crecido mucho; su último Toublanc constituye un complejo
trabajo concebido a partir de la personalidad de Juan José Saer, argentino
entre dos mundos: París y Santa Fe. La película presenta dos personajes, dos
historias, que transcurren en ambas ciudades. En París un periodista o escritor
debe cubrir un hecho policial en su ciudad natal. En Santa Fe, una profesora de
francés es muda testigo de la investigación de un crimen que se ha cometido
cerca de su casa, mientras un caballo invade su vereda. Y un alumno intenta
seducirla. Algunos elementos se repiten –además de las coincidencias en los
nombres de los intérpretes, Maricel Alvarez y Nicolás Azalbert-: largas
caminatas, detalles de su cotidianidad, en una película sutil y sugerente.
En la alicaída Competencia Argentina, resultó una excepción El pampero, de Matías Lucchesi, cuya opera prima Ciencias naturales había merecido varios premios. Lucchesi es acotado al filmar: en este caso, elige un espacio mínimo y cerrado -un velero- y tres actores. El comienzo es elocuente, a pesar de la ausencia de diálogos. Un hombre enfermo sale solo en su barco, y deja vivienda y pertenencias: su destino pinta negro. De manera sorpresiva una mujer irrumpe en su camino y sus planes se ven alterados, con el agregado de un intruso más. Dos hombres y una mujer en un espacio cerrado y algo que ocultar: esos elementos sostienen un drama de contenida tensión que permanece amenazante durante todo el film, con logrado clima de suspenso.
Nada sería lo que es sin la presencia de tres actores soberbios. Julio Chavez ha vuelto al cine para dar lo mejor de sí; presente en casi todas las escenas, ya hemos visto su personaje solitario y taciturno, una máscara que ha ido elaborando en films anteriores, en una búsqueda actoral, en este caso súper contenido. Pilar Gamboa es una excelente actriz, siempre, tanto en teatro como frente a la cámara. Y el uruguayo César Troncoso está a la altura de sus compañeros: compone un personaje en las antípodas del dueño del velero, un marino cínico capaz de sacar provecho de todo fallo ajeno. Es este un logrado film sin estridencias ni pretensones, con una excelente fotografía de Guillermo Nieto de los espacios dle el Tigre y de la costa de Buenos Aires, que capta las variaciones de la luz en los distintos momentos. El pampero sostiene un tono de contenida intensidad que atraviesa esta road movie en su viaje hacia la muerte.
La vendedora
de fósforos
de Alejo Moguillansky fue la ganadora de la Competencia Argentina y del Premio
Cronistas. Un film que rebosa intelectualidad y juego, muy lejos del
minimalismo, a partir de la puesta en escena de esa ópera de Helmut Lachenmann
en el Teatro Colón. Walter Jacob y María Villar son esta vez quienes tienen a
su cargo los incesantes recorridos que suelen ejercitar los personajes de
Moguillansky por las calles de Buenos Aires. Cómo poner en escena una ópera
contemporánea basada en el cuento de Andersen, cómo sobrevivir en medio de la
crisis, con miradas hacia la política argentina, la alemana de los ’60 y el
cine de Bresson, son elementos que se combinan en un producto artístico independiente
y muy libre.
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