William Kentridge en la
Bienal de Performance
Josefina
Sartora
La
Bienal de Performance 17 tuvo un cierre de lujo con la presentación de William Kentridge. Buenos
Aires tuvo así la oportunidad de conocer a este artista sudafricano múltiple, que
circula con soltura y expansiva creatividad entre el dibujo, la música, el cine
y el teatro, galardonado este año con el Premio Princesa de Asturias.
Refuse de Hour constituye una mega performance, que incluye al mismo
Kentridge en el escenario del Coliseo, en una disertación sobre el tiempo que
comienza con Perseo y finaliza con Einstein, pasando por distintas etapas
mientras en grandes pantallas se proyectan dibujos y films mudos con sus
artistas, que también están en escena. La representación escénica está
sostenida por la música de Philip Miller, con una pequeña orquesta que
interpreta una música alucinante, y dos poderosas vocalistas, Ann Masina y
Joanna Dudley, quienes van combinando el bel canto con ejercicios con la voz, o
canciones sin palabras. No menos importante es la performance de la bailarina y coreógrafa Dada Masilo, quien no cesa
de atravesar el escenario como un espíritu del aire. Metrónomos gigantes
interactúan con enormes conos que pasan de mano en pie, esculturas mecánicas, teatro
de sombras, video proyecciones, orquesta mecánica y la música, siempre presente.
Presentada
en diversas ciudades y festivales de Europa, fue la única vez que la obra se
puso en escena en Argentina. Este complejo y completo espectáculo, de inusual
riqueza visual y sonora, resulta tan seductor y atractivo que el texto –filosófico, denso
y prolongado- pasa a un segundo o tercer plano, aunque Kentridge despliega toda
su corporabilidad al expresarlo. Toda la obra de este autor es política, y esta
no permanece exenta de ello, al incluir el tema del colonialismo.
El
día previo, Kentridge había debutado en Buenos Aires con su conferencia performática Enough and more than enough (Suficiente y
más que suficiente) en la Sociedad de Amigos del Museo de Bellas Artes, en
el cual también tiene una muestra. Acompañado por la actriz Maricel Álvarez -quien
fue más allá de sus funciones de traductora y se convirtió en co performer-, Kentridge brindó una master class sobre el trabajo en su
estudio. Expuso sus teorías sobre las artes plásticas, el dibujo y la
importancia de su movilidad, de cómo proceder a su realización, trascender la
obra terminada y alterarla, trasladarla a la tercera dimensión, al video, a la
performance.
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La
obra plástica no es unívoca, nos dice Kentridge en todas y cada una de las
capas de su obra múltiple. Ambas puestas fueron una clara experimentación de sus teorías sobre
la virtualidad, la relatividad del tiempo, la falacia de la evolución lineal, y
sobre los misterios del destino.
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