5 de octubre de 2017

Al amor, con discursos

Un bello sol interior (Un beau soleil intérieur)
Dirección: Claire Denis
Guión: Claire Denis y Christine Angot

Josefina Sartora


Claire Denis se aparta del cine que ha realizado hasta ahora, para aventurarse en una suerte de comedia romántica, o diría paródica, sobre los sentimientos de una mujer de más de 50 años que se rehúsa a declarar que el amor ha muerto para ella. Juliette Binoche se pone a los hombros este rol nada airoso, solo aceptable si uno com-pasiona con ella. Divorciada, artista independiente –aunque nunca la vemos comprometida con su trabajo- madre de una niña aún menor –aunque nunca la vemos acompañándola-, Isabelle se entrega a quien se le presente, sin importarle mucho quien tiene delante. Así, atraviesa una galería de hombres de diversas edades, profesiones, colores, a quienes desea entregar su corazón de buenas a primeras, interpretados por grandes actores franceses: un poderoso arrogante y despectivo (Xavier Beauvois), un actor menor que ella y dubitativo (Nicolas Duvauchelle), el padre de su hija (Laurent Grévill), el fruto de un encuentro en un bar, de otra condición social (Paul Blain), un colega (Alex Descas). Cree –vanamente- que tal vez en alguno de ellos encuentre el verdadero amor.


Denis elige alejarse de aquello que la tradición clásica indica para la comedia romántica y la transforma, deviniendo parodia. Originalmente, la película estaba relacionada con Fragmentos del discurso amoroso, de Roland Barthes. Pero bastante de la intelectualidad de Barthes quedó en el camino, no así sus fragmentos. El film, episódico, toma los distintos momentos de su peripecia amorosa –por llamarla de algún modo romántico-, sus escarceos, sus súplicas por hacerse desear y llevar un hombre a la cama. Fotografiada gloriosamente por Agnès Godard, Juliette Binoche es la mujer ideal para el rol, cuyo cuerpo adulto, pulposo y deseable, pasa airoso la prueba de los reiterados desnudos en este film en que el cuerpo y su necesidad erótica ocupan el primer lugar. Muy lejos de obras anteriores como Beau travail o White Material –que prefiero-, es este un film que tal vez se crea feminista y no lo es, que pretende llegar al gran público, en que la protagonista sostiene sin cesar su discurso desesperado, verbalizando su obsesión, sus frustraciones. Pero nada alcanza su satisfacción, nada sirve. Allí acecha la soledad, eludida y nunca mencionada.


Y sin embargo, Isabelle no llega a tener la carnadura de un personaje, parece casi un arquetipo, tomado de cientos de mujeres. Un bello sol interior (aquel que ella debería dejar brillar, según le indica banalmente un consejero encarnado por Gerard Depardieu en una escena curiosísima, que pone en evidencia el modo en que Isabelle se somete a la manipulación) me resultó una película triste por lo patética. Sin embargo, en la avant première a la que asistí despertaba sin cesar la risa del público femenino, obviamente identificado.

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