Paterson
Dirección: Jim Jarmusch
Estados Unidos/2016
Josefina Sartora
Jim Jarmusch nos ha dado su película
más lírica, un largo poema cinematográfico que constituye un poema de amor y también
hace poesía de lo cotidiano.
En esta película de dobles, Paterson (Adam
Driver) es un conductor de ómnibus local en Paterson, una pequeña ciudad del
estado de New Jersey. Su vida transcurre desde que se despierta a las 6.10 de la
mañana en brazos de su amada Laura, camina hasta el colectivo, escribe un poema
mientras espera su turno, maneja todo el día, con una pausa para almorzar y
seguir la escritura, regresa a su casa a cenar, saca al perro a caminar y se
toma una cerveza en el pub. De lunes a lunes, el film presenta esa
cotidianeidad, esas caminatas rutinarias, y esa escritura en la que los
elementos más banales, como una caja de fósforos, cobran poesía.
¿Cómo hacer poesía de la rutina, de la
monotonía cotidiana? La mujer de Paterson (Golshifteh Farahani, actriz iraní
que pasó por Francia y ahora filma en Estados Unidos) contrapone a la placidez
de Paterson su exceso de deseo: adora el blanco y negro, sueña con ser cantante
country y hacer negocio con las tortitas que cocina. El la acompaña y apoya en
todo, con un amor incondicional. Ella también admira su poesía y lo insta a que
publique sus poemas. Paterson es un observador de la gente: escucha a los
pasajeros de su ómnibus, a los clientes del pub, observa a los gemelos que se
atraviesan en su camino. Incluso la ciudad, sin nada destacable, más fea que
atractiva, multiétnica, es una más como tantas de la América profunda, y uno se
olvida de que está tan cercana a New York. Todos estos elementos, por banales
que parezcan, con una pátina de cierta melancolía y otra de fino humor devienen
poesía por obra de Jarmusch y sus actores. Lo sabemos: a Jarmusch nunca le ha
interesado sumarse al mainstream, ni
estar a la moda.
La película es un sentido homenaje al
poeta William Carlos Williams (1883-1963), quien vivió en Paterson, y a su
largo poema Paterson. Está citado explícitamente
en una de las últimas escenas, y su libro enfocado varias veces por la cámara.
De manera que, como un juego de espejos que reproducen la realidad, la
multiplican, el nombre Paterson va de la ciudad a sus habitantes, y de ellos a
sus obras. No es aleatoria la elección de gemelos como leitmotiv de la gente
que Paterson cruza en sus recorridos: Laura sueña con gemelos y cada día
Paterson encuentra una pareja de ellos. Paterson está consubstanciado con su
ciudad, que se llama como él. O viceversa. Los poemas que escribe Paterson
arriba del ómnibus o frente a esa espléndida cascada emblemática de su ciudad
también podrían considerarse una prolongación del poema de Williams, quien en
los años ’40 quiso apartarse de las convenciones de métrica y rima y apeló a un
lenguaje cotidiano que facilitara la libre expresión poética –como lo practica
Paterson y su espejo, la chica que encuentra escribiendo en la calle. Asimismo,
Williams apeló a la realidad de todos los días de la gente común, como material
para sus poemas. Tengamos en cuenta también que Driver, el apellido del actor,
significa conductor.
En verdad, los poemas que escribe
Paterson son del poeta de New York, Ron Padgett, y el poema de la niña, Water Falls –El agua cae, juego de palabras con Waterfalls=catarata- es de
Jarmusch. Paterson la película, Paterson el personaje, nos muestra que la
poesía está en todos lados, y puede residir en la rutina cotidiana.
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