Una mujer fantástica
Dirección: Sebastián Lelio
Guión: Sebastián Lelio y Gonzalo
Maza
Chile-Estados
Unidos-Alemania-España/2017
Josefina Sartora
Tras las imágenes de las cataratas
del Iguazú, anuncio del torrente emocional a venir, las primeras escenas de La
mujer fantástica muestran la rutina de Orlando (Francisco Reyes), un
empresario en su tarde de trabajo y bienestar; el final del día lo lleva a un
local donde encuentra Marina, una cantante trans con quien sale a festejar su
cumpleaños. Ambos constituyen una pareja, han empezado a vivir juntos, pero la
narración imprime todo un giro cuando él sufre un ataque cerebral y ella queda
sola, pasando a ser su punto de vista el que domina el film.
La
filmografía de Sebastián Lelio suele explorar los intersticios de la sociedad chilena y
su sistema de criterios tan instaurados, algunos de fuerte impronta
conservadora. Tuve la oportunidad y el placer de integrar el jurado Fipresci
que en el Festival de Transilvania 2010 premió su película Navidad, una radiografía
de clase. Como en su anterior Gloria –que revitalizó la carrera
artística de Paulina García-, en Una mujer fantástica Lelio indaga en
los motores que bullen en una personalidad cautivante, pero sobre todo, en la
respuesta de la sociedad a una situación no tradicional. Si al principio la
actitud de la familia –sobre todo del hermano (Luis Gnecco)- parece de
aceptación y cierta comprensión, deviene progresivamente agresiva hacia Marina,
quien debe atravesar su calvario para conservar su integridad y dignidad. Marina
se ve imposibilitada hasta de hacer su propio duelo. Paralela a la negación y
maltrato de la familia, al deseo de invisibilizarla, es la conducta de la
policía, que por su sola condición la considera una persona sospechosa y la
somete a la humillación –de la que no queda excluido el médico-, desconociendo
sus derechos. Y al principio, Marina no parece encontrar otra vía que la de una
suerte de aceptación masoquista.
Lelio
prefiere no indagar demasiado en la psicología del personaje, ni en su historia
personal: son pocos los datos que tenemos, y el resto corre por cuenta del
espectador. Incluso la información es dada progresivamente, permitiendo que la historia respire. Cuando se presentó La
mujer fantástica en el último Festival de Mar del Plata, la actriz
Daniela Vega narró la génesis del film: siendo actriz y activa militante del
transgénero, Lelio la consultó para su guión y después de varias entrevistas
fue obvio que el papel era suyo. Su única participación en cine había sido en La
visita (2014), en la que también actuó un rol trans, pero venía de una
trayectoria como cantante lírica, con dones que pueden apreciarse en este film,
en arias de Haendel y Sposa son
disprezzata nada menos, de Geminiano Giacomelli. Su actuación pasa por momentos
muy potentes, apasionada, y en otros la actriz resulta algo indecisa, perpleja,
incómoda. Y su cuerpo habla de esa incomodidad, de esa desubicación, ese
sufrimiento, sólo sostenido por su fuerza interior. En una charla con fuerte
impronta política, en aquella oportunidad Vega también habló sobre los espacios
que se han ganado en la sociedad y a los que no se puede renunciar, espacios de
integración y comprensión que defiende este film de los que no se puede
resignar, para cuidar de la propia dignidad. Conceptos que bien pueden
aplicarse en estos días a nuestra reaccionaria sociedad argentina, en cuyo seno
ideas, prejuicios, preconceptos que parecían muertos han vuelto a vivir y
pretenden borrar esos espacios.
La fotografía, muy luminosa, habla
también de la situación de Marina, que ha asumido su condición con integridad,
que busca abrirse camino en la luz, con una relación estable o reconocida, con
un trabajo convencional. Marina ansía ser una mujer como cualquier otra, y como
tal, es luminosa. En contraste, las escenas nocturnas son la amenaza que
acecha, el tenebroso peligro latente. Con algunos toques de realismo mágico, el film
metaforiza también sobre la muerte, con un fantasma que vigila la recuperación
de la protagonista. Con una banda de sonido excelente, resulta algo obvio e
innecesario el uso del hit de Aretha Franklin, (You Make Me Feel Like) A
Natural Woman.
Una mujer
fantástica,
que viene de recibir ya varios premios -un Goya, varios en Berlín el año pasado, en La Habana- es una de
las cinco nominadas al Oscar a la mejor película en idioma extranjero. ¿Señal
de los tiempos, que comparta candidaturas con Call Me By Your Name,
también sobre temática LGBTQ? Mis preferencias no siempre coinciden con las de
la Academia: no creo que sea mejor que la húngara En cuerpo y alma, pero ojalá
lo obtenga.
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