Visages villages
Dirección y guión: Agnès Varda y JR
Francia/2017
Josefina Sartora
Voté Visages villages como una de las mejores películas vistas en
2017. Felizmente se estrena esta última de Agnès Varda. A sus 88 años, sale en
un camión-taller con el fotógrafo y artista callejero JR a recorrer casi sin
rumbo fijo diversos pueblos de la Francia profunda, con el objetivo estético de
tomar fotografías de sus habitantes y pegarlas como gigantografías en los muros
de sus pueblos, en trenes, fábricas, contenedores. Varda y JR priorizan la
íntima relación de esos rostros con los pueblos que habitan, que los han
gestado y que les dan lugar. En un trabajo conjunto -ambos además co-dirigen
este documental-, cartografían la humanidad anónima que habita esos pueblos:
granjeros, obreros de fábricas, trabajadores del puerto, camareras, campaneros
de iglesias, vecinos mancomunados en una tarea que los trasciende, y que habla
de empatía, solidaridad, humanidad en suma, con un optimismo admirable y fe en
la humanidad.
La puesta en abismo de esas fotos logra un efecto sorprendente:
transforma gente común en gigantes, en monumentos icónicos, y trascienden las
diferencias, como lo hacen los dos realizadores, de dos generaciones muy
distantes entre sí. El film se ocupa también aspectos autobiográficos, como
cuando visitan a la abuela centenaria de JR, o la emoción compartida frente a
la tumba de Henri Cartier-Bresson, o en los momentos en que Varda debe
someterse a un tratamiento porque su vista está debilitándose. No exenta de
humor y además muy nostálgica, durante esta suerte de viaje inciático Varda no
cesa de evocar a su marido Jacques Démy y sobre todo a su amigo Jean-Luc
Godard, con quien busca un improbable encuentro.
Este film esclarecido constituye también una reflexión sobre el propio
trabajo, y su trascendencia. Y una meditación sobre el tiempo, y lo efímero del
arte y de nuestras vidas. En la actualidad, cuando abunda el cinismo y el
escepticismo, el egoismo, el desprecio al otro o por lo menos la indiferencia,
el odio y la guerra entre vecinos, la provecta Varda y su joven amigo JR salvan
sus diferencias y –sin declamaciones, sin pretender bajar líneas- destacan la
importancia de valores humanos elementales y consideran su arte como un hecho
social y constructor de identidades.
Siempre comprometida con la realidad social de su país, despues de
aquellas otras joyas que fueron Les glaneurs et la glaneuse y Las
playas de Agnès, Varda nos da uno de sus mejores trabajos.
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