15 de junio de 2018

Mecanismos del poder


Crimen en El Cairo (The Nile Hilton Incident)
Diección y guión: Tarik Saleh
Marruecos-Suecia-Dinamarca-Alemania-Francia/2017

Josefina Sartora


Mucho de nuevo y también de conocido en Crimen en El Cairo: de conocido, el género, film noir de ambiente policial con femme fatale incluida, en el que se cruzan crímenes privados con corrupciones públicas; de nuevo, todo esto sucede en El Cairo, Egipto, país al que el cine no suele dedicarle mucho metraje.

Corren los últimos tiempos de Hosni Mubarak. El protagonista Noredin (Fares Fares) es un teniente que debe investigar el asesinato de una bella cantante en un hotel de lujo y la desaparición de la única testigo, la mucama, inmigrante senegalesa. Noredin no es ninguna joya, se inscribe en la tradición de policías torcidos: con adicciones varias, recibe permanentes sobornos amparado por la corrupción general, y es protegido y promocionado por su superior, pariente suyo más corrupto aún, a quien pronto habrá de suceder. El hombre taciturno vive una vida lúgubre, en sus noches lamenta borracho la ausencia de su mujer, y asume a desgano el cuidado de su padre anciano, quien apela a su nobleza y dignidad perdidas. A medida que avanza en la investigación, ascendiendo en los turbios círculos de poder donde se movía la víctima, se le oponen sucesivos obstáculos desde el ámbito del dinero y la política, al tiempo que se le plantea un conflicto de conciencia. Nadie quiere que la investigación continúe.


Si la historia no difiere demasiado de sus similares de género, su mayor interés radica en el punto de vista, y el ambiente que presenta. La corrupción, el maridaje entre policía, gobierno, prostitución y dinero es mucho más perverso de lo que Noredin imaginaba, y verá las consecuencias de enfrentar ese sistema establecido en un cuerpo social signado por los mecanismos del poder. El director Tarik Saleh –sueco de padre egipcio- bordea el registro documental, que es su fuerte, para hacer derivar la historia hacia las manifestaciones de 2011 en la Plaza Tahrir. De cómo el policial deviene un film político con su cuadro social, de cómo una historia individual –filmada en espacios cerrados, de muy diverso estrato social- deviene colectiva. En ese mundo de machos poderosos, el lugar de la mujer es el más infravalorado, ya sea la artista, la prostituta, la inmigrante o la esposa del magnate. El Cairo es el otro personaje importante, con sus calles bulliciosas, sus barrios absolutamente contrastados, su plaza histórica, a pesar de que parte del film –premiado en Sundance- fue filmado y reconstruido en Marruecos.

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