9 de julio de 2018

Elogio de la media sombra

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Invitación de boda (Wajib)
Dirección y guión: Annemarie Jacir
Palestina-Francia-Colombia-Alemania-Unión de Emiratos Árabes-Qatar-Noruega/2017

Josefina Sartora


Un film palestino (o multinacional) y dirigido por una mujer resulta una rara avis en nuestras carteleras. Se estrena gracias a que ganó el premio a mejor largometraje en la Competencia Internacional del último Festival de Mar del Plata, decisión que motivó alguna polémica, después de obtener premios en Locarno.

El film sigue una propuesta muy acotada: como en el mejor cine iraní, padre e hijo recorren en auto las calles de Nazareth donde vive la familia para entregar en mano, una a una, las invitaciones a la boda de la hija (esto es el wajib, como marca la tradición palestino cristiana). En sucesivos encuentros con amigos y familiares, y con las noticias que se oyen por la radio del coche podrá apreciarse la situación social y política tan peculiar de ese pueblo rodeado –y sometido- por ocupantes.

También las diferencias entre padre el hijo. El mayor, un profesor respetado por toda la comunidad, es un hombre conservador, hasta reaccionario, homofóbico, machista, y genuflexo ante el poder de los israelíes, que necesita para un último ascenso. Su mujer, obviamente, se ha hartado de él y lo ha abandonado hace años, a él y a sus hijos, marchándose del país en busca de otra clase de vida, lo cual ha constituido una humillación para la familia. El hijo también vive fuera de Palestina, y su experiencia en Europa lo hace oponerse a las conductas de su padre y de tantos como él. (Mohammad y Saleh Bakri, padre e hijo en la vida real, ambos excelentes, y con similares ojos celestes.)


Con economía de tiempo y espacio, y delicado humor, el film condensa en menos de un día y exclusivamente en los vínculos de la pareja con sus interlocutores a lo largo de su derrotero, aspectos de la realidad cotidiana de esa comunidad. La importancia del matrimonio, preferentemente dentro de sus iguales, la hospitalidad y el honor como valores inalienables, en ese grupo humano cristiano donde cada casa cuenta con una imagen de la virgen o un árbol de Navidad. Sin embargo, encuentro muy benévola, hasta tibia, la mirada de la directora Annemarie Jacir: se queda corta en mostrar el conflicto siempre latente. Tan sólo en las reacciones del hijo frente a los soldados israelíes armados que comen en su cantina, o en su oposición a la actitud de su padre, vemos el rechazo por la ocupación israelí. Evidentemente, la convivencia –y la conveniencia y supervivencia- somete a los palestinos a cierta pasividad o conformismo. O a convencerse o vivir en la ilusión de una cuasi normalidad. Por eso el desprecio del padre por su consuegro, miembro de la OLP. Pero el conflicto queda subsumido en el cruce generacional, entre ambos personajes que devienen así dos posturas arquetípicas frente a la situación de dominación. Las mujeres parecen tomar la realidad con más sabiduría. ¿Todavía no has comprendido? le pregunta la futura novia a su hermano. Todo queda disimulado, como tras esa media sombra que se usa en las casas de Nazareth. Hasta la sombra de la muerte, que sobrevuela todo el recorrido, está tratada con cierta levedad.

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