Festival
de Santiago del Estero 2018
El más joven festival de cine de
Argentina tiene lugar en Santiago del Estero, en su segunda edición. Cuenta
–como sucede con el de Cosquín, o el de Antofagasta en Chile- con una impulsora
activísima, que se pone el festival al hombro con su equipo: Pichu Tomsic ha
emprendido esta actividad con un entusiasmo y un esfuerzo de producción con un
trabajo a pulmón infatigable, que ha dado sus frutos. Cinco días de festival,
más de 30 películas en Competencia argentina e Internacional, cortometrajes,
trabajos de escuelas, 58 invitados que circulamos entre salas y público para
asistir a las dos funciones simultáneas o a otras numerosas actividades. Hay
talleres de análisis y crítica de films, de dirección de arte, de sonido, de
actuación, de producción. Todo eso en el Centro Cultural del Bicentenario, un
edificio magnífico que alberga el museo de Bellas Artes, el Antropológico y el
Histórico. El festival no es oficial, aunque cuenta con apoyo de la
Gobernación, el Parlamento provincial y la Municipalidad, y de la gente de
Santiago. Del Incaa, nada de nada.
La programación que ha elaborado Pichu
junto a Juan Pablo Salomón es sumamente ecléctica: por el lado de las
argentinas, pueden verse –en una sola proyección cada una- desde algunas
películas que ya han circulado por algunos festivales o se han estrenado en
Buenos Aires –Moacir III, Tigre, Invisible, Mario
on tour, La reina del miedo, ¡Yallah, Yallah!, hasta otras que
tienen aquí su estreno, o al menos no han sido proyectadas todavía ante el
público de Buenos Aires.
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Los ganadores |
Definitivamente, el cine argentino ya
no atiende sólo en Buenos Aires: varias películas fueron rodadas en diferentes
zonas del país: de Córdoba llega Instrucciones para flotar un muerto,
de Nadir Medina. Un film de aguda sensibilidad que –como gran parte de la
selección programada- aborda temas generacionales, la amistad y por sobre todo,
la ausencia. Una chica vuelve del exilio al reencuentro con un amigo y enfrenta
la ausencia de un tercero, que ha muerto. Sin explicaciones, sin indagaciones
psicológicas, valiéndose de la actuación y un extraordinario uso de los
espacios vacíos, Medina logra crear un clima sugerente, de elocuente melancolía.
Esta segunda película de Medina le valió varios premios: el de la Asociación de
Cronistas, premio al montaje y premio del público. Ojalá este éxito sirva para
impulsar su estreno en Buenos Aires y otras ciudades.
Paraíso es un film del
cordobés Pablo Falá, con guión fallido y buenas actuaciones y fotografía de la
zona de Traslasierra. Zonda fue el futuro de Diego
Navarrete está filmada en San Juan, y es también un retrato de esa generación,
los de treinta. Pero a diferencia de Instrucciones…, que posee un guión
firme, este film se basa en improvisaciones poco logradas, voces y situaciones
superpuestas que muestran los peligros en los que puede caer un film sin ideas
vectoras.
Javier y Juan Zeballos con Pichu Tomsic |
El documental Estilo libre es obra
conjunta de los hermanos Javier y Juan Zeballos. Ellos acompañan a un rapero
under, Matías Escobar, en su retiro en una casa de Camet, en las afueras de Mar
del Plata, donde se dedica a componer, grabar en un estudio improvisado,
caminar por la playa, recibir amigos y pintar grafitti. Otro film de gran
sensibilidad y empatía con el documentado, que quiebra los clichés que podrían imaginarse
de ese personaje algo marginal, y cuenta además con una excelente música y
fotografía poco habitual de Mar del Plata, ambas de Juan Zeballos.
El equipo de Lo que tenemos |
Todos los encuentros del Festival
estuvieron atravesados por los comentarios sobre los más de 300 despedidos de
Télam, mientras nos llegaban noticias de más despidos. Y justamente, el cierre
del mismo estuvo a cargo de la última película de Paulo Pécora, experimentado
cineasta y periodista especializado, una de las víctimas de esta política
feroz. Lo que tenemos aborda también temas de esa joven generación:
tres amigos pasan juntos unos días en la playa de La Lucila del Mar, sin que se
aclaren los vínculos entre ellos, jugando con cierta ambigüedad, información
dada a cuentagotas, mientras las tensiones parecen resquebrajar esos vínculos.
Un film amable, optimista en el fondo, resultado de una creación colectiva de
Pécora –que tiene aquí una breve actuación- y sus actores: Mónica Lairana,
Maricel Santin y Alberto Rojas Apel.
Fue poco lo que pudimos ver en
Competencia Internacional los días que estuvimos, pero la selección es también
muy variada, con películas en general nunca vistas en otros festivales del
país. Avant la fin de l’été, de Maryam Goormaghtugh, sigue el
derrotero de tres amigos iraníes residentes en Francia, que para despedir a uno
de ellos que vuelve a su país, se van de viaje por la Francia profunda, hasta
el mar. En base a diálogos constantes entre los tres, aborda temas como el
desarraigo, la identidad, la amistad, la seducción. Un interesante cruce de
documental con ficción, para retratar una generación, un grupo étnico y además,
una Francia poco cinematográfica. Controfigura es un curioso film de
la italiana Rä di Martino, con Valeria Golino: cine dentro del cine, un hombre
busca piscinas en Marrakesh para atravesar la ciudad nadando en ellas, como
deberá hacerlo después el protagonista de un film que están rodando. Entre una
y otra, corre por terrenos escarpados, pedregosos, descalzo, con rumbo
incierto.
El premio de la Competencia
Internacional fue para Pani: Women, Drugs and Kathmandu, un
duro documental del español Luis Gallego sobre mujeres adictas a las drogas en
Nepal, situación tabú que las condena a la marginalidad, la prostitución, o la
soledad.
La Competencia Argentina la ganó Corralón,
de Eduardo Pinto, ya estrenado en Buenos Aires. A la hora de los premios Kris
Niklison debió subir tres veces al escenario, para recibir una mención de la
Asociación de Cronistas, el premio de Adefa a la mejor fotografía –de la propia
directora- y otra mención de la Competencia Argentina, por su sensible film Vergel.
En suma: un festival pequeño pero
valioso a seguir, y por sobre todo, que cuenta con la extraordinaria calidez de
los santiagueños.
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