1945
Dirección: Ferenk Török
Guión:
Guionista: Gábor T.
Szántó y Ferenc Török,
basada en un cuento de Gábor T. Szántó
Hungría/2017
Josefina Sartora
La guerra ha finalizado. A la estación de
un pequeño pueblo de Hungría llegan dos judíos cargando sendos baúles donde se
supone hay mercaderías, y se dirigen al centro del pueblo. Antes que ellos,
llega la noticia y el villorrio entra en estado de alerta. Es el retorno de lo
reprimido: esos personajes pueden anunciar el regreso de aquellos que fueron
denunciados y deportados, y cuyas posesiones han pasado a poder de quienes se
quedaron, habiendo colaborado, habiendo denunciado. Es el fin de la guerra pero
no del antisemitismo. Peor aún, cuando hay intereses creados.
No hemos visto muchas películas que
informen qué sucedió en Hungría durante la ocupación nazi y después de la
guerra, durante la presencia soviética, entre la gente que no combatió en
batalla, y que sobrevivió como pudo. Con pocos diálogos, 1945 presenta una pintura
social de una realidad que excede ese microcosmos: casos similares ocurrieron
en todos los países arrasados por los nazis. Pero no sólo en ellos: más cerca
en el tiempo y lugar, constituye una realidad que nosotros hemos vivido en
carne propia, como lo presenta La quietud, de manera tanto más
megalómana que este film menor, y más sutil. Historia coral, donde cada miembro
de la comunidad ocupa un rol en la dinámica grupal, en el juego de culpa y
paranoia que desata la llegada de los dos extraños, cuando se despierta la
memoria dormida y se desata el imaginario colectivo.
Ese pueblo parece vivir en estado
bucólico: es el día de la boda del hijo del alcalde, y todo el pueblo se
prepara para la fiesta. El alcalde y hombre fuerte del pueblo se ha apoderado
de la botica que fuera de una familia judía, apoyado por otro colaboracionista
que ha ocupado una vivienda. Su futura nuera no es menos ambiciosa, prestándose
a un matrimonio por conveniencia. Allí cada uno se las ha ingeniado con
variados recursos para seguir adelante, hasta que la llegada de esos dos seres
reaviva conciencias largamente acalladas, y desnuda hipocresías.
Desarrollado casi en tiempo real, un film
seco, austero y alegórico, cuyo mayor logro es su imagen soberbia, con
fotografía en blanco y negro de Elemér Regályi. Sus imágenes cargadas de
simbología que captan momentos íntimos en el acontecer de esa gente, en un
breve lapso de tiempo. Enmarcados, reencuadrados, los personajes aparecen
distanciados, encasillados en esa realidad fraguada.
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