Festival
de Antofagasta 2018
Josefina Sartora
Se ha llevado a cabo con su habitual
éxito el 7º Festival de Antofagasta. Este año estrena nombre, pues el que fuera
Antofadoc, dedicado al cine documental, hoy exhibe todo tipo de cine, por lo
que ha sido rebautizado AntofaCine. Siempre bajo la dirección de la activa
Francisca Fonseca, atenta a las nuevas realizaciones sobre todo de
Latinoamérica. Cabe destacar que sus programadores son Cecilia Barrionuevo y
Marcelo Alderete, del Festival de Mar del Plata. AntofaCine sigue afirmándose
como uno de los festivales más sólidos e importantes de los muchos que se
realizan en Chile.
Este año acudí invitada como Jurado de la
Competencia Nuevos Lenguajes, que incluyó una heterogénea programación de
cortos, largos, films experimentales y no convencionales, de variado origen.
Así, vimos el corto Optimismo, de la canadiense Deborah Stratman, que combina
diversas texturas visuales para mostrar una zona de frío extremo, y los
subterfugios que practican sus habitantes para sobrevivir en esas condiciones.
En el polo opuesto, el desierto de Atacama es fotografiado en Altiplano, de Malena Szlam, con tomas fijas
experimentando con el color y el sonido producido por los volcanes.
Fausto, de Andrea
Bussman, es un film muy peculiar rodado en las playas de Oaxaca en México,
donde un grupo de hombres evocan y reinterpretan mitos y fenómenos
paranormales, o fantásticos, y tratos con el diablo, con una tenebrosa
fotografía de régimen nocturno.
El jurado, que se completó con los
chilenos Coti Donoso –montajista- y el realizador Christopher Murray, premió la
excelente El silencio es un cuerpo que cae, opera prima
de la cordobesa Agustina Comedi, que estrena en estos días en Buenos Aires.
Esta película superó ampliamente el nivel de toda
las competencia. Impactante documental realizado por una joven cordobesa, que
indaga sobre la identidad de su padre. Después de muerto, reconstruye su vida
como militante político y homosexual en los años ’70 y ’80. Paradójicamente,
utiliza para ello registros que había realizado su padre, cineasta aficionado,
además de entrevistas a quienes fueran amigos y compañeros. Un valioso
testimonio personal, familiar que trasciende los doméstico, notable como opera
prima. La justificación del premio por decisión unánime fue: “Por su
capacidad de abrir un relato íntimo y familiar a reflexiones políticas y
sociales profundas, a través de experimentaciones visuales, sonoras y
narrativas realizadas con extrema sensibilidad y osadía.”
Mientras el premio de la Competencia
Internacional fue para la brasileña Lembro mais dos corvos, de Gustavo
Vinagre, exhibida en Mar del Plata, es de destacar el premio al mejor
largometraje chileno, Las cruces, de Teresa Arredondo y Carlos
Vázquez. Un documental sobre la historia de desaparición de 19 trabajadores en
la zona de Laja, en el Sur de Chile, pocos días después del golpe militar de 1973.
Un hecho que fue ocultado y negado oficialmente, hasta que los carabineros
responsables rompieron el pacto de silencio revelando la durísima verdad:
fueron fusilados y enterrados en el bosque. El film se basa en los testimonios
de los asesinos, leídos por los familiares de las víctimas, con imágenes
impactantes de la zona, hoy, realizado con un rigor y expresividad extremos y
gran belleza, nunca reñida con el rigor.
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