24 de enero de 2019

Lazos de elección


Somos una familia (Manbiki kazoku)
Dirección y guión: Hirokazu Kore-eda
Japón/2018

Josefina Sartora


Siguiendo la tradición del cine japonés, y las enseñanzas de Ozu y Naruse, Hirokazu Kore-eda dedica su cine a retratar la familia, sus vivencias, sus conflictos, su psicología.  Y con ellos, el mundo. Y lo lleva a cabo con delicadeza, con sutil ironía o fino humor, contemplando las distintas posiciones y puntos de vista, sin juicios ni condenas. na abuela  do su pensión y situación de pensionada- una pareja, una herman a que no lo es y un hijo que tampoco. Todos deben ocultarse de los inspectores que la visitan para comprobar que la anciana vive sola. La pareja trabaja a desgano en ínfimas posiciones que no los valoran, y él (Lily Franky) se especializa en robar en supermercados los elementos necesarios de la vida cotidiana, complementando un magro salario. E inicia a su hijo en la actividad, para la cual resulta muy diestro. De allí su título internacional, Shoplifters = Ladrones de tienda.  Ese (des)oren familiar se ve alterado con la incorpoación de una niña vecina, maltratada por su madre, a quien también adoptan y brindan un cuidado y ternura que nunca antes conociera.


Toda buena gente, que no cumple con las pautas sociales. Marginales –en este caso, en la pobreza-, como muchos personajes del cine de Kore-eda. La relación con la hermana, por ejemplo, que trabaja en un peep show de club porno, tardará en revelarse en su completa complejidad. La película transcurre en gran parte en ese espacio acotado, donde se desarrolla la cotidianeidad de esa familia más funcional e integrada que muchas otras más convencionales: una familia elegida, donde no cuentan los lazos de sangre. Los momentos de las comidas son particularmente interesantes, cálidos y emotivos en medio de la precariedad, cuando circula una energía de amor y entendimiento, de sentimientos no dichos sino vividos. O ese último instante de perfecta felicidad, en una día de playa en familia.


Pero claro, la posesión de la niña es secuestro, y las incursiones en las tiendas, robo. En cierto momento todo se descalabra y deben confrontar con las reglas de la sociedad organizada que en cierta medida los ha expulsado, donde aquellos no tienen lugar. Una sutil, deliciosa crítica a las convenciones sociales y a la crisis socioeconómica, que también se sufre en Japón. En mucho este film recuerda su tremendo Nadie sabe, pero aquí Kore-eda es menos brutal, más benévolo.


Kore-eda se introduce en la intimidad del melodrama familiar, y lleva la peripecia con mano delicada, contenida, empatizando con todos, transmitiendo el punto de vista de cada uno de ellos, sin colocar el lugar de verdad en ningún lado. Y sin olvidar el fino humor.


No hay comentarios:

Publicar un comentario