La favorita
(The Favourite)
Dirección:
Yorgos Lanthimos
Guión:
Deborah Davis y Tony Mc Namara
Irlanda-Reino
Unido-Estados Unidos/2018
Josefina
Sartora
Las intrigas de palacio siempre han
suscitado todo tipo de comentarios, leyendas o elucubraciones. Así desde
Cleopatra y Marco Antonio pasando por Macbeth y sus derivaciones mafiosas hasta
House
of Cards (y en poco tiempo tendremos también la saga del “Clan Macri”).
La notoria peculiaridad de La favorita es que las intrigas se
urden alrededor de tres figuras femeninas, cuyas luchas por el poder al máximo
nivel del trono de Inglaterra a principios del siglo XVIII pasan
inevitablemente por el camino de las sábanas.
La favorita es una extraordinaria recreación de época sin caer en
el cine de qualité, todo lo contrario: la acción transcurre casi íntegramente
en el palacio, los pasillos y salas de la reina Ana, filmados por la ubicua
cámara de Robbie Ryan con gran angular y ojo de pescado, y posee un toque de
actualidad, un cierto anacronismo velado que aporta un grado de perplejidad, de
sorpresa incluso. Sus protagonistas, personajes históricos retratados con
fidelidad histórica, poseen un cariz de modernidad, un desparpajo que torna más
atractiva esta historia irreverente. Por supuesto, es la mano del giego Yorgos
Lanthimos, quien siempre ha relatado historias sorprendentes, insólitas,
provocativas, con un toque de humor absurdo y satírico. Sobre todo en la
surreal Dogthooth y la distópica La langosta, en menor medida en El
sacrificio de un ciervo sagrado. Películas deudoras de Michael Haneke, por
trabajar el tema de la maldad y la perversión con un sadismo ácido, y que no me
despertaron el interés y entusiasmo que me genera La favorita. Lo cierto es
que Lanthimos ha realizado un film excelente, tan irreverente como los
anteriores, pero con una fibra humana de la que aquellos carecían, gracias al
cambio de guionistas.
Los hechos son históricos: a inicios
del siglo XVIII Ana –la última Estuardo- reinaba junto a lady Sarah Churchill,
esposa del duque de Marlborough, quien lideraba la guerra contra Francia según
los dictados de su mujer. Siendo una reina débil después de haber perdido todos
sus 17 hijos, dejaba en manos de su entonces favorita todos los asuntos de
estado, quien dirimía tanto temas políticos como bélicos y económicos,
manejando con delicadeza la tensión entre el partido tory y los whigs. Rachel
Weisz, con su atractiva androginia, sale airosa de ese rol de tanto peso
político como sexual.
Abigail, el tercer elemento del
triángulo (Emma Stone), mujer de origen noble caída en desgracia, tiene la
audacia, la inteligencia y el talento suficientes para salir de los bajos
fondos del palacio hasta llegar a la alcoba real, donde no tardará en
reemplazar a su prima y mentora. Las escenas con Abigail son las más
disfrutables, desarrollan de manera brillante el agudo uso del humor, que
decrece a medida que esta adquiere poder, tornándose el clima más oscuro y
siniestro. Más Lanthimos, en suma.
Con una banda sonora ecléctica, que va
desde Purcell hasta Messiaen y una sonoridad metálica atemporal, esta farsa
resulta tan ambigua como postmoderna.
A contramano de sus primeros films,
en los que los actores recitan sus líneas casi sin expresión facial, desapegados,
con grado cero de actuación, las actrices y actores de La favorita despliegan
una maravillosa amplitud de registros, sobre todo por la gran Olivia Colman en
su rol de reina tan poderosa como vulnerable. Su performance en la decrepitud
de la soberana es formidable, una decadencia pocas veces vista. Colman eleva el
personaje de la reina a su dimensión trágica. También Lanthimos se aparta de su
camino en el tratamiento de los personajes, cada uno desarrollado con
comprensión, incluso con cierta ternura nunca antes expresada.
Muy
oportunamente, al aire de nuestra época, es la primera vez que el director
indaga en la psicología femenina, aquí desarrollada en tres brillantes
personajes, cada una con su peculiar personalidad, ya abiertamente combativa
como Lady Sarah o diabólicamente especulativa como es Abigail. Tres psicologías
en de mujer en su relación con el poder: quien lo posee por derecho propio, o
heredado, quien se a hecho dueña de él, y quien lucha por obtenerlo. Cuando la
tensión entre las tres decrece, también decae el film.
Cerrado, claustrofóbico, el mundo de
Lanthimos una vez más parece ajeno al mundo que lo rodea, la condición de la
mujer de la época limitada a estos tres reales personajes.
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