14 de marzo de 2019

Simple y puro genio

Maria Callas: en sus propias palabras (Maria by Callas)
Dirección: Tom Volf
Francia/2017

Josefina Sartora


A través de entrevistas en francés y en inglés, la más grande soprano del siglo XX cuenta su propia historia, que no fue fácil. Una madre exigente la inició en la música a los 8 años y desde entonces vivió su infancia y adolescencia sintiendo una gran responsabilidad, que sostuvo durante toda su vida. Como en Norma, como en la tragedia griega, atribuye su carera a un destino del que no pudo librarse, forzada por sus allegados.

En una rica recuperación de materiales históricos, además de registros de las actuaciones de Callas desde los años ’50, el documental exhibe notas tangenciales: escenas de época de calle, los teatros y su público acudiendo a las funciones –entre quienes puede verse a Jean Cocteau, el duque de Windsor, la reina Isabel, su madre y el príncipe consorte, Brigitte Bardot, Ana Magnani, etc-, Callas entre bambalinas y en su camarín. Es el documental más rico en registros de los que yo haya visto sobre la soprano, que han sido varios: los más notables, Maria Callas vida y arte, de Alan Lewens y Alastair Mitchell, y Maria Callas, Living and Dying for Art and Love, de Steve Cole. Lo peculiar de Maria Callas: en sus propias palabras es justamente lo que anuncia su título: que carece de narrador, sólo se oye la voz de la diva en entrevistas recopiladas, o contando sus memorias, o leyendo algunas cartas (estas en la voz de Fanny Ardant).


Lo más valioso de este gran documental son sus performances filmadas en los diversos teatros más famosos del mundo. Puede verse su versión de Casta diva con brazos cruzados, de 1958, la habanera L’amour est un oiseau rebelle, Vissi d’arte, Ah! non credea mirarti, O mio babbino caro, y siempre el punto más alto es la voz prodigiosa de esta mujer, que abarcaba varias octavas y era, además, una excelente actriz.

Más allá de las performances, el documental registra momentos en la intimidad, y frente a ellos, otros más conflictivos, como la suspensión de su contrato con el Met de NY, y su regreso triunfal después de siete años de ausencia. Es la misma diva quien habla de sus debilidades y flaquezas, de sus dudas, momentos de depresión, sus colapsos nerviosos por el stress, que la obligaron a suspender algunas presentaciones, trayéndole la reacción del público y de la prensa. Pero siempre muestra una gran entereza y su amplia sonrisa, interpretando su propio papel.

Callas sostiene que una mujer no puede llevar adelante una familia y una carrera simultáneamente. Su profesión le exige tiempo completo. Sin embargo, sostuvo durante varios años su matrimonio con Giovanni Battista Meneghini, y otros tantos su relación con Aristóteles Onassis, ambas uniones poco convencionales para la época. Aunque había nacido en Nueva York, la formación cultural de Callas fue griega, y siguiendo la tradición, se entrega al destino, sólo pidiendo fuerzas para sobrellevarlo. Le fueron necesarias para afrontar el matrimonio de su amante con Jacqueline Kennedy. Es justamente cuando intenta superar la traición de Onassis que filma con Pier Paolo Pasolini su Medea, ícono de la mujer traicionada que busca venganza. Aunque recuperaría a Onassis poco después. Pero su voz había declinado, y su estrella también.



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