Dirección: Tom Volf
Francia/2017
Josefina Sartora
A través de entrevistas en francés y en
inglés, la más grande soprano del siglo XX cuenta su propia historia, que no
fue fácil. Una madre exigente la inició en la música a los 8 años y desde entonces
vivió su infancia y adolescencia sintiendo una gran responsabilidad, que
sostuvo durante toda su vida. Como en Norma,
como en la tragedia griega, atribuye su carera a un destino del que no pudo
librarse, forzada por sus allegados.
En una rica recuperación de materiales
históricos, además de registros de las actuaciones de Callas desde los años
’50, el documental exhibe notas tangenciales: escenas de época de calle, los
teatros y su público acudiendo a las funciones –entre quienes puede verse a
Jean Cocteau, el duque de Windsor, la reina Isabel, su madre y el príncipe
consorte, Brigitte Bardot, Ana Magnani, etc-, Callas entre bambalinas y en su
camarín. Es el documental más rico en registros de los que yo haya visto sobre
la soprano, que han sido varios: los más notables, Maria Callas vida y arte,
de Alan Lewens y Alastair Mitchell, y Maria Callas, Living and Dying for Art and Love,
de Steve Cole. Lo peculiar de Maria Callas: en sus propias palabras
es justamente lo que anuncia su título: que carece de narrador, sólo se oye la
voz de la diva en entrevistas recopiladas, o contando sus memorias, o leyendo
algunas cartas (estas en la voz de Fanny Ardant).
Lo más valioso de este gran documental
son sus performances filmadas en los diversos teatros más famosos del mundo.
Puede verse su versión de Casta diva
con brazos cruzados, de 1958, la habanera L’amour
est un oiseau rebelle, Vissi d’arte,
Ah! non credea mirarti, O mio babbino caro, y siempre el punto
más alto es la voz prodigiosa de esta mujer, que abarcaba varias octavas y era,
además, una excelente actriz.
Más allá de las performances, el
documental registra momentos en la intimidad, y frente a ellos, otros más
conflictivos, como la suspensión de su contrato con el Met de NY, y su regreso
triunfal después de siete años de ausencia. Es la misma diva quien habla de sus
debilidades y flaquezas, de sus dudas, momentos de depresión, sus colapsos
nerviosos por el stress, que la obligaron a suspender algunas presentaciones,
trayéndole la reacción del público y de la prensa. Pero siempre muestra una
gran entereza y su amplia sonrisa, interpretando su propio papel.
Callas sostiene que una mujer no puede
llevar adelante una familia y una carrera simultáneamente. Su profesión le
exige tiempo completo. Sin embargo, sostuvo durante varios años su matrimonio
con Giovanni Battista Meneghini, y otros tantos su relación con Aristóteles
Onassis, ambas uniones poco convencionales para la época. Aunque había nacido
en Nueva York, la formación cultural de Callas fue griega, y siguiendo la
tradición, se entrega al destino, sólo pidiendo fuerzas para sobrellevarlo. Le fueron
necesarias para afrontar el matrimonio de su amante con Jacqueline Kennedy. Es
justamente cuando intenta superar la traición de Onassis que filma con Pier
Paolo Pasolini su Medea, ícono de la mujer traicionada que busca venganza. Aunque
recuperaría a Onassis poco después. Pero su voz había declinado, y su estrella
también.
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