Festival Internacional
de Valdivia 2019. 1ª nota
Josefina
Sartora
Película de apertura
El equipo de Los fuerte a sala llena |
Los fuertes. Dirección: Omar Zúñiga,
Chile/2019
Nuevamente
en el querido Festival de Valdivia. La película de apertura de este Festival ha
sido Los
fuertes de Omar Zúñiga, producida entre otros por Dominga Sotomayor, en
su estreno mundial. Película filmada en la región de Valdivia, cerca del mar, y
está interpretada por algunos actores locales, y algunos no profesionales.
Entre ellos, se destacan Samuel González y Marcela Salinas. Una historia de
amor entre dos hombres, poco frecuente hasta hace muy poco en el cine chileno y
latinoamericano.
Un joven arquitecto llega a la zona de Valdivia a visitar a su hermana, antes de viajar a Canadá con una beca. Huye del rechazo de sus padres a su condición sexual. En el sur chileno conoce a un hombre de la región, pescador, e inmediatamente nace entre ambos un amor pasional.
La espectacular, imponente geografía de esta Región de los Ríos, con sus bosques, ríos y mar hace marco a esta historia de gran ternura entre hombres fuertes, de diferente formación y cultura. La sexualidad está vivida y retratada –en escenas eróticas explícitas- como la celebración de los cuerpos. Si bien la narración se reitera en ciertos aspectos, quitándole tensión dramática, es un valioso aporte en una misión que busca el reconocimiento y la visibilidad de la condición gay.
Un joven arquitecto llega a la zona de Valdivia a visitar a su hermana, antes de viajar a Canadá con una beca. Huye del rechazo de sus padres a su condición sexual. En el sur chileno conoce a un hombre de la región, pescador, e inmediatamente nace entre ambos un amor pasional.
La espectacular, imponente geografía de esta Región de los Ríos, con sus bosques, ríos y mar hace marco a esta historia de gran ternura entre hombres fuertes, de diferente formación y cultura. La sexualidad está vivida y retratada –en escenas eróticas explícitas- como la celebración de los cuerpos. Si bien la narración se reitera en ciertos aspectos, quitándole tensión dramática, es un valioso aporte en una misión que busca el reconocimiento y la visibilidad de la condición gay.
Competencia
Internacional
Khartoum Offside.
Dirección: Marwa Zein, Sudán/2019
Con
la dirección de Raúl Camargo, la programación de la Competencia Internacional
del Festival de Valdivia ha devenido más rigurosa aun, con un cine arriesgado,
nada complaciente. Películas de distintas latitudes, que muestran culturas
dispares, estéticas novedosas.
En un país como Sudán, donde rige la ley
islámica, que un grupo de mujeres futbolistas deseen formar una selección
nacional de fútbol femenino, constituye una paradoja difícil de mantener, si no
fuera por la determinación de las protagonistas. Este documental, opera prima
de la cineasta Marwa Zein, tiene el fútbol como disparador para mostrar un
mundo femenino hasta ahora ignorado, que está luchando por sus reivindicaciones
y el reconocimiento nacional. A pesar de
jugar partidos durante varios años, la Federación Nacional de Fútbol de su país
nunca las ha tenido en cuenta, le ha negado todos sus derechos para
institucionalizarse, pero ellas mantienen la esperanza encendida, sabedoras de
que esta situación ha de cambiar.
Escenas de la vida en Jartúm, con
poderosa fotografía, muestran los condicionamientos de esas mujeres: las
acusaciones de los hombres, que les reprochan por atentar contra su condición
femenina; la discusión sobre su identidad étnica, en conflicto entre lo árabe y
lo africano; los problemas habitacionales y de higiene; y su lucha diaria y
cotidiana por lograr un cambio cultural.
143
Sahara Street. Dirección:
Hassen Ferhani,
Argelia-Francia-Qatar/2019
143
Sahara Streeet es el segundo documental africano en la Competencia Internacional,
con una propuesta más extrema y rigurosa aun que Khartoum Offside.
En el
Sahara argelino, en medio de ese inmenso desierto de arena, o de la nada, una
miserable construcción alberga a Malika y su insospechada cafetería. Allí paran
camioneros que la conocen, a tomar un té en sus vasitos de plástico, comprar
cigarrillos y charlar con esa mujer obesa, estática como una esfinge, que
permanece en su sitial mirando el desierto y responde, sabiamente, lo mínimo
que esperan sus interlocutores. Política, teología, son algunos de sus temas. Y
no falta la música, que aportan los parroquianos en vitales interludios. Poco
sabemos de esa ermitaña, sus referencias al pasado son contradictorias.
Mientras algún público rechazaba su minimalismo por excesivo, yo lo defiendo por su humanidad a rajatabla. Con largos planos fijos, en una dialéctica entre el exterior inmensurable y ese interior tan estrecho, presenta un cuadro de situación de una mujer singular, un ambiente inhóspito, en un film que ilustra a la perfección aquello del menos es más.
Mientras algún público rechazaba su minimalismo por excesivo, yo lo defiendo por su humanidad a rajatabla. Con largos planos fijos, en una dialéctica entre el exterior inmensurable y ese interior tan estrecho, presenta un cuadro de situación de una mujer singular, un ambiente inhóspito, en un film que ilustra a la perfección aquello del menos es más.
Siete años en
mayo. Dirección: Affonso
Uchôa, Brasil-Argentina/2019
Mediometraje
(40 minutos) muy duro, oscuro, del director de Arabia, con el racconto
casi exclusivo que un hombre hace de su detención abusiva, siete años atrás,
por parte de un grupo parapolicial, que lo acusaba de poseer droga. Esa
experiencia dolorosa y traumática deja huellas imborrables en su vida y su
personalidad, llevándolo por un camino de perdición. El director presentó su
película expresando que estaba mostrando una realidad latinoamericana, y
sostuvo su posición de resistencia frente al las formas del fascismo que hoy
desean dominar Brasil.
Sirena. Dirección:
Carlos Piñeiro, Bolivia-Qatar-Chile/2019
Viaje rudo, exigido, que emprenden cuatro
hombres en busca de un amigo que ha desaparecido en el lago Titicaca. Cierta
información los lleva a una isla pedregosa habitada por aymaras, que no hablan
castellano. Y el único que tiene la posibilidad de comunicarse con ellos es el
guía. Se produce un choque de culturas, entre esos hombres urbanos, impacientes
por llegar, deseosos de volver, y los indios dueños de su isla, quiene,
siguiendo creencias ancestrales, se niegan a entregar el cadáver del amigo que
han hallado. La anécdota es mínima, el peso está puesto en la experimentación
con la fotografía en blanco y negro, que juega entre las panorámicas de la isla
agreste, montaraz, y los frecuentes primeros planos de los personajes, sus
manos, sus botas, y el uso del sonido, que crea un clima ominoso, de peligro
inminente.
Opera prima del realizador boliviano
Carlos Piñeiro –un Piñeiro más para la lista de realizadores
latinoamericanos- que había participado
en la producción de Viejo calavera de Kiro Russo, vista en el Bafici. Su relación
con el mito de las sirenas resulta muy difusa, si no casi inexistente,
exceptuada por la fotografía acuática del inicio y el final.
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