15 de octubre de 2019


Festival de Valdivia 2019. 3ª nota

Josefina Sartora


Ha culminado una nueva edición del Festival Internacional de Valdivia, con una programación y actividades intensas, que muestran el crecimiento que está viviendo con la conducción de Raúl Camargo. Numerosos programadores (Cecilia Barrionuevo, Jean-Pierre Rehm y otros) que seleccionaron secciones impecables; comisiones de realizadores notables (Ignacio Agüero, Martín Rejtman, Dominga Sotomayor, José Luis Torres Leiva entre otros) para el programa Cine chileno del futuro, que evalúa proyectos de futuros jóvenes realizadores, dinamizaron un festival que brinda numerosas oportunidades tanto a realizadores como a espectadores. En una ciudad universitaria, con abono para estudiantes y entrada libre para personas mayores, las salas se llenaron tras largas y rigurosas colas.
Coherente con su identidad cinéfila, el Festival de Valdivia tiene ciertas normas firmes, que todos cumplimos: una vez iniciada la película (siemre a horario), no se podía ingresar a la sala; las luces se encendían sólo después de pasados todos los créditos; y por último pero no menos importante: se apagan los teléfonos. Prácticas que sería muy sano adoptaran nuestros festivales.
En la Competencia Largometraje chileno mereció el premio la muy simpática Lima de Lima de María Paz González, también ganadora del Premio del público y por la Mejor fotografía. Un film al cual ya nos hemos referido, que presenta el dolor, el amor y el humor con delicada sensibilidad.

Competencia Internacional

So Pretty. Jessie Jeffrey Dunn Rovinelly, Estados Unidos-Francia/2019


El premio (Pudú) mayor de la Competencia Internacional fue para So Pretty, un film sobre una comunidad de jóvenes transexuales en Nueva York. Basada en la obra del escritor y activista alemán Ronald Schernikau So Schön, Jessie (hoy Jessica) Jeffrey Dunn Rovinelly realiza la puesta en escena de esa obra queer, interpretada por sí mismo y los amigos con quienes comparte una casa en Brooklyn. La puesta y lectura del texto se combinan con escenas de la cotidianeidad, con importante presencia de los cuerpos desnudos en mutación. Film con un fuerte componente político, allí se vive una suerte de sociedad utópica, donde fluye el pan o poli amor; definir el género no es necesario, se vive en una paz idílica y también se hace activismo, en una sociedad que se ha vuelto reaccionaria y peligrosa para los que no cumplen los standards. Político y sin embargo no panfletario: el activismo es una consecuencia natural de su condición transexual, o queer, gay, o lo que sea.
Un film luminoso, muy bello, con mucha improvisación, que muestra los cuerpos sin rollo, en el que el texto de partida trasciende lo literario para convertirse en la vida misma, una vida ideal en ese hogar amoroso, cercado por un contexto hostil. Sin embargo, se siente cierto distanciamiento, como si esa realidad residiera en una burbuja.
El film constituye en sí mismo un audaz desafío, y el Jurado compuesto por Caroline Maleville (Cinemateca Francesa), María Campaña Ramia (programadora de Ecuador) y Niles Atallah (realizador chileno) tuvo la valentía estética y política de premiar So Pretty.

Electric Swan. Konstantina Kotzamani, Francia-Argentina-Grecia/2019


La Competencia Internacional presentó una selección de total variedad, tanto en género, origen como en carácter, y hasta en duración. Electric Swan, Premio Especial del Jurado (2º Premio) y Premio del Público, de la directora de origen griego Konstantina Kotzamani, dura 40 minutos de pleno realismo mágico, pero también trae un mensaje social.
En un edificio de la clase alta de Buenos Aires, tres mujeres de distintas edades sostienen una íntima relación con el encargado de la seguridad, un inmigrante latinoamericano que sabe intuitivamente cómo tratarlas y acompañarlas. Tres soledades diferentes frente a un hombre de buen corazón. El edificio se mueve, es un cuerpo vivo: eso afecta a las mujeres, y la fantasía recurrente derivará en un final mágico, de cuento de hadas.

Nona. Si me mojan yo los quemo. Camila José Donoso, Chile-Brasil-Corea del Sur-Francia/2019


La primera escena es significativa: la mujer arma una Molotov y la arroja contra la camioneta de quien ha estado molestándola. Josefina es una mujer de armas tomar. Pero es también coqueta y hogareña. Su nieta la filma en sus tareas domésticas, mientras limpia su casa, minuciosamente, mientras se acicala, cuando operan su ojo. Además, Josefina es pirómana. Goza de ver los incendios que de golpe se repiten en su pueblo, donde todas las construcciones son de madera.
Camila José Donoso –realizadora de los documentales Casa Roshell y Naomi Campbell- combina ficción y realidad para el retrato de su abuela, y en cierta medida, muestra su país, utilizando distintos registros y formatos, y conversaciones que sostiene la protagonista. Hubiera sido interesante que llevara esta propuesta de docuficción algo experimental a mayor profundidad. U osadía. Pero a cierta altura, parece tomar distancia. ¿Provoca la Nona esos incendios terribles, que dejan a familias en la calle, sin nada? Lo cierto es que esa misma tarde vi pasar en Valdivia cuatro camiones de bomberos sonoros, a toda velocidad, y me pregunté si la Nona rondaba por allí, siempre vestida de rojo.


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