Festival de Valdivia 2019. 3ª nota
Josefina
Sartora
Ha
culminado una nueva edición del Festival Internacional de Valdivia, con una
programación y actividades intensas, que muestran el crecimiento que está
viviendo con la conducción de Raúl Camargo. Numerosos programadores (Cecilia
Barrionuevo, Jean-Pierre Rehm y otros) que seleccionaron secciones impecables;
comisiones de realizadores notables (Ignacio Agüero, Martín Rejtman, Dominga
Sotomayor, José Luis Torres Leiva entre otros) para el programa Cine chileno
del futuro, que evalúa proyectos de futuros jóvenes realizadores, dinamizaron
un festival que brinda numerosas oportunidades tanto a realizadores como a
espectadores. En una ciudad universitaria, con abono para estudiantes y entrada
libre para personas mayores, las salas se llenaron tras largas y rigurosas
colas.
Coherente
con su identidad cinéfila, el Festival de Valdivia tiene ciertas normas firmes,
que todos cumplimos: una vez iniciada la película (siemre a horario), no se
podía ingresar a la sala; las luces se encendían sólo después de pasados todos
los créditos; y por último pero no menos importante: se apagan los teléfonos.
Prácticas que sería muy sano adoptaran nuestros festivales.
En la
Competencia Largometraje chileno mereció el premio la muy simpática Lima
de Lima de María Paz González, también ganadora del Premio del público
y por la Mejor fotografía. Un film al cual ya nos hemos referido, que presenta
el dolor, el amor y el humor con delicada sensibilidad.
Competencia Internacional
So Pretty. Jessie Jeffrey Dunn
Rovinelly, Estados Unidos-Francia/2019
El
premio (Pudú) mayor de la Competencia Internacional fue para So
Pretty, un film sobre una comunidad de jóvenes transexuales en Nueva
York. Basada en la obra del escritor y activista alemán Ronald Schernikau So Schön, Jessie (hoy Jessica) Jeffrey
Dunn Rovinelly realiza la puesta en escena de esa obra queer, interpretada por sí mismo y los amigos con quienes comparte
una casa en Brooklyn. La puesta y lectura del texto se combinan con escenas de
la cotidianeidad, con importante presencia de los cuerpos desnudos en mutación.
Film con un fuerte componente político, allí se vive una suerte de sociedad
utópica, donde fluye el pan o poli amor; definir el género no es necesario, se
vive en una paz idílica y también se hace activismo, en una sociedad que se ha
vuelto reaccionaria y peligrosa para los que no cumplen los standards. Político
y sin embargo no panfletario: el activismo es una consecuencia natural de su
condición transexual, o queer, gay, o
lo que sea.
Un
film luminoso, muy bello, con mucha improvisación, que muestra los cuerpos sin
rollo, en el que el texto de partida trasciende lo literario para convertirse
en la vida misma, una vida ideal en ese hogar amoroso, cercado por un contexto
hostil. Sin embargo, se siente cierto distanciamiento, como si esa realidad
residiera en una burbuja.
El
film constituye en sí mismo un audaz desafío, y el Jurado compuesto por
Caroline Maleville (Cinemateca Francesa), María Campaña Ramia (programadora de
Ecuador) y Niles Atallah (realizador chileno) tuvo la valentía estética y
política de premiar So Pretty.
Electric Swan. Konstantina Kotzamani,
Francia-Argentina-Grecia/2019
La
Competencia Internacional presentó una selección de total variedad, tanto en
género, origen como en carácter, y hasta en duración. Electric Swan, Premio
Especial del Jurado (2º Premio) y Premio del Público, de la directora de origen
griego Konstantina Kotzamani, dura 40 minutos de pleno realismo mágico, pero
también trae un mensaje social.
En
un edificio de la clase alta de Buenos Aires, tres mujeres de distintas edades
sostienen una íntima relación con el encargado de la seguridad, un inmigrante
latinoamericano que sabe intuitivamente cómo tratarlas y acompañarlas. Tres
soledades diferentes frente a un hombre de buen corazón. El edificio se mueve,
es un cuerpo vivo: eso afecta a las mujeres, y la fantasía recurrente derivará
en un final mágico, de cuento de hadas.
Nona. Si me
mojan yo los quemo.
Camila José Donoso, Chile-Brasil-Corea del Sur-Francia/2019
La
primera escena es significativa: la mujer arma una Molotov y la arroja contra
la camioneta de quien ha estado molestándola. Josefina es una mujer de armas
tomar. Pero es también coqueta y hogareña. Su nieta la filma en sus tareas
domésticas, mientras limpia su casa, minuciosamente, mientras se acicala,
cuando operan su ojo. Además, Josefina es pirómana. Goza de ver los incendios
que de golpe se repiten en su pueblo, donde todas las construcciones son de
madera.
Camila
José Donoso –realizadora de los documentales Casa Roshell y Naomi
Campbell- combina ficción y realidad para el retrato de su abuela, y en
cierta medida, muestra su país, utilizando distintos registros y formatos, y
conversaciones que sostiene la protagonista. Hubiera sido interesante que llevara
esta propuesta de docuficción algo experimental a mayor profundidad. U osadía.
Pero a cierta altura, parece tomar distancia. ¿Provoca la Nona esos incendios
terribles, que dejan a familias en la calle, sin nada? Lo cierto es que esa
misma tarde vi pasar en Valdivia cuatro camiones de bomberos sonoros, a toda
velocidad, y me pregunté si la Nona rondaba por allí, siempre vestida de rojo.
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