24 de noviembre de 2019

Familia unida

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Los sonámbulos
Dirección y guión: Paula Hernández
Argentina-Uruguay/2019

Josefina Sartora


Huis clos, la quinta donde todo un clan familiar se reúne a festejar el Año Nuevo. En ese lugar cerrado circularán las relaciones algo endogámicas de esos seres unidos no sólo por la sangre, sino también por el trabajo, bajo la regencia de la matriarca. Y esa primacía femenina regirá todo el film, presentado desde el punto de vista de la nuera, una excelente Érica Rivas que es la elección perfecta para trasmitir conflictos obliterados, mudas tensiones, contenidas ansiedades. Y en el otro polo, la hija adolescente en su despertar a la madurez, aunque sea sonámbula. Ente ambas, la tensión entre dos generaciones, en el momento iniciático de entrada a la adultez. Pero no empieza todo allí, sino que lo primero que vemos es una obertura inquietante, síntesis y anuncio del drama, prueba de fuego de la excelente estructura narrativa de Paula Hernández.

Todos sonámbulos, aun despiertos, los miembros de esa familia deambulan cada uno en su propio mundo, sin comunicación verdadera, sin registro del otro, como no sea para su propio provecho. Entre ellos se juegan las luchas por el poder, el ubicuo espacio de lo femenino. Una lucha que genera una tensión en paulatino aumento, y la sensación de peligro inminente.

Un elenco estelar, impecable: Marilú Marini (la grande, algo desaprovechada), Daniel Hendler (vuelve a afirmar su crecimiento y madurez actoral), Luis Ziembrowski (quien aporta su bienvenida y propicia ambigüedad), Valeria Lois (siempre generosa con su talento), y los jóvenes Ornella D’Elia y Rafael Federman en quienes se desarrolla el conflicto mayor. Siempre llegando al borde de la evidencia, nunca subrayado, el tema de la violencia indiscriminada contra la mujer en un ámbito patriarcal planea durante todo el film. Que decae algo en su segunda parte, cuando lo sugerido deviene obvio. Inevitable relacionarlo con La ciénaga, ya que allí Lucrecia Martel fundó las bases para el tratamiento contemporáneo del conflicto familiar. Un conflicto que a la luz del movimiento femenino hoy grita para que esos sonámbulos se despierten, que se sacudan esa égida masculina.


Resulta curioso y notable observar las tensiones entre suegra y nuera, tan sutil primero y simbólicamente expresadas entre Marilú y Érica, sabiendo que a ambas las une una estrecha relación profesional, que dio su mejor fruto en las tablas con Mátate amor. El film estuvo presente en la competencia Internacional en Mar del Plata, pero Érica no obtuvo el premio que merecía.

La puesta en escena, las tomas de una cámara ágil y muy cercana a los personajes, en planos cerrados, casi sofocantes, la iluminación y el sonido son los puntos más altos elaborados en esta, la cuarta película de Paula Hernández.


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