14 de noviembre de 2019

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Foro de cine y perspectiva de género

Josefina Sartora

Este año vine al Festival de Mar del Plata invitada por su directora Cecilia Barrrionuevo al Foro de cine y perspectiva de género que se desarrolló en una jornada apasionante. Coordinada por Analía Barrionuevo, una mesa con diversidad de expositoras se ganó la atención y aprobación de un auditorio colmado de público femenino en su mayoría, y combativo.



Albertina Carri en primer lugar se presentó como realizadora, ahora pornógrafa y lesbiana, y en su estilo siempre incisivo y provocador recurrió a la entomología para requerir que las mujeres seamos ladillas, esos insectos incómodos, mal vistos, y molestemos trabajando para modificar el sistema. Como ejemplo de ladillas, allí estuvieron Pier Paolo Pasolini y Manuel Puig.

La actriz protagónica del excelente melodrama brasileño La vida invisible, Carol Duarte, se refirió a su experiencia como mujer en el set de filmación en su país. Enfatizó sobre la posición de inferioridad frente al varón y los criterios de belleza que rigen a la hora del casting. La preferencia por las mujeres blancas por sobre las negras en el cine de su país y la abundancia de desnudos femeninos por sobre los masculinos. Todos criterios regidos por el patriarcado. Vale acotar que su film, presente en la Competencia Internacional, es una fuerte crítica al sistema patriarcal que rige nuestras sociedades.

Eleonor Faur hizo su aporte desde la mirada de la sociología. Su exposición giró en torno a tres divisiones sexuales en el cine: la del deseo, que es siempre masculino, negando u obliterando el deseo de la mujer. La división sexual del trabajo, que pone a la mujer en la situación de renunciar a una familia si elige desarrollar una profesión o viceversa (cf. La familia, de Ettore Scola, que fija dos modelos de mujer, con los que nos hemos formado). Y por último la división sexual del conocimiento, que siempre reside en el varón, frente al cual la mujer se fascina. Hay excepciones, como Hannah Arendt, de Margarethe von Trotta o Sor Juana de María Luisa Bemberg.

La crítica Catalina Dlugi por su parte trajo a la palestra el recuerdo de mujeres icónicas del cine argentino, que dejaron su huella. “Yo les digo Niní, Zully, Coca, Mecha, Tita, y ustedes saben a quiénes me estoy refiriendo”, dijo.  No obstante, en el cine argentino la mujer sigue permaneciendo en segundo lugar; no se habla de una película de una actriz cómo se dice una película de Darín, o de Francella. Y lo mismo sucede en el ámbito de la crítica, dominada por los varones, que son mayoría.

Romina Escobar, actriz de Breve historia del planeta verde, relató su experiencia de vida. Por su condición de actriz trans, siempre sintió que no tenía derecho a nada. Tuvo que lidiar mucho en la vida para lograr ser y hacer su deseo. E hizo un llamado a acabar con los prejuicios.

En último lugar habló la realizadora Nina Menkes, de Estados Unidos, de cuya obra el Festival realiza una retrospectiva. Sus películas tienen un fuerte contenido feminista y para cerrar las exposiciones presentó un breve clip que ilustra la posición de la mujer como objeto en el cine clásico, mirada por el varón desde una posición de superioridad, con su cuerpo desnudo y/o fragmentado como objeto del deseo, mostrada en cámara lenta, que la sexualiza.




Esta diversidad de miradas dio lugar a un debate posterior donde no sólo se hicieron preguntas sino que se leyeron proclamas de diversas colectivas representadas en el público. Se destacó la presencia de la filósofa Esther Díaz, quien evocó las luchas de los años ’60 y ’70, pidiendo paciencia y tesón en las reivindicaciones feministas. Una actividad sumamente interesante, valiosa y necesaria que debe continuar.





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