6 de febrero de 2020

Cae una estrella


Judy
Dirección: Rupert Goold
Guión: Tom Edge, basado en la obra de Peter Quilter
Reino Unido/2019

Josefina Sartora


Víctima y mártir del sistema, la figura de Judy Garland se agigantó con su muerte, a los 47 años por sobredosis. Una muerte anunciada por una vida vivida al límite, desde su niñez, sometida al poder de la MGM y su patrón, Louis B. Mayer, quien la acostumbró desde pequeña a exigirse, dar lo máximo de sí y recurrir a los psicofármacos para estimularse, estar activa, tranquilizarse, dormir, o lo que fuere. Mártir del sistema abusivo de los estudios tal como era en los ’40 y ’50, cuando los actores eran empleados por contrato y no podían decidir ni siquiera el film en el que actuarían.

Esta notable evocación de Judy Garland no se remite al biopic clásico de ascenso y caída de la estrella sino que hace foco en el año anterior a su muerte, cuando en 1968, después de 40 años de carrera artística, en total quiebra económica, y litigio por sus hijos menores, no tiene otra opción que desprenderse de ellos y viajar a Londres a brindar una serie de recitales en un club nocturno, cuyo dueño está interpretado por Michael Gambon. Algunos flashbacks informan sobre el comienzo de su carrera y la manipulación de la que fue objeto cuando joven (Darci Shaw), pero el film se dedica a mostrar las tensiones que vivió al final. Poco se dice sobre los cuatro matrimonios previos o sobre su relación con su  hija mayor, Liza Minelli. En cambio, se detiene en sus contradictorias presentaciones, que pasaban del mágico glamour al desborde alcoholizado.


De figura andrógina, con unos trajes masculinos deslumbrantes, Judy fue el gran ícono gay de una época en que la homosexualidad era tema tabú, admirada por su libertad, por su intensidad dramática, por su falta de límites. Hubo todo un culto gay a la figura de Judy, y la escena con sus fans es una de las más conmovedoras. Sincrónicamente, la rebelión de Stonewall sucedió pocos días después de su multitudinario funeral en Nueva York, imprimiendo un punto de inflexión en la historia y resistencia de la comunidad homosexual.


El regreso en triunfo de Judy es también el de Renée Zelwegger, quien vuelve a la pantalla después de un retiro de seis años. Su personificación de la diva revela una empatía absoluta con su personaje, atravesando sus matices, contradicciones con pasión y carisma. Su Judy es una persona de fe, que quiere ir más allá del arco iris, como lo revela en la admirable escena final. Por si fuera poco, ella es quien canta en la película, y revela un extraordinario dominio del escenario. Actuación que le valió a Renée un Globo de Oro y su cuarta nominación al Oscar como mejor actriz.

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