22 de julio de 2020

Las vanguardias en Rusia

Josefina Sartora

El arte ruso había alcanzado un altísimo grado de desarrollo a fines del siglo XIX, en todos los campos. En la música, Modest Mussorgsky inició la escuela nacionalista: en sus composiciones reelaboraba el folklore ruso con un estilo propio, que inspiró a toda una escuela de compositores –Mily Balakirev, Nikolai Rimsky-Korsakov, Mikhail Glinka, Aleksandr Borodin, y posteriormente Aleksandr Scriabin, pero también cantantes como el bajo Fiodor Shaliapin. Tengamos en cuenta que la nobleza podía tener teatros y óperas privadas dentro de sus palacios, tanto en Moscú como en San Petersburgo, y encargaba obras para ser interpretadas en ellas. En las letras, la lista resulta tan larga como notable, con algunos de los nombres capitales de la cultura universal, como León Tolstoy y Fiodor Dostoyevsky, pero también Nikolai Turgueniev, Nikolai Gogol y sobre todo, Anton Chejov, quien llevó el teatro ruso a su punto más exquisito. La pintura contaba con firmas célebres como Vladimir Stasov, Ilia Repin, Iván Bilibin, Viktor Vasnetsov, Mikhail Brubel, quienes pintaban motivos realistas y folklóricos.
Todos ellos y muchos más constituyeron la intelligentsia, o sea, el grupo de intelectuales que –aunque no homologados- debatieron la condición de la Rusia zarista, convirtiéndose en una suerte de conciencia social rusa guardiana de los valores democráticos y defensora del bien del pueblo.

En el teatro, Konstantin Stanislavsky fue uno de los grandes renovadores de la cultura rusa –y también europea, dentro de un movimiento de vanguardia que ya estaba gestándose a principios del siglo. Estableció un método de actuación que perdura todavía, que consiste en la identificación del actor con las experiencias de su personaje, en recordar, y actualizar sus propias vivencias y emociones pasadas y recrearlas en escena.

Sergei Diaghilev e Igor Stravinsky

Moscú, a principios del siglo moderna y progresista –entonces más abierta a innovaciones que San Petersburgo- se consolidó como el lugar donde habrían de experimentarse las aventuras de la vanguardia, la cual se consolidó con la revolución de 1917.
Una de las figuras más resonantes en la nueva cultura rusa del siglo XX fue Sergei Diaghilev, creador de una nueva forma de ballet y de la compañía de los Ballet Rusos. Su nueva corriente de baile combinó la música, la danza y las artes plásticas, y trabajó en estrecha colaboración con Igor Stravinsky y su primer bailarín, Vaslav Nijinsky. Pero también creó coreografías para la música de Sergei Prokofiev, Claude Debussy, Maurice Ravel, François Poulenc. Diaghilev concebía la danza como una obra de arte total, y la sacó de los cánones clásicos dotándola de sensualidad, reelaboró el folklore ruso y complementó su trabajo con los decorados y diseños visuales de Picasso, Matisse y Coco Chanel.

La revolución de 1917 no constituyó sólo un hecho político. Simultáneamente al devenir histórico se vivió en Rusia una ebullición de movimientos artísticos de vanguardia que también significaron una revolución cultural. Las vanguardias rusas –o mejor, soviéticas- que surgieron al calor de una revolución en ciernes se plantearon el arte como un hecho social: quiebran los sistemas de representación clásicos y van contra el arte burgués, a pesar de ser muchos de sus cultores miembros de la pequeña burguesía. Aun antes del futurismo, los vanguardistas rusos promovían un arte para el futuro: deseaban construir una nueva visión del mundo, un nuevo arte para un mundo nuevo.

Torre Shukhov de comunicaciones, Moscú

La revolución en el arte ya estaba gestándose, y los hechos políticos destrabaron las reticencias que todavía persistían: la creatividad se vio desbloqueada, y brotó un torrente de energía creativa. Las vanguardias se desarrollaron en un amplio espectro, sin estar homologadas. El constructivismo emergió como el arte de la revolución, por la idea de construir lo nuevo: el arte debía ser constructivo y darle al hombre una razón para vivir. Pero también el futurismo, el cubismo, fauvismo, expresionismo, suprematismo, surgieron en la activa y dinámica vida artística rusa de las dos primeras décadas del XX, durante las cuales la búsqueda y diversidad eran incesantes. Los artistas actuaban todos bajo el influjo de la admiración por la máquina. Se creaba un arte nuevo, para un nuevo tipo de sociedad.

K. Malevich. Cuarta dimensión

Siguiendo una tradición estética rusa, también los pintores se apoyaron en cierto primitivismo proveniente de las raíces ancestrales: Vasily Kandinsky, Kazimir Malevich, Pyotr Konchalovsky, Pavel Filonov fueron vanguardistas que se basaron en el arte oriental en su mayor medida, constitutivo de la identidad rusa, para evitar la influencia del arte europeo occidental, del mismo modo en que se opusieron a las doctrinas de la Academia. Era la lucha entre lo viejo y lo nuevo, como se daría también en la sociedad. Malevich con su suprematismo se libera de los límites del color, y pinta su famoso Cuadrado negro. El constructivismo dio por acabada la pintura de caballete. Varvara Stepanova y su esposo Aleksandr Rodchenko diseñaban objetos industriales funcionales y comprometidos con lo social: muebles, uniformes, edificios para modernizar el país. El objeto artístico debía ser útil y evitarse todo detalle superfluo. Rodchenko, radical, multifacético, experimentó con la fotografía, inventó el fotomontaje para los afiches de propaganda por el triunfo de la causa socialista. La fotografía debía cumplir un rol socio-político. Dziga Vertov sería uno de sus socios y colaboradores, llevando sus diseños por todo el país en los trenes de agitación.

Propaganda para que el campesinado leyera libros. Diseño de Rodchenko, textos de Mayakovsky

No faltaban las mujeres: Natalia Goncharova fue una destacada pintora del cubismo-futurismo, al igual que Liubov Popova.

El teatro fue renovado gracias a las experimentaciones de Vsevolod Meyerhold. Consideraba al teatro como una forma de arte muy estilizada, casi abstracta, y fundó una escuela de teatro basada en la biomecánica del cuerpo, que expresa sentimientos e ideas con gestos y posturas establecidas. Un sistema de actuación opuesto al de Stanislavsky. Su espacio sería caldo de cultivo para futuros directores de cine, como el mismo Eisenstein. Meyerhod sería posteriormente arrestado, torturado y ejecutado por orden de Stalin.
Vladimir Mayakovsky fue uno de los líderes de la vanguardia: marcó una renovación en la poesía, inspirado en el futurismo. Perseguido por el régimen zarista, abrazó la revolución bolchevique y, polifacético, produjo textos e imágenes de propaganda, dibujaba historietas, guiones de cine, también actuaba, y fundamentalmente cultivó una poesía de vanguardia identificada con la revolución. Opuesto al régimen de Stalin, acabó suicidándose en 1930, aunque esta versión de su final ha sido discutida. Otros excelentes escritores, como Maxim Gorky o el premio Nobel Ivan Bunin también adhirieron a la revolución, escribiendo notables obras de narrativa que retrataban a las clases más desplazadas de la sociedad.

L.Popova. Escenografía para una puesta teatral de V.Meyerhold

Stravinsky se sintió fuertemente atraído por las raíces etnológicas de Rusia, y en su música retoma canciones, ritmos y melodías campesinas populares que reelabora de manera muy imaginativa y radical. Podría decirse que abrevó en las raíces bárbaras de su pueblo para crear sus ballets Consagración de la primavera, Petrouschka y Pájaro de fuego en los primeros años del siglo XX,
En 1917 surge el movimiento de la Proletkult, que promovía un intelectualidad de clase trabajadora, una revolución cultural desde las bases. Actuaban en los clubes y teatros montados en fábricas, talleres, con grupos de teatro, coros. Con el liderazgo de la esposa de Lenin, Nadezhda Krupskaya, todos sus integrantes propiciaban el arte para la construcción de un hombre nuevo en una sociedad nueva.

El Lissitsky. Golpea a los blancos con a cuña roja

Después de la guerra civil de 1918 a 1920, que produjo hambrunas y un millón de muertos, a ese estado de ebullición habría de seguirle durante Lenin una censura represiva, agudizada con el advenimiento de Stalin, hasta que en 1934 todo el arte quedó subsumido bajo el realismo socialista: toda creatividad quedó paralizada bajo el imperio del pensamiento único, so pena de ser declarado enemigo del Estado. Se produjo entonces una contrarrevolución cultural. Esto acarreó problemas para los artistas: muchos debieron emigrar, otros desaparecieron en el sistema penitenciario del Gulag, se quemaron telas y lienzos vanguardistas. Malevich prohibido, Nikolai Punin apresado; Gustav Klutsis, quien había trabajado en propaganda para el culto a la personalidad de Stalin, ejecutado, lo mismo sucedió con Meyerhold; y Kandinsky,  Goncharova y Marc Chagall, al exilio.

Es en aquel contexto de ebullición de las vanguardias, de revolución en las artes, que se gesta el florecimiento del cine soviético.

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